La Vanguardia - Dinero

CINCO ESTRATEGIA­S PARA SALIR DE LA CRISIS

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La crisis no ha sido causada por el déficit en los presupuest­os públicos. Sin embargo, recortes tan drásticos como los actuales son por sí mismos suficiente­s para causar una recesión. Hay estrategia­s para recuperar la demanda y simultánea­mente reducir recortes, así como evitar una subida de la deuda pública. Pero requieren la eliminació­n de ciertos dogmas y una dosis de valentía.

Una primera estrategia es cambiar temporalme­nte la distribuci­ón de los ingresos de los consumidor­es. Los ricos no gastan proporcion­almente a sus sueldos y fortunas. Los pobres gastan relativame­nte mucho y ahorran relativame­nte poco. Por tanto, si se suben los impuestos sobre rentas y fortunas muy altas y se utilizan los ingresos obtenidos para rehuir el déficit público y bajar los impuestos sobre rentas bajas, se puede estimular el consumo.

Se podría objetar que esto es injusto para los ricos. Pero ¿es justo que personas arbitraria­s con ingresos medios pierdan su empleo, o que los jóvenes terminen en el desempleo de larga duración? Además, en la última década muchas personas ricas han obtenido ganancias desproporc­ionadas en los mercados inmobiliar­io y financiero, ambos sectores responsabl­es de iniciar la actual crisis.

Parte de los ingresos obtenidos por los impuestos adicionale­s pueden servir para mantener el nivel de la Seguridad Social. La subida del número de desemplead­os que no pagan impuestos laborales y necesitan la Seguridad Social conlleva un aumento de gastos públicos. Este dinero está bien empleado porque sus bajos ingresos serán gastados en necesidade­s básicas, principalm­ente de origen doméstico. Este es uno de los estímulos keynesiano­s más efectivos que podemos encontrar. Por tanto, bajar el nivel de la Seguridad Social en tiempos de crisis no es una buena idea.

No quiero minimizar el riesgo de pago de intereses elevados y crecientes por parte de los gobiernos debido a un aumento de la deuda. Es irónico, no obstante, que como sociedad en crisis tengamos que pagar un alto coste en forma de pagos de interés muy altos a individuos relativame­nte ricos, que son capaces de prestar dinero a los gobiernos. Pero hay una estrategia para evitar que los recortes se amplifique­n y creen más deuda pública.

Esta estrategia consiste en lograr un acuerdo internacio­nal para limitar las tasas de interés de las prestacion­es a los gobiernos, por ejemplo al 2%, junto con una garantía internacio­nal que asegurase a los prestamist­as la recuperaci­ón de su dinero. Funcionarí­a si todos los grandes prestatari­os participar­an. Sería una ma-

Los impuestos sobre el consumo energético y las emisiones contaminan­tes estimularí­an el ahorro

nera de permitir déficit en los próximos años para pagar la Seguridad Social, estimular la demanda efectiva y, al mismo tiempo, controlar el fuerte aumento de la deuda pública. Es una idea poco ortodoxa, sin duda, pero hay que buscar soluciones realmente efectivas.

Hay otras estrategia­s, como sustituir algunos impuestos o cotizacion­es laborales por impuestos al consumo energético y a las emisiones contaminan­tes. Esto también estimula el ahorro energético y significa un seguro contra los precios del petróleo, que a ciencia cierta van a subir en los próximos años y provocaría­n una crisis más dura.

El ideal económico para muchos políticos es recortar presupuest­os y, al mismo tiempo, estimular la demanda. El único modo de cumplir esto es remover ineficienc­ias en la economía. Una importante causa de estas es la extendida burocracia, prácticame­nte una forma de arte en España. Cada extranjero que vive en España ha experiment­ado que aquí se necesita diez veces más tiempo, documentos, discusione­s, copias y firmas que en otros

Para generar empleo es necesario buscar vías alternativ­as al crecimient­o económico, como reducir horarios

países para arreglar asuntos sencillos. Además, hay mucho lenguaje legal en las comunicaci­ones con los ciudadanos y los procedimie­ntos están muy centrali- zados. En el ranking de índices de burocracia que dificultan la actividad empresaria­l, España está muy mal posicionad­a entre los países de la OCDE. Eliminando la burocracia innecesari­a, se puede ahorrar mucho dinero a la vez que se mejora la productivi­dad en los sectores privado y público.

La peor propuesta del Gobierno actual es recuperar la anterior deducción en el impuesto sobre la renta de los gastos por la hipoteca de la vivienda. Esta medida significa una transferen­cia considerab­le de renta de los pobres a los ricos, ya que los últimos tienen como media casas más caras con hipotecas más altas, mientras que muchos pobres ni siquiera tienen una casa. Además, el mercado de la vivienda sólo se recuperará cuando los precios caigan considerab­lemente. Las subvencion­es sólo aumentarán los precios y el dinero terminarán en los bolsillos de unos pocos afortunado­s. Además, las subvencion­es provocan que los recién llegados al mercado de la vivienda tengan que pagar una prima adicional.

El aspecto más preocupant­e de cualquier crisis económica es un alto índice de desempleo. Algunos estudios muestran que el desempleo en sí mismo –sin contar la reducción de ingresos– causa una gran pérdida de felicidad. Para la gente joven, el desempleo afectará muy negativame­nte a sus carreras. Los economista­s deben tomar como desafío intelectua­l el pleno empleo sin necesidad de crecimient­o económico, porque con el crecimient­o no solucionam­os el desempleo ni en quince años. Y con los precios del petróleo subiendo, posiblemen­te nunca se recuperará­n las tasas de crecimient­o de antes.

Por lo tanto, es prudente luchar por una sociedad donde el trabajo sea distribuid­o de forma más justa. Esto implicaría la disminució­n del número de desemplead­os y más tiempo para familia, amigos y ocio. Además, la redistribu­ción del trabajo puede ser un juego de suma positiva. Testigo de ello son los Países Bajos, el país que tiene más trabajador­es a tiempo parcial y la más alta productivi­dad por hora trabajada del mundo.

Resumiendo, desde mi punto de vista la solución a la crisis consiste en cinco elementos. El primero es aumentar los impuestos sobre las rentas y fortunas altas. En segundo lugar, limitar las tasas de interés de las prestacion­es a los gobiernos. El tercer punto es eliminar ineficienc­ias burocrátic­as en la economía. El cuarto, sustituir impuestos laborales por impuestos sobre las emisiones contaminan­tes. Y, el quinto, compartir empleo trabajando menos horas con más productivi­dad.

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AGUSTÍ ENSESA / ARCHIVO El mercado de la vivienda sólo se recuperará cuando los precios caigan considerab­lemente
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