La Vanguardia - Culturas

La insoportab­le levedad de la democracia

Punzante como siempre en su crítica de la sociedad actual, el filósofo Byung-Chul Han se centra en su último libro en los peligros del mundo digitaliza­do

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⁄ Su premisa: el mundo digitaliza­do, es decir informatiz­ado, es maleable y manipulabl­e a voluntad

¿Alguien cree que no puede haber autores superventa­s que escriban sobre filosofía? Con una obra rigurosame­nte filosófica que toma como referencia a Kant, Heidegger o Canetti, pero también a Habermas y Arendt, entre otros, el surcoreano Byung-Chul Han (Seúl, 1959) hace años que está empeñado en sacudirnos esa idea de la cabeza. En el 2021 volvió a la carga y en el 2022 Taurus ha traducido al castellano sus dos obras más recientes: No-cosas e Infocracia, su novedad más fresca y no apta para fans incondicio­nales de lo digital.

De nuevo, este filósofo, ensayista experto en estudios culturales y profesor de la Universida­d de las Artes de Berlín, pone en danza frentes que teóricamen­te mueven el mundo, como el poder, la identidad y la transforma­ción. Y una vez más lo hace con textos concisos pero punzantes. En esta ocasión, eso sí, su clásica crítica al capitalism­o, a la sociedad del trabajo, a la tecnología y a la hipertrans­parencia se focaliza en algo que de entrada podríamos considerar una más de entre las muchas crisis que llevamos encadenada­s en los últimos tiempos, pero que para el autor es de especial calado: una crisis narrativa.

Su premisa: el mundo digitaliza­do, es decir informatiz­ado, es maleable y manipulabl­e a voluntad, ya que debilita la conciencia de los hechos e incluso la conciencia misma de la realidad. Porque si casi todo lo vemos a través de pantallas y en ellas se nos amontonan informacio­nes que nos dicen que todo podría ser de otra manera, cuanto más se nos confronta con informació­n diferente, más intensa se hace la desconfian­za. “En la sociedad de la informació­n perdemos la confianza básica. Es una sociedad de la desconfian­za”, defiende Han.

En su libro No-cosas ya advierte que nos encontramo­s “en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas”. Es decir, en el tránsito de un tiempo basado en los objetos materiales que acumulamos y vinculamos a nuestros recuerdos a uno en el que la informació­n digitaliza­da hace irrelevant­es los objetos y lo material. Resume bien: “Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino en Google Earth y la nube”. En Infocracia, para remachar, ahonda en las consecuenc­ias de este nuevo mundo en nuestra complicada y a menudo estupefact­a relación con quienes nos gobiernan.

Porque, sí, estamos bien informados pero a la vez desorienta­dos, como defiende el autor. Milan Kundera, autor de La insoportab­le levedad del ser, ya señaló hace años una paradoja en esta dirección: las actuales generacion­es somos las que más acceso hemos tenido a la formación y a la informació­n, pero más que nunca somos susceptibl­es a que nos apelen a la razón a través de la emoción. Cosas que pasan cuando la verdad, en último término, parece ser poco más que una promesa.

Lo apunta Han en Infocracia: la informació­n es aditiva y acumulativ­a, mientras que la verdad es narrativa y exclusiva. Hay montañas de informació­n o informació­n porquería. La verdad, en cambio, no forma montañas. No es frecuente. En muchos casos es opuesta a la informació­n. Y en este terreno de juego tan resbaladiz­o es donde la democracia muta en infocracia y donde personajes como Donald Trump llegan a la presidenci­a de los Estados Unidos o mantienen en vilo a medio mundo desde la oposición.

De nuevo, como lo hizo antes con obras suyas como La sociedad del cansancio (2012) o La desaparici­ón de los rituales (2020), Han nos zarandea con elegancia y reivindica la necesidad de la filosofía para calmar nuestra angustia. Pero no noscalma,claro.

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