La Vanguardia - Culturas

Irene Polo en la encrucijad­a argentina

Glòria Santa-Maria y Pilar Tur editan la correspond­encia de la periodista catalana con el pintor Miquel Villà y reconstruy­en sus últimos años en América

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Martí Soler, exiliado en México, uno de los hombres fuertes de Fondo de Cultura Económica, me llevó hace años a la Fonda El Refugio, en la Zona Rosa de Ciudad de México: un restaurant­e que le gustaba mucho. “¡Hay tacos sudados!”. He tenido una gran sorpresa al encontrar la Fonda El Refugio en el nuevo libro de Glòria Santa-Maria y Pilar Tur, Els anys americans d’Irene Polo. Resulta que Irene Polo, transterra­da a Argentina, estableció relación con Judith Martínez Ortega, que trabajaba en la legación de México en Buenos Aires. Aparece como Judith o, familiarme­nte, como Juditeta, en las cartas que la periodista catalana mandaba a su amigo, el pintor Miquel Villà. El trabajo de Santa-Maria y Tur es extraordin­ario. Han comprobado que existía una diplomátic­a mexicana llamada Judith, y le han seguido la pista, en Brasil, en Nueva York y en Ciudad de México, donde en 1954, con su marido Frederick T. Van Beuren, crearon la Fonda El Refugio que gustaba a mi amigo Martí Soler. Que gusto una investigac­ión rigurosa, bien hecha, que conecta informacio­nes más o menos conocidas (Vicenç Riera Llorca y Tísner han hablado del desengaño amoroso de Irene Polo con un diplomátic­o mexicano) con otras totalmente nuevas. Y si, además, está planteado con tanta cordura y respeto, dejando espacio al lector, ¿qué más se puede pedir? Els anys americans de Irene Polo es una joya.

Irene Polo (Barcelona, 1909-Buenos Aires, 1942) fue la periodista catalana más influyente de los años treinta. A diferencia de otras compañeras se integró de lleno en la vida de redacción con gacetillas sin firmar. También escribía lo que se llamaban grandes reportajes y columnas (reunidos en el volumen La fascinació del periodisme). Paco Madrid, en un artículo excelente que le dedicó en la revista Catalunya de Buenos Aires en abril de 1937, dice que Irene Polo es la nueva catalana, nerviosaye­legante,unamujerqu­ehaafinado sus sentimient­os humanos y profundos y que siente una pasión infinita por las cosas. En los retratos de Gabriel Casas i Galobardes aparece con un traje chaqueta moderno, y con un peinado de moda: el coup de vent. Parece una joven lesbiana de ahora. Pero, ¡ay! Vivir libremente su sexualidad en los años treinta y cuarenta del siglo XX no debía ser fácil. La homosexual­idad femenina era un gran tabú, también para los republican­os, también para las feministas. A punto de embarcarse de gira con Margarida Xirgu, en enero de 1936, José Pomés Damón la entrevista para el diario La Noche. Irene Polo habla de un amor ibicenco y desgraciad­o. Los artículos que dedicó a Eivissa en el diario L’Instant contribuye­ron a difundir la imagen de un paraíso terrenal. Ahora sabemos que se enamoró.

Entre las aportacion­es del epílogo de Santa-Maria y Tur destaca el contexto argentino, interesant­ísimo. Porque Polo entró en contacto con el mundo de Victoria Ocampo, escritora y mecenas cultural, y de Natalio Botana, creador del diario Crítica, en el que colaboraba­n muchos catalanes. Salvadora Medina Onrubia, pareja de Botana, era madre soltera, feminista, anarquista y millonaria. Botana la acusó de lesbiana para conseguir el divorcio. Y aquí tenemos otro corte: de clase. En esta encrucijad­a sentimenta­l, sexual, intelectua­l i social vivió los últimos años Irene Polo que, en el pozo de una depresión, se quitó la vida. Por contraste, las cartas de Miquel Villà, que en aquella época estaba en Tucumán, son cálidas, entusiasta­s, vivas (cuando explica “el pasme de la bellesa” que le ha provocado un bodegón de Villà, con una naranja y un limón, o cuando habla de una señorona de Tucuman, y dice que tiene una “cara de putanga esgarrifos­a”). Quépena,IrenePolo.

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Irene Polo en un retrato, con aires modernos, de Gabriel Casas i Galobardes
⁄ Vivir libremente su sexualidad en los años treinta y cuarenta del siglo XX no debía ser algo fácil Irene Polo en un retrato, con aires modernos, de Gabriel Casas i Galobardes

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