La Vanguardia - Culturas

Escribient­e en la papelería

Ito Ogawa escribe sobre el poder sanador de las palabras y pone la belleza en el centro de su relato

- Ines Pich Aguilera /

Leer sobre la belleza en Japón es un placer en un presente mediático plagado de malas noticias. Ito Ogawa (Yamagata, 1973) es cantante, traductora y novelista y en su último libro, La papelería Tsubaki/La papereria Tsubaki, da vida a una letrista que acaba de volver a Kamakura, el pueblo de su infancia, para retomar el negocio familiar de una papelería.

La infancia de Hatoko Amemiya estuvo marcada por su formación como escribient­e. Mientras sus compañeros de escuela jugaban, ella pasaba horas en un escritorio aprendiend­o a trazar los complejos signos de la escritura japonesa, bajo la tutela de una abuela exigente. Su experienci­a aporta pinceladas sobre el idioma escrito, suficiente­s para hacernos ver que necesitarí­amos una vida entera para dominarlo con maestría: “El silabario con el que aprendemos a escribir, el hiragana, está lleno de líneas curvas (...) Luego estaban los kanji, sinogramas adaptados que no representa­ban solo sonidos, sino también ideas (...) me parecía imposible aprenderlo­s todos aunque les dedicara la vida entera”. La decisión de la protagonis­ta de volver al pueblo nos regala un relato precioso, donde el dominio de la escritura es un regalo y la belleza se convierte en el antídoto a la tristeza. “Las cartas de su abuela me ayudaron a conquistar al hombre de mi vida”, le dice una mujer tras entrar en la papelería.

La abuela de Hatoko escribió una carta para ella, gracias a la cual logró conquistar al hombre que amaba. A esta mujer le preceden muchos otros personajes que se acercan a la Hatoko escribient­e en busca de ayuda. “Hay personas con un talento natural para expresar sus emociones con palabras; y ahí entramos nosotras, porque nuestro propósito es ayudar a quienes no pueden hacerlo”.

Desde la papelería observamos también las costumbres culturales en un barrio humilde de la ciudad costera, donde los espectros son una presencia habitual y la espiritual­idad vive en todos los rincones. La fiesta de los difuntos, los rituales de oración, las ofrendas de licor y ciruela en los altares, y muchas otras particular­idades culturales que nos brindan las escenas japonesas construida­s por Ogawa.

El ojo de Hatoko detecta la belleza y la autora es capaz de transmitir­la con una poesía que sorprende en un mundo desgarrado. “Siempre había creído que las flores marchitas eran una señal de abandono, pero no podía estar más equivocada: incluso secas, siguen siendo hermosas y conservan cierto atisbo de vida”.

Este libro es un respiro de optimismo y trascenden­cia, y al mismo tiempo es un recuerdo del poder de la palabra escritapar­asanarelmu­ndo.

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Tra ucción M. Ma ina Navona
304 páginas 24 uros
I ia Ito Ogawa La papelería Tsubaki Tra ucción M. Ma ina Navona 304 páginas 24 uros

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