El BCE rompe el molde del Bundesbank
Diseñado a imagen y semejanza del banco alemán, el BCE, que el jueves reúne a su consejo en Barcelona, ha roto el corsé forzado por la crisis
Inspirar el mismo respeto que su molde original, el Bundesbank, ha sido una auténtica obsesión para el Banco Central Europeo desde su creación en 1998. La estabilidad monetaria por encima de todo era el mantra del antiguo emisor alemán. La independencia del poder político, el secreto –a ojos de unos ciudadanos traumatizados por la hiperinflación que alumbró el nazismo– del milagro económico que siguió a la Segunda Guerra Mundial.
Lo que funcionaba para Alemania debía funcionar para Europa. Y el BCE heredó como única misión el control de la estabilidad de precios, sin distracciones como el estímulo del crecimiento, como es el caso de la Reserva Federal. Y a esa misión se dedicó plácidamente los primeros diez años de su existencia. Hasta que estalló la crisis de deuda y todo cambió.
Tras pactar el rescate de Grecia, en mayo del 2010, el entonces presidente del BCE Jean-claude Trichet tuvo que superar sus propios remilgos y, en medio de una ola de pánico en los mercados, empezar a comprar bonos de deuda griega y portuguesa para impedir el contagio de la crisis al resto de la zona euro.
Desde entonces, los choques con Alemania han sido continuos, y más sonados de lo que la discreción recomienda para institución tan sui géneris como el BCE, un banco central sin un Estado ni un Tesoro detrás.
Demasiados cambios y demasiado rápidos a ojos de los halcones del Bundesbank, que ven con preocupación cómo el BCE vuela solo, cómo la distancia entre sus palabras y sus actos se amplía, cómo se aleja, en definitiva, de su tradición ortodoxa.
“Tenemos que preservar la credibilidad del BCE, ¡es una de las pocas cosas que nos queda!”, reclamaba esta semana su actual presidente, Mario Draghi. El programa de compra de deuda, que el verano pasado se dirigió por primera vez a comprar bonos de España e Italia, se ha dejado en suspenso. Y mientras los países del sur le piden que intervenga en cuanto sea necesario, al norte del Rin se le exige que eche el freno y se dedique estrictamente a lo que le mandan los tratados.
La credibilidad del BCE es el caballo de batalla por excelencia de esta crisis. Qué puede hacer y
Lo que funcionaba para Alemania debía funcionar para el BCE, cuya misión se limita al control de precios
qué no, para preservar la estabilidad de precios en un momento en que lo que está en juego ya no es que la inflación suba unas décimas, sino que uno de sus socios sea asfixiado por sus deudas o por los mercados,
La fractura interna en el BCE a