Volcada al exterior
Una casa poco complicada en lo alto de Alella para gozar del paisaje marino y boscoso y del benigno clima que reina en la zona la mayor parte del año
En ese día soleado de invierno, que en el Maresme son muchos, el mar, veteado por franjas de plata, presumía de un azul más intenso que el del cielo. Son días que, si no hay un asunto urgente que lo demande, no apetece estar en el interior de la casa. El jardín y la terraza, que se proyecta al horizonte como la proa de un barco, tientan mucho para trasladar al exterior cualquier actividad obligada. Y si no se tiene, es mejor dejarse llevar por la molicie de mirar simplemente el paisaje, cerrar de cuando en cuando los párpados ante la cegadora luz y respirar el aroma de los pinos. A esas tentaciones invernales, en verano se añade la de zambullirse en la piscina, y contemplar en su extremo desbordante cómo el azul del agua se confunde con los otros azules mientras cantan las chicharras.
La casa parece haber sido proyectada para sacar el máximo jugo a esta comarca cercana a Barcelona, de clima benigno y paisaje suave. Situada en la ur- banización Can Magarola de Alella, en lo alto de una cumbrera que se asoma a dos valles, su envidiable posición le permite gozar de la visión del mar rodeada de un paisaje boscoso. Un bosque que también tienta a adentrarse en su espesura. Lindando con un lateral del jardín pasa un antiguo camino de traginers, que con mulos abastecían a los mercados de la costa de hortalizas y frutas cultivadas en el interior. Así, solamente hacen faltan unas buenas piernas para que andando o en bicicleta se llegue hasta Vallromanes, La Roca del Vallès, Cardedeu..., sin pisar el asfalto.
Con un entorno tan privilegiado, los actuales propietarios decidieron en 1998 construir una ca- sa funcional y sin complicaciones arquitectónicas para poder precisamente disfrutarlo al máximo. De ahí que se apostase decididamente primero por el jardín, llano, con zonas cubiertas de césped y otras de losa cerámica, con rincones al sol y otros a la sombra bajo una espléndida pérgola, con flora mediterránea , y una piscina suficiente para la natación, acompañada de tres altivas palmeras que añaden un toque exótico al conjunto.
La casa, de estructura simple, la conforma un volumen de una sola planta y otro colateral con dos pisos. La planta baja ocupa un gran espacio y tiene varias salidas al jardín. Aquí se sitúa el salón comedor, con un ambiente central y otro encarado a la chimenea. A su vera, la cocina, también con vistas al jardín, y jovialmente iluminada por la luz natural. Completa la planta una gran habitación doble con un amplio cuarto de baño. Arriba, una recoleta galería ideal para la lectura y el recogimiento viendo el paisaje, con salida a una gran terraza mirador, y dos habitaciones dobles, con sendos cuartos de baño.