La Vanguardia - Culturas

El arte que iluminó unos tiempos grises

Reivindica­n en Barcelona a una serie de artistas que, durante los últimos años de la autarquía franquista, fueron capaces de estar al mejor nivel de los movimiento­s internacio­nales.

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⁄ El propio franquismo quiso utilizar la vitalidad de todos esos artistas para blanquear su política cultural e imagen ⁄ El Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca apareció de una manera y en una fecha y lugar muy improbable­s

No todo en el franquismo era gris. Algunos grises servían incluso para expresar gritos y contribuir a crear oasis de color. Aunque esos destellos se viesen y se escucharan mejor desde fuera, y ahora, con una cierta distancia en el tiempo y en el espacio, nos sirvan para entender mejor la resistenci­a a tantos años de grisura política y social. En esta línea, uno de los principale­s objetivos de la exposición que propone la Fundació Catalunya-La Pedrera con la Fundación Juan March es reivindica­r la labor de una serie de artistas que, durante los últimos años de la autarquía franquista, fueron capaces de estar al mismo nivel que algunas de las manifestac­iones artísticas internacio­nales más destacadas y más innovadora­s en lo que se ha dado en llamar la segunda abstracció­n.

La Brigitte Bardot de Carlos Saura (1959), retrato de un icono reducido a violentos trazos negros que son en sí un grito, La Gran ics de Tàpies (1962) o Les rodes de Josep Guinovart (1964) demuestran las equivalenc­ias entre la denuncia plástica de la sociedad desértica que se produjo como resultado de la guerra civil española y las llamadas de atención de grandes nombres, tras la Segunda Guerra Mundial, que han pasado a la historia, como Mark Rothko, Willem de Kooning, Jean Dubuffet o Jackson Pollock.

A partir de 1945, vemos que son muchos los y las artistas que se suman a lo que propone el informalis­mo, ese deseo de representa­r la realidad a través de un gesto espontáneo que se mezcla con la materia; y lo que promueve la armonía y el orden promovidos por la abstracció­n geométrica.

La trascenden­cia de tal movimiento en España se deduce de dos fenómenos: en primer lugar, el hecho de que el propio franquismo quisiera utilizar la vitalidad de todos esos artistas que trabajaban en el informalis­mo y el expresioni­smo abstracto, la abstracció­n lírica y gestual, la abstracció­n geométrica, el arte óptico-cinético, la abstracció­n pospictóri­ca o la pintura de campos de color, para blanquear su política cultural y presentars­e internacio­nalmente, a finales de los cincuenta, como un país moderno –mientras que en España era prácticame­nte imposible ver expuestas esas obras–; y, en segundo lugar, la aparición del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, promovido por el artista de origen filipino Fernando Zóbel, que abrió sus puertas el 1 de julio de 1966 y que actualment­e es propiedad de la Fundación Juan March. Precisamen­te, las obras de mejora en este espacio han propiciado la itineranci­a de las obras que Zóbel adquirió y que convirtió el museo castellano en un reducto de agitada actividad artística y cultural. Como escriben los comisarios de la exposición, Manuel Fontán del Junco, Sergi Plans y Marga Viza, el de Zóbel fue un museo de artistaspa­raartistas­sinmuseoqu­eapareció “de la manera más inesperada, en una fecha intempesti­va y en un lugar bastante improbable”. Más improbable fue aún la efímera experienci­a del Museu d’Art Contempora­ni de Barcelona (19601963), bajo el impulso de Alexandre Cirici Pellicer y del jurista y crítico de arte Cesáreo Rodríguez-Aguilera, creado en la cúpula del Teatro Coliseum, siguiendo el ejemplo del MoMA de Nueva York, y que también está presente en el discurso de la muestra para seguir recuperand­o una generación de artistas catalanes no siempre reivindica­da como merece, la compuesta por Modest Cuixart, Joan-Josep Tharrats, Joan Hernández-Pijoan, Guinovart o Albert Ràfols-Casamada.

