Importantes naderías
La octogenaria Anne Tyler, premio Pulitzer, vuelve a la novela con una historia de familia de varias generaciones
French braid (trenza francesa) es el título original de esta saga familiar que Anne Tyler ha concebido, con alrededor de ochenta años, y que ha ambientado entre el año 1959 y las postrimerías del verano del 2020. Se pretende mostrar en ella cómo una serie de resentimientos o tensiones producidos en el seno de una familia pueden extenderse a lo largo de seis décadas.
El lugar para ello, como suele suceder en las obras de la autora norteamericana, es la ciudad de Baltimore, donde conoceremos a los Garrett: a la pareja formada por Robin y Mercy, y a sus hijos: dos adolescentes, la responsable Alice y la enamoradiza Lily, y David, de siete años.
Este es, fundamentalmente, el meollo de la historia: la forma en que esos personajes se tratan y crecen, desde que comparten un tiempo vacacional en un lago, tienen aspiraciones de casamiento, o se abren al conocimiento de las vidas de primos o demás parientes. Es un texto que desgrana conversaciones en apariencia intrascendentes, que pueden tener un doble efecto: llegar a confundir o aletargar al lector, por lo irrelevante de multitud de diálogos, en un relato donde no parece arrancar conflicto alguno que dé fuerza al conjunto; y, por otro lado, cautivarlo mediante las nimiedades familiares que, en potencia, esconden todo un rico universo de sentimientos, recuerdos y emociones.
Se diría que la esencia de Historia de una trenza es, sobre todo, la exploración de las inseguridades humanas insertadas en la obligatoriedad de la convivencia, mientras los personajes se hacen adultos o incorporan a la persona amada en el ambiente familiar. Lo más destacable, en este sentido, es que Tyler estructura la narración centrándose en cada capítulo en un miembro de la familia.
Así, tenemos a Mercy, quien, en cuanto David abandona la casa –la novela alcanza el momento en que este se jubila como profesor y tiene que usar Zoom para comunicarse con su familia a causa de la covid–, intenta cumplir con su sueño de ser pintora; también a Lily, que de repente se queda embarazada de otro hombre que no es su marido: en fin, las importantes naderías, como diría Jane Austen, capaces de generar un desafío narrativo.
Pero, como apuntábamos, ese es el aliciente tanto como el hándicap de trenzar las vidas de varios personajes de clase media que no destacan ni por sus empleos, ni por sus pensamientos, ni por sus iniciativas. Gente convencional con sus expectativas, afectos y desconfianzas mutuas que va dando forma a una novela de tinte psicológico.
De diez en diez años, los miembros de la familia Garrett surgen con sus conquistas y desvelos, cumpliendo con lo previsto: el ingreso en la universidad, casarse, tener hijos, o el desgaste matrimonial. Todo empezará en el 2010, cuando Serena –nieta de Robin– y James vuelvan a Baltimore desde Filadelfia, donde ella ha conocido a los padres de él, y vaya emergiendo cómo de diferente puede ser la concepción de tener una familia, y cómo nos resultan tan desconocidos sus miembros por más que nos sintamos unidos a ellos, pase lo que pase.