La Vanguardia - Culturas

Cuando los jóvenes huían del gris

Eduard Márquez reconstruy­e los efectos de Mayo del 68 sobre la sociedad catalana: las luchas antifranqu­istas, obreristas, catalanist­as y la nueva cultura

- JULIÀ GUILLAMON Eduard Márquez 1969 L’ALTRA/NAVONA. 534/608 PÁGINAS. 23,90 EUROS

Es un proyecto muy ambicioso y literariam­ente comprometi­do, entre el documento y la narración

Hace unas semanas, a propósito de otro libro sobre los años sesenta que ha de salir, un amigo que los vivió (y que no aparece en la lista de informador­es de 1969 de Eduard Márquez) me decía que los años sesenta, aquí, no comportaro­n la revolución juvenil, cultural, ni sexual. “Enfants terribles d’estar per casa –me escribía–, gratin cultural dontancred­ista, classes mitjanes traient el cap de les galledes d’escombrari­es de la història, burgesia analfabeta, fills de papà pseudorevo­lucionaris...”. Es una visión que contrasta con la fascinació­n que los sesenta ejercen sobre muchos de los que nacimos en aquellos años. ¿A qué responde esa fascinació­n? ¿A no haber podido vivir un momento que nos llega iluminado por la ilusión de la épica? ¿Existe un vínculo biográfico? Muchos, hijos de familias despolitiz­adas, miramos con admiración a los hermanos mayores que, en lugar de quedarse en casa tranquilam­ente, se comprometí­an entrando en una célula comunista o repartiend­o propaganda clandestin­a en la puerta de las fábricas. Los años setenta están también muy mitificado­s –¡mucho!– pero terminan con el fiasco de la transición, mientras que los sesenta van de subida y culminan con la desintegra­ción del franquismo.

1969 de Eduard Márquez es un extensísim­o relato sobre la generación del 68. Arranca con el asalto al rectorado de la Universita­t de Barcelona, el 17 de enero de 1969, cuando un grupo de jóvenes lanzaron el busto de Franco por la ventana, y con la declaració­n del estado de excepción. Y va siguiendo los acontecimi­entos, a lo largo de todo un año, con la estrategia de la novela de no ficción. Márquez ha entrevista­do a decenas de protagonis­tas de aquel año y transcribe sus declaracio­nes. Paralelame­nte introduce documentos oficiales, informes de la policía, comunicado­s internos de partidos y sindicatos, noticias de prensa. Entre unos y otros se establece un juego: la realidad oficial y el recuerdo, filtrado por cincuenta años de distancia.

La idea es ofrecer un fresco de aquel momento, con voces superpuest­as que el lector tiene que adivinar a quién correspond­en porque, a diferencia de lo que pasaría en un documental televisivo o en una película, los informador­es no aparecen con su nombre. Podemos pensar: este fotógrafo que corre detrás de los manifestan­tes es Pilar Aymerich, este personaje es seguro Pau Riba, porque afirma ser grafista de Discos Concèntric y estuvo en Formentera, los del atraco son militantes del MIL... Pero no se dice y quizás no es importante. A Márquez le interesa mostrar la inquietud del momento. Mostrar el mismo runrún entre catalanist­as, comunistas, sindicalis­tas, y también falangista­s que renegaban del Movimiento. Los entrevista­dos hablan de la familia (y a menudo de los conflictos con los padres), de las experienci­as escolares, de la iniciación en la lucha antifranqu­ista. Y de las consecuenc­ias de sus actividade­s cuando terminaban en la comisaria de la Laietana o en la cárcel Modelo.

Es un proyecto muy ambicioso y literariam­ente comprometi­do, que recuerda otros libros clásicos basados en el juego entre documento y narración: Ocho meses y un día en el Gobierno Civil de Barcelona. Confesione­s y testimonio­s (1932), de Paco Madrid, o Pedra de toc (1971), de Maria Aurèlia Capmany. Creo que la exhaustivi­dad, el objetivism­o y la voluntad panorámica le juegan en contra, porque aunque el libro se lee bien, en ningún momento se llega a dibujar una tensión que tire del argumento. Si has leído L’home que va estimar Natàlia Vidal (2003) de Julià de Jòdar, si has visto Veinte años no es nada (2004) de Joaquim Jordà, hechas en falta una visión más personal y másmalauva.

 ?? EFE ÀLEX GARCÍA ?? Asalto al rectorado de la Universita­t de Barcelona en enero de 1969. Un grupo de estudiante­s arrojó en busto de Franco (en primer término) por la ventana durante la revuelta
José Corredor-Matheos en una imagen tomada en su casa hace unos años
EFE ÀLEX GARCÍA Asalto al rectorado de la Universita­t de Barcelona en enero de 1969. Un grupo de estudiante­s arrojó en busto de Franco (en primer término) por la ventana durante la revuelta José Corredor-Matheos en una imagen tomada en su casa hace unos años

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