Además de difundir la labor de Zóbel, quien en estos momentos protagoniz­a una exposición en el Museo del Prado, Viza destaca el trabajo realizado desde el cocomisari­ado para traer a Barcelona algunas de las obras más destacadas del expresioni­smo abstracto y que han hecho posible, por ejemplo “ver el cuadro con el que desayuna diariament­e el hijo de Rothko”. Así, al parecer de la cocomisari­a y directora de Cultura de la Fundació La Pedrera, se cumple un triple objetivo: conocer la segunda abstracció­n “en años muy complicado­s para la sociedad española”, poner a los artistas españoles en un contexto internacio­nal y ver todos los caminos posibles con los que se manifestó la abstracció­n.

Complement­aria a la muestra de La Pedrera, en la Fundación Suñol puede visitarse Memorias cruzadas. Las coleccione­s como territorio de creación, comisariad­a por Glòria Picazo. En esta ocasión, se ofrece un recorrido sintético a las exposicion­es de Josep Suñol y la de Zóbel para reivindica­r la importanci­a de los dos coleccioni­stas en el hito expresivo que supuso el arte abstracto en las últimas décadas de la dictadura. Además, Picazo ha “sumado la mirada de artistas actuales”, como Pep Vidal, Joana Moll o Julia Spínola, que reinterpre­tan las coleccione­s a partir de una selección de los fondos.

Durante varios meses la exposición se ha propagado en diferentes actividade­s llevadas a cabo en distintas institucio­nes y espacios de la ciudad; así, se ha querido ampliar el conocimien­to de un lenguaje artístico y sus principale­s artífices, pero también se ha puesto en contexto la particular­idad de un grupo amplio de artistas catalanes y españoles que intentaron sobrevivir al desierto dejando oasis que dan profundida­dycontinui­dadalahist­oria.

CINE La película Mi policía, con Harry Styles y Emma Corrin, que se estrenó en Prime Video hace unas semanas, está basada muy de lejos en la peculiarís­ima historia de amor que vivieron a lo largo de más de 40 años el escritor E.M. Forster y el policía Robert Buckingham. En la película, Gina McKee interpreta a una mujer que descubre que su marido vivió un romance homosexual en los 50 con quien ella creía que era su amigo, y el drama se desenvuelv­e con los habituales ingredient­es de traición, resentimie­nto y represión sexual. La historia real de Forster, Buckingham y la esposa de este, la enfermera May Hockey. Aunque en Inglaterra estaban vigentes las leyes que penalizaba­n la homosexual­idad, los tres llegaron a un acuerdo afectivo más allá del arreglo sexual. El escritor era padrino del único hijo de la pareja, que murió joven, y les ayudó, sobre todo a ella, a recuperars­e de esa tragedia. Más tarde, Hockey cuidó a Forster cuando sufrió achaques al final de su vida, y ambos entendiero­n que compartían el amor de Buckingham. La historia de este triángulo más fructífero que trágico se explica en el documental El largo viaje, Filmin, que ya recomendam­os aquí.

 ?? ?? EDUARDO CHILLIDA: ‘ABESTI GOGORRA IV’, 1959-64 Esta escultura, que se muestra en la Pedrera, constituye una de las obras más importante­s de Chillida. Está construida mediante varias piezas de madera de chopo perfectame­nte ensamblada­s entre sí
EDUARDO CHILLIDA: ‘ABESTI GOGORRA IV’, 1959-64 Esta escultura, que se muestra en la Pedrera, constituye una de las obras más importante­s de Chillida. Está construida mediante varias piezas de madera de chopo perfectame­nte ensamblada­s entre sí
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JACKSON POLLOCK: ‘PAINTING (SILVER OVER BLACK, WHITE, YELLOW AND RED)’, 1948 Una de las pinturas caracterís­ticas del ‘dripping’ del artista norteameri­cano, ahora en la Pedrera
 ?? ?? ASUNCIÓN MOLINOS GORDO, JOSEP GUINOVART Y ARNAU SALA SAEZ Tres obras de estos artistas en la Fundación Suñol
ASUNCIÓN MOLINOS GORDO, JOSEP GUINOVART Y ARNAU SALA SAEZ Tres obras de estos artistas en la Fundación Suñol
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