Viajes espirituales
En la era del turismo de masas, hay otras formas de viajar: el peregrinaje a aquellos antiguos lugares marcados por la espiritualidad, donde el camino es también un recorrido de introspección
n“Matsúo Basho en sus Sendas a Oku (Atalanta) dice que “los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje”.
Muchos de nosotros contemplamos la vida como viaje y hacemos de este una fuente inagotable de sabiduría y conocimiento. En la era del turismo de masas, las selfies y los destinos serializados, se está abriendo una brecha hacia esa otra forma de viajar. Regresan
los viajeros románticos, aquellos que van en busca de lugares sagrados o de poder, quienes siguen la senda de los mitos y las leyendas o quienes simplemente buscan sanar desajustes vitales gracias al viaje.
Rabindranath Tagore en Gitanjali nos recordaba que “el viajero debe llamar a cada una de las puertas ajenas, para encontrar el templo más sagrado de su ser”. Buscamos fuera lo que llevamos dentro, pero en muchas ocasiones nos es preciso viajar para descubrirlo.
La globalidad en la que vivimos destierra la diferencia, lo original y lo auténtico. Las ciudades y los destinos cada vez se parecen más. Todo es homogéneo,perotodavíaquedansendas por descubrir. Son muchos los libros que nos incitan a viajar de un modo más profundo y personal. Existen viajes espirituales y múltiples peregrinaciones que redescubrir. Al final, cuando uno se echa a andar no hace más que unirse a esa cadena humana que lleva milenios transitando esos mismoslugaressagrados.Elcaminoesconocido. Donde habíamos creído estar solos, llegaremos el centro de nuestra existencia.
Peregrinar Peter Stanford
Como plantea en Peregrinos (Crítica), no es preciso ser religioso o espiritual para hacerlo. Peregrinar consiste en contemplar la vida con más detenimiento y profundidad. Cada paso que uno da es un aprendizaje, una oportunidad de observación, una toma de distancia con esa vida cotidiana que a veces nos oprime. Se puede peregrinar en grupo, por rutas trilladas y archiconocidas como el camino de Santiago, los 88 templos de Shikoku o la multitudinaria Kumbh Mehla que se celebra cada doce años en el norte de la India. También existen recorridos más íntimos y desconocidos como las misteriosas iglesias hundidas en la tierra de Lalibela (Etiopía), o la isla de Bardsey (Gales) a la que acudían los monjes celtas. Sin duda, el libro de este prestigioso
escritor, periodista y presentador televisivo, es una excelente guía para adentrarse en la historia de las diferentes peregrinaciones que recorren la historia de la humanidad. Lugares prohibidos como La Meca o de difícil acceso como Jerusalén. Otros masivamente atestados como Roma o Lourdes. Y también el recuerdo de viajeros legendarios como sir Richard Burton que en 1853 consiguió introducirse en La Meca disfrazado de beduino. Existe una nueva geografía basada en el poder espiritual. El hombre sin espiritualidad se ahoga, y sale en busca de ella para despertar o transformar su mundo interior.
Las religiones y la historia de sus fundadores han establecido la mayoría de lugares de peregrinación. Desde el apóstol Santiago, San Pedro, Mahoma o Buda, quien traza una ruta que arranca en Lumbini,sutierranatal,ysigueenBothGaya,el lugar donde se conserva el árbol de la iluminación, y finaliza en Sarnath, donde dio su primer discurso.
Naturaleza sagrada
No obstante, hay que tener presente la sacralidad inherente de muchos espacios naturales. En primer lugar, podemos hallar cimas como el Machu Pichu, a 2.500 metros de altitud en los Andes peruanos, con esa remota ciudad que permaneció oculta a los conquistadores españoles que llegaron en el siglo XVI. El mundo occidental la descubrió en 1911, cuando el historiador y explorador Hiram Bingham cruzó la selva guiado por Pablito Alvárez, un guía local de once años.
En Asia, probablemente la montaña mássagradaeselKailas.Deellanacencuatro importantes ríos: el Indo, el Brahmaputra, el Karnali y el Sutlej. Colin Thubron, uno de los mejores autores de libros de viaje, le dedicó Hacia una montaña en el Tíbet (RBA)y Raimon Panikkar junto con Milena Carrara también realizó su Peregrinación al Kailasa (Luciérnaga). Esta montaña es considerada el centro del universo por diversas religiones (hinduismo, budismo, jainismo, sijismo, bön).
Igualmente, la Kumbh Mela peregrina aPrayagraj,unaciudaddelestadodeUttar Pradesh donde confluyen tres ríos: el Ganges, el Yamuna y el invisible Sarasvati. Las aguas siempre han ido asociadas a la purificación y a ritos iniciáticos como el bautismo. En este lugar es donde, según el Mahabharata, el héroe Yudhishthira vino en busca de limpieza espiritual. El último Kumbh Mela del 2019 atrajo a ciento veinte millones de personas en una demostración de que las rutas espirituales no son algo del pasado sino algo vivo.
El camino de Santiago
Sin duda, el camino de Santiago es la ruta más popular de la actualidad. Desde 1993, cuando fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, la recorren cada año una media de trescientos mil peregrinos. En 1987, Paulo Coelho le dedicó una novela El peregrino de Compostela: diario de un mago (Planeta). Años después, Shirley MacLaine hizo el camino y escribió El camino: un viaje espiritual (Faro), como gurú espiritual de la new age que defendía la meditación a pie.
Son tres las rutas para llegar a Santiago. La más transitada es el camino francés que comienza en Saint-Jean-Pied-de-Port o en Navarra, Roncesvalles. El camino portuguésrecorredesuranortedesdeLisboa, Coimbra, Oporto y Braga. El del norte, partiendo de Irun, es el camino más duro y menos conocido. No importa la ruta por la que uno llegue a Santiago, sino el camino que se hace al andar. José Tono Martínez lo cuenta en el más reciente El anillo de Giges. Las peregrinaciones heterodoxas por Santiago (Evohé). Su libro nos habla de mujeres peregrinas y rebeldes, de la lámpara maravillosa de Valle-Inclán y de los alquimistas o buscadores de la piedra filosofal, en relación al camino de Santiago,unparajequepudosercontemplado como finis terrae o incluso el hades, el inframundo donde moran las almas.
Rituales
⁄ Se puede peregrinar en grupo y por rutas trilladas, o en recorridos más íntimos a lugares desconocidos
La mitología nos ofrece narraciones como las de Orfeo, Heracles, Gilgamesh o Jasón y los argonautas, donde el viaje místico e imaginario a lugares extraños y profundos deriva en ritos de paso. Espacios de muerte y resurrección. El descenso a los infiernos y a la caverna más profunda. Estas son otras formas de peregrinación y transformación personal o colectiva.
Ignacio Jáuregui ofrece en Rituales. Un viaje por el hilo que nos une (Fórcola) un ameno recorrido por los diferentes destinos vinculados al ritual. Lo hace de una forma personal, en ocasiones demasiado informal, pero su capacidad de recoger un sinfín de destinos es encomiable. Lugares como el Menakshi de Madurai (India), que se comprende como el templo-mundo con un universo autosuficiente. Todas las calles de la ciudad convergen en su centro, donde cada mañana los peregrinos entonan mantras milenarios como elgayatri.Templosqueocupanbarriosenteros como en Chennai, donde el ritual es la cotidianidad de cada amanecer. “Cada gesto y ceremonia nos devuelven a los orígenes y a esa fuente divina más grande que nosotros”, recuerda Jáuregui.
Pier Paolo Pasolini en El olor a India (Península) decía que “los indios han perdido tal vez contacto con las fuentes directas de su religión, pero continúan siendo sus frutos vivientes. Así, su religión, siendo la más abstracta y filosófica del mundo, se contemplacomoalgototalmentepráctico, como una manera de vivir”.
Las rutas de Oriente
Probablemente, eso mismo es lo que me llevó hace décadas por las sendas de Oriente. Me inicié en India, cuando pasaba una importante crisis vital y desde entonces no he dejado de regresar. Tíbet, Japón, Tailandia, Myanmar, Laos, Camboya… Las rutas de Oriente son inagotables. La espiritualidad se inserta en la cotidianidad de aquellos países. Allí existen formas de sincretismo religioso y una libertad que permite la convivencia de distintas creencias. Existe el politeísmo, la integración con lo sagrado, la devoción por los espíritus de la naturaleza, y esa idea tan poderosa de que Dios está dentro de nosotros. No es preciso seguir ningún credo, pero bajo las filosofías orientales y el viaje espiritual podemos resolver muchas de nuestras angustias cotidianas.
En La mirada de Oriente (Libros de Vanguardia) he querido condensar todas aquellas rutas espirituales que me han marcado. En cada una de ellas pude aprender y evolucionarcomopersona.Lugares tan lúgubres como la cárcel de Tuol Sleng (Camboya) me enseñaron lo que es el perdón. La peregrinación al Jokhang (Tíbet) me mostró el verdadero sentido de la devoción. Y parajes naturales como el valle de Cachemira me convencieron de la sacralidad de la naturaleza.
Viajar nos enriquece cuando lo hacemos como acto de introspección o ejercicio consciente de toma de distancia de ese mundo establecido del que procedemos. No es preciso que seamos héroes ni devotos sirvientes de una religión, pero, como ha demostrado un gran número de obras de la literatura de viajes, el viaje transforma. Viajamos para conocer al otro y acabamos conociéndonos a nosotros mismos, o como decía T. S. Eliot en el poema que cerraba sus famosos Cuartetos, “no cesaremos de explorar, y al final del camino, regresaremos al lugar donde empezamos y lo conoceremos comosifueralaprimeravez”.
⁄ No es preciso seguir ningún credo, pero bajo las filosofías orientales y el viaje espiritual podemos resolver muchas de las angustias cotidianas
preguntas entorno al significado de la vida, el sufrimiento y la muerte.
¿Qué hace que la gente regrese de nuevo a las sendas espirituales?
Ese sentido más amplio de explorar nuestra historia y sentido de la vida. En el mundo occidental la religión establecida está en declive y sus líderes se han deshonrado a sí mismos con su hipocresía y no practicando lo que predican. Esto no implica que esas mismas preguntas sobre el sentido de la vida, el sufrimiento o la muerte hayan dejado de rondar por su cabeza. Dado que la ciencia sirve para explicarlo casi todo, hoy hablar abiertamente de espiritualidad o temas religiosos, parece anticuado. Pero en las rutas de peregrinación esto se invierte. Los peregrinos no hablan del mundo, la política, el consumismo o esos tópicos que nos rodean, sino de temas más profundos. Esos que han interesado a todos quienes han recorridos estos senderos. Supone una sincera y sana liberación.
¿Cuáles son las características y condiciones de una ruta espiritual?
Un sentido de la historia y una larga tradición de peregrinaje. Incluso, un sentido de llevar tu cuerpo hasta el límite. Muchas antiguas rutas de peregrinación eran duras y largas, suponían una forma de penitencia o castigo para expiar nuestros excesos. Así se alcanzaban destinos como Roma, La Meca, Jerusalén o Santiago de Compostela. Se trataba de llegar en un estado más puro y abierto a Dios. Esas rutas se han descrito como lugares donde las reglas establecidas no sirven. Espacios estrechos, donde la distancia entre el mundo tangible y espiritual, entre cielo y tierra, es más pequeños.
¿Qué vínculos existen entre los primeros peregrinos y nosotros?
Hay un potente sentido en las rutas de peregrinación de estar siguiendo los pasos de las anteriores generaciones. Literalmente seguimos sus huellas y espiritualmente estamos en la misma búsqueda de significado desde hace siglos. Nuestras vidas pueden ser muy distintas y también las circunstancias materiales, pero seguimos confrontando las mismas cuestiones esenciales sobre la vida, el sufrimiento y la muerte. Con ese sentido de conexión con generaciones anteriores hay también el descubrimiento de que somos la última en largo tiempo. El siglo XXI nos enseña la importancia de cada individuo y nuestros derechos como ser individual. Sin embargo, las antiguas sendas de peregrinación nos hablan desde otra perspectiva. Somos simples granos de arena en el curso de la historia y los siglos de búsqueda religiosa.
¿Cuáles son sus dos rutas preferidas?
Mi ruta favorita en mi país es la peregrinación del norte de Gales, cerca de donde nací y crecí. Sigue el antiguo camino que seguían los peregrinos desde el este, cerca de la frontera con Inglaterra, en Holywell, un pozo de sanación que data del siglo VII d.C., cuando los visitantes se bañaban en sus aguas y rezaban en su templo. Toma la dirección hacia el oeste y acaba bajando a la península de Llyn, cruzando el puerto de Aberdaron hasta la isla de Bardsey, ya en barco. Fue una de las grandes peregrinaciones medievales. Quienes la cumplían dos veces en la vida hacían el equivalente a una peregrinación a Roma. Hoy nadie reside en Bardsey pero puedes visitar las ruinas de la abadía celta del siglo X d. C. Recorriendo la línea de la costa, verás el mismo mar ante el que los monjes celtas se maravillaban, una vasta y azul inmensidad que contemplaban como el cielo en la tierra. Bardsey es llamada la isla de los 20.000 santos celtas. Sus cuerpos, recogidos por la bahía de Cardigan, fueron quemados aquí. Cuando caminas por esta tierra puedes sentirlos. Es algo mágico.
En el extranjero, mi ruta favorita es Lalibela, en el norte de Etiopía, en las montañas donde los cristianos ortodoxos se reúnen por millares para rezar y rendir culto a sus once bellas iglesias. Cada una erigida bajo tierra, en grandes fosas excavadas hace novecientos años. Algunas están talladas en la roca y otras se elevan en el centro de su fosa. En ellas se celebran las misas. Nadie sabe porque las construyeron así, ni cómo, pero el misterio sólo hace que reforzar el sentido de estar en un lugar fuera de este mundo. Hice una visita en el 2010 y querría regresar, pero una guerra civil me lo impide.
¿Hoy la espiritualidad reside en sociedades rurales o primitivas? ¿Dónde encontramos la espiritualidad?
Bueno… puedes encontrar la espiritualidad en cualquier sitio, pero algunos lugares nos empujan o elevan más fácilmente en la dirección correcta. Las viejas iglesias funcionan bien para este propósito. No obstante, esto suele significar una forma de compromiso con las instituciones religiosas que muchos rechazan. Su búsqueda espiritual es individual y libre. Está hecha según sus gustos o reglas. Los caminos de peregrinación te dan la libertad de dar forma a tu espiritualidad y por eso son tan populares de nuevo.
⁄ Los caminos de peregrinaje brindan la libertad de dar forma a lo espiritual y por eso son tan populares