La Vanguardia - Dinero

La misión de controlar los precios... y algo más

Con sede en Frankfurt, el BCE debe fijar la política monetaria para los diecisiete países del euro, tener en cuenta el crecimient­o y proveer de liquidez a la zona euro si es preciso

- Lalo Agustina

El 1 de enero de 1999, el Banco Central Europeo (BCE) se hizo cargo de la política monetaria de la zona euro, con una misión por encima de cualquier otra: el control de los precios. La institució­n tiene su sede en Frankfurt, capital financiera de Alemania, en una imponente torre situada en la ribera del río Main.

No es extraño que sea Alemania la que albergue los cuarteles generales de la institució­n. El país germano es el principal contribuye­nte del capital del BCE, con un 19%, seguido de las otras tres mayores economías de la eurozona: Francia (14%), Italia (12,5%) y España (8%). Sin embargo, nunca ha estado presidido por un alemán, aunque la influencia y control que ejerce este país sobre las principale­s decisiones está fuera de duda. El holandés Wim Duisenberg tuvo el primer mandato, hasta el 2003. En esa fecha le sustituyó el francés Jean-claude Trichet y el pasado octubre fue Mario Draghi, el gobernador del Banco de Italia, el que accedió a la presidenci­a.

Todos han tenido éxito en su misión fundamenta­l de controlar el alza de los precios. Como recordó Trichet en el momento de su adiós, la inflación media de la zona euro se situó en el 1,9% en los primeros años de la institució­n y después, durante su mandato. El BCE tiene como objetivo que la inflación se sitúe “cerca pero por debajo del 2%”. Por eso, el mismo Trichet estaba tan incómodo en el verano del 2008 cuando, a pesar de que ya había indicios de que Europa entraba en una profunda crisis, el BCE subió los tipos de interés para controlar una inflación que ya superaba el 4%. El petróleo, rozando los 150 dólares el barril, había destrozado todos los pronóstico­s y a un buen número de economías.

Y es que a los once estados miembros que iniciaron su andadura con el euro en 1999 se unieron después Grecia (2001), Eslovenia (2007), Chipre y Malta (2008), Eslovaquia (2009) y Estonia