La Vanguardia - Culturas

Luis Marsans: el maestro recobrado

Arte La Fundación Vila Casas muestra los trabajos que el artista dedicó al universo proustiano cuando se cumplen cien años de la muerte del escritor francés

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MIGUEL DALMAU

Coincidien­do con el centenario de la muerte de Proust, la Fundación Vila Casas de Barcelona le rinde homenaje a través de la obra que el pintor Marsans dedicó a su inmortal universo.

En opinión de los mayores expertos, el barcelonés Luis Marsans (1930-2015) ha sido el mejor ilustrador de la obra proustiana. Para llegar a ese rango que le sitúa en un lugar único, Marsans necesitó una frecuentac­ión reiterada de En busca del tiempo perdido, así como una vivencia personal de aquel París de posguerra que aún conservaba ciertos ecos del mundo de ayer. En el París de los cincuenta, además, el catalán tuvo la fortuna de conocer a figuras señeras del surrealism­o: Marcel Duchamp, Man Ray o Max Ernst. Aparenteme­nte,

queda muy poco rastro de esa influencia en su pintura, salvo en el hecho nada menor de mostrar al joven Marsans el hechizo de la composició­n automática. Gracias a ello, Marsans pudo adoptar el papel de médium, algo así como un alma vigilante que aguardaba una aparición reveladora ante el papel. Este método hecho de impulso alcanzaría el cénit en su acercamien­to a En busca del tiempo perdido. Según confesión del propio Marsans, “el trabajo sobre Proust es automático siempre. Yo suelo partir de unos garabatos automático­s, que de pronto se me enganchan a algo que está durmiendo en el subconscie­nte”.

A diferencia del ilustrador convencion­al, Marsans refleja aquello que leyó en el pasado y ha sido filtrado por la memoria. Rara vez pinta o retrata lo inmediato de la vida, o de una obra, sino aquello que la marea del Tiempo ha ido depositand­o en su playa. Cuando se habla de la relación casi mágica que Marsans mantiene con Proust, en una complicida­d no igualada, conviene recordar que esa relación va más allá de su devoción por una de las cumbres artísticas del siglo XX. Se diría que en este caso importa tanto la temática como la actitud para captarla y retenerla.Luego,lacreación.Essindudao­tra

Del mismo modo que Proust no era un autor que escribía en los cafés, tampoco Marsans salía al mundo con un caballete

El pintor explicaba que su trabajo sobre Proust era “automático siempre, partía de unos garabatos automático­s”

similitud entre estos dos grandes artistas cuyo arte reside en el reencuentr­o con lo vivido. Del mismo modo que Proust no era un autor que escribía en los cafés, copiando al natural las palabras de la gente, tampoco Marsans salía al mundo pertrechad­o con un caballete y una caja de pinturas. Es cierto que el maestro de Barcelona poseía una sólida formación figurativa y apreciaba además la obra de genios que comenzaron a ponerla en cuarentena, como Cézanne. Pero sus motivos de inspiració­n no son el Mont Sainte-Victorie, o los pueblos de la Provenza, sino el paisaje físico y moral de un libro.

Es precisamen­te en sus páginas donde Marsans va encontrand­o por así decir los accidentes y relieves de la naturaleza, hasta conformar un asombroso atlas de geografía humana. Solo así podemos comprender el ansia obsesiva por dibujar a tantas criaturas de ficción que escapan del texto como una galería de fantasmas. Seres que estuvieron vivos, sí, en la juventud de Proust, que luego renacieron en su madurez a través de la palabra, y que por último resucitan ahora a través de unos trazos de tinta negra que llevan por igual cenizas y diamantes. Ese es el

Proust de Marsans, que sigue asombrando por su extraordin­aria delicadeza, no reñida con la hondura, puesta al servicio siempre de una obra maestra que nos habla de los estragos que el Tiempo –ese gran escultor de Yourcenar– provoca en la criatura humana. Y en todo lo que toca.

Es necesario señalar, por último, que esta extraordin­aria exhibición de arte abarca otras esferas de Marsans que coinciden con el imaginario proustiano. Es el caso de las legendaria­s biblioteca­s del pintor barcelonés (libros en los que acaso comenzaría a recordar el narrador de À la recherche), o los crepúsculo­s de Venecia, o los bulevares desiertos de Barcelona, que nunca fueron tan parisinos, aunque pasados por un sueño de Bergman, o esas vistas junto al mar, que nos recuerdan al Lido, donde la angélica figura de Tadzio se proyecta al contraluz señalando un amanecer velado a los viejos que agonizan en la playa. Todo esto pertenece a Marsans, en la medida en que es testimonio de la mejor cultura europea, pero también a Proust. O viceversa. Por eso, en esta apasionant­e ceremonia del tiempo recobrado, las figuras del genio francés y del gran pintor catalán resurgen con una luminosida­d sobrenatur­al, unidos en la vida, en la muerte y en el arte, prolongand­o un diálogo que logra vencer, por un instante, a ese monstruo de condena y salvación. Llamado Tiempo. |

De Proust a Marsans. A la recerca del temps perdut COMISARIOS: GLÒRIA FARRÉS Y ÀLEX SUSANNA. FUNDACIÓ VILA CASAS, ESPAIS VOLART, BARCELONA. WWW. FUNDACIOVI­LACASAS.COM. HASTA EL 15 DE ENERO.

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 ?? ?? Las obras de la exposición fueron realizadas por Marsans entre 1965 y el final de sus días y pertenecen a diferentes coleccione­s privadas
Las obras de la exposición fueron realizadas por Marsans entre 1965 y el final de sus días y pertenecen a diferentes coleccione­s privadas
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Luis Marsans explicó en la película ‘La sombra y la imagen’ su proceso creativo

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