Los materiales del humanismo
⁄ Las figuras esenciales que hicieron posible el Renacimiento son el humanista, el príncipe y el artista
La Biblioteca Nacional de Francia afronta en su edificio histórico de la Rue Richelieu una exposición que partiendo de la invención del Renacimiento ofrece nueva luz sobre las tres figuras esenciales que lo hicieron posible, el humanista, el príncipe y el artista. Y lo hace en cinco espacios: 1. El gabinete privado de los hombres de letras, ese studiolo donde los vemos rodeados de libros, atentos a los que ellos dicen, afectados por su presencia. 2. Petrarca como figura clave visto desde la obra que le rodea, los libros y los bellos manuscritos, con su propio perfil a mano en uno de ellos. 3. El estudio de la antigüedad y el gusto de lo antiguo, desde la recuperación de la Historia Romana de Tito Livio y el aprecio por lo clásico hasta la necesidad de conservarlo en bellos manuscritos. 4. “El saber y la gloria”, donde se halla el mensaje: el humanismo es una reforma intelectual y moral, un movimiento de recuperación de la antigüedad a la vez que una aspiración a reconocer en el hombre el sentido de la libertad, de la dignidad humana 5. El paso de la biblioteca humanista a la Biblioteca del Príncipe, raíz de las bibliotecas nacionales. tectura, pintura y escultura, sino también en el mundo del objeto. Si nos atenemos a las biografías de los objetos expuestos en la exposición del Hotel de la Marina encontramos un inmenso material informativo sobre el cambio del grupo social durante el Renacimiento. El renovado gusto desarrolla algunas actitudes sociales como el coleccionismo, el mecenazgo, el altruismo y las controversias sobre materiales, estilos, figuras, acabados, que van configurando especialmente los objetos de un alto valor, por supuesto artístico, pero también económico. Este gusto renovado inicia en la sociedad europea los procesos de polarización social, son los grupos acaudalados quienes tienen acceso a estas obras, los que las disfrutan y las introducen en su esfera privada. Esta polarización social, por lo tanto, se ve reflejada en las maneras de acercarse al arte.
De ahí que nos sorprenda encontrar un arte muy refinado, costosísimo por los materiales, por la orfebrería, por el desarrollo de una cerámica que por una vez se pone a la altura de las cerámicas procedentes de Oriente, China, Japón, India y otros lugares, y esto afecta a los objetos de casa, pero también a la indumentaria con la que además también quieren representarse, en los retratos, que a la vez exigen la presencia de grandes pintores en su oficio de retratista, los Holbein, los Pantoja de la Cruz, que entran en la privacidad de estos personajes acaudalados que gustan representarse a sí mismos con todas sus riquezas.
El Renacimiento no esconde la riqueza, la muestra, en un territorio que hoy es controvertido, a pesar de que mantiene de forma inconsciente la fascinación por glamuroso porque, al igual que en las fiestas del Renacimienacto to, hoy en cualquier social, como la fiesta del MET, la sociedad acaudalada muestra sus galas. Este universo que sin pretenderlo se orienta hacia el manierismo, que es la modalidad en la que el gusto se encuentra consigo mismo, se ve en los brocados, los tejidos o los escritorios de viaje, una de las grandes pasiones del siglo XVI gracias a los cambios de los carruajes, al igual que las gemas, algunas recuperadas de camafeos antiguos, o las perlas, emblema del buen gusto en el Renacimiento y lo que vino después.
L’Antico (Pier Jacopo Alari Bonacolsi): ‘Meleagro’. Mantua, c. 1484-1490
El héroe griego Meleagro persigue al jabalí Calidón enviado por la diosa Artemisa para devastar su tierra. Bonacolsi sigue tanto los modelos clásicos que se le llama “el antiguo”