Nora y la edad de oro de las ciencias humanas
Una de las razones por las que Gallimard, además de una editorial, constituye una auténtica institución de la cultura francesa, es el mimo con el que guarda y documenta su propia historia, tan rica. En los últimos años ha publicado una batería de volúmenes con motivo del centenario de la casa fundada por Gaston Gallimard en 1919; de la historia de la Nouvelle Revue Française impulsada por André Gide, que está en su origen; así como distintos epistolarios de autores de su catálogo (en primerísimo lugar Marcel Proust). Ahora se publica, con la habitual cubierta blanca de letras en negro y rojo, Une étrange obstination, la segunda y más jugosa parte de las
memorias de un puntal del sello, Pierre Nora. A sus 92 años recién cumplidos Nora es un intelectual de peso, miembro de la Académie Française; ha sido director de estudios en la École des Hautes Études y fundador y director de la revista Le Débat.
Durante casi seis décadas ha estado al frente de las principales colecciones de las llamadas ciencias humanas (algunos preferimos el término disciplinas humanísticas) en Gallimard. Nora sostiene que en los años setenta y ochenta se produjo una edad de oro de ese campo (él usa el término “belle époque”), en la que desempeñó un papel determinante. Entre las colecciones que corrieron a su cargo destaca la Bibliothèque des Sciences Humaines, inaugurada en 1966, con un elenco de autores impresionante: Elias Canetti (de quien señala su carácter “posesivo y devorador”, y que pasaba del amor al odio); Raymond Aron, quien “prefería seducir a sus enemigos que acercarse a sus amigos”, o François Jacob, cuyo libro La lógica de lo viviente tendió un puente “entre las ciencias duras y las ciencias blandas”.
Muy señaladamente, fue editor de Michel Foucault, a quien empezó publicando nada menos que Las palabras y las cosas y de quien le fascinó “la manera de tratar históricamente problemas que tomaba de la filosofía”. Acabaron distanciándose por la deriva políticamente radical del pensador.
Y del antropólogo Claude LéviStrauss, del que revela su método para quedar bien: cuando cualquier colega le enviaba un libro, lo que ocurría a menudo, lo abría al azar, escogía una o dos líneas y acusaba recibo, añadiendo en la misiva: “Como dice usted en la p. 121...”. El receptor celebraba que el maestro no solo le respondiera, sino que además ¡había leído su trabajo!
De estas figuras publicó Nora “títulos que fueron un acontecimiento intelectual, un éxito comercial inesperado y, para mí, una gran aventura intelectual y personal”. Títulos que fueron llegando a España a un ritmo más o menos ralentizado.
Otra colección notable a su mando
⁄ El editor de Foucault, Canetti, Aron, Duby y Le Goff hace a sus 92 años un balance de su época como gran prescriptor
fue la Bibliothèque des Histoires, con 200 títulos. En ella marcaron época los medievalistas Georges Duby y Jacques Le Goff, y muy especialmente el gran superventas de Emmanuel Le Roy Ledurie Montaillou, village occitain de 1294 à 1324, no precisamente un libro fácil, elaborado a partir de unas actas inquisitoriales, elogiado por François Mitterrand y celebrado en el programa Apostrophes. Aportación muy relevante de Pierre Nora fue la dirección de Les Lieux de Mémoire, obra colectiva en varios volúmenes aparecidos entre 1984 y 1992, hoy recogida en tres libros de 1.600 páginas cada uno sobre “lo inmaterial, lo material y lo ideal” de la nación.
La evocación que hace Nora de aquel momento de intensa renovación humanista, con amplia difusión más allá de los ámbitos especializados –en el epílogo señala melancólicamente la “doble recesión” actual, del medio académico y del gran público, respecto a libros como los que impulsaba– induce a cierta nostalgia por lo que representó quizás uno de los cantos de cisne del viejo establishment intelectual europeo.