“La cosa se está poniendo seria”
A. RACIONERO
Karen Armstrong es experta en religiones comparadas y autora de libros tan trascendentales como La gran transformación. Ha recibido múltiples premios, entre ellos el Princesa de Asturias de ciencias sociales. Acaba de publicar Naturaleza sagrada. De ascendencia irlandesa, divertida, alegre y muy sabia. Habla desde una devota compasión por todo lo que le rodea. Un día fue monja. Hoy cree que lo sagrado nos rodea. Le preocupa que recuperemos nuestro vínculo con el mundo natural.
¿Qué es la naturaleza?
Todo aquello de lo que dependemos. Respiramos oxígeno cada día. El sol sale cada mañana. Dependemos del clima para cultivar nuestros alimentos y la cosa se está poniendoseriaporquesiseguimosconeste calentamiento global, igual un día no podremos vivir en el planeta. La naturaleza es un dios del que dependemos absolutamente, pero aquí en el mundo occidental industrializado hemos olvidado esta dependencia. Hemos progresado mucho en la ciencia, pero nos hemos separado de la naturaleza. En el mundo antiguo y en todas las religiones, excepto las monoteístas como el cristianismo, la naturaleza era divina. Debemos ajustar nuestro modo de vida a la naturaleza, no pretender que ella haga lo que nosotros queramos.
Si la naturaleza es sagrada, ¿el naturalismo puede ser la nueva religión de los jóvenes?
Podría serlo, pero no es una nueva religión sino la más antigua de todas. Lo divino está en Brahma o en Rita como idea arquetípica del todo. Desde el siglo XIX, nos hemos escindido de Dios y de la naturaleza. Santo Tomás de Aquino también decía que Dios está en todas partes.
¿Debemos regresar a la sabiduría perenne para compensar los desajustes de nuestro mundo actual?
No creo que debamos regresar, pero sí podemos recrearla o cultivarla en nosotros mismos. Las viejas creencias han de volver a ser las nuestras. Aprender a contemplar la naturaleza en vez de hacernos selfies, y como decía Wordsworth, dejemos que la naturaleza nos hable. Podríamos practicar eso que los chinos llaman sentarse en silencio. Móvil apagado, sin necesidad de estar en postura de yoga. Simplemente observando los pájaros, los insectos, el viento, los árboles, los sonidos… Sin nada más que hacer. Diez minutos al día.
¿Qué otras maneras tenemos de conectar con la naturaleza?
Practicando lo que los jainistas llamaron ahimsa, la no violencia. No hacer daño a ningún ser vivo. Las criaturas tienen una vida propia, no debemos antropomorfizarlas volviéndolas pequeños seres humanos porque son distintos a nosotros. Ese árbol que cada día contemplo y venero desde mi escritorio es un ser cambiante y también las criaturas que lo visitan. Es un mundo en sí mismo. Cada cosa tiene una fuerza de vida propia y es sagrada. Esto es algo que debemos respetar. Dependemos de lo que estos árboles generan en nuestra atmósfera.
¿El ego es una barrera ante la naturaleza y la ‘kenosis’ griega podría ser la solución?
En mi libro hablo de este concepto que significa no ego. Es algo a lo que hoy no estamos acostumbrados. Lo vemos todo en relación con nosotros y no somos el centro del universo, no lo somos ni de nuestro pequeño mundo, ni de nuestra familia. Debemos liberarnos de esa práctica que pone al ego por delante continuamente. Kenosis es la vacuidad.
Buda predicó el no ego…
Exacto. Cuando llegas al corazón de estas religiones ves que todas están diciendo lo mismo. En mis años como monja estaba tan obsesionada con ser humilde o no ambiciosa que desarrollé otra forma de ego. La cuestión es vaciarte de ti mismo. No pongas el epicentro en el yo sino en los seres vivos que te rodean. Comprender que la Tierra está en problemas y que nosotros lo estamos con ella. Casi todos nuestros problemas tienen que ver con el ego, como se está demostrando en Rusia.
¿Somos insignificantes ante la naturaleza?
Desde luego. Todos tenemos preciosos parajes en nuestros países y los estamos destruyendo porque no pensamos en cómo rescatar el mundo. No quiero pensar que mataremos a la naturaleza porque me deprimiría; por eso en cada capítulo de mi libro ofrezco al lector algo que pueda hacer para cambiar su mente y revertir esta situación.
¿Qué dejamos a las nuevas generaciones?
Llego al fin de mis días y tal vez no vea el desastre natural pero creo que mi generación ha hecho un daño terrible al mundo y debemos repararlo; y esto empieza con cada uno de nosotros dándonos cuenta de la fragilidad planetaria.
Ante la pregunta de cuál es su mito natural preferido, recita de memoria unas estrofas del poema de Few miles above Tintern Abbey de Wordsworth. No hay palabras para transcribir la emoción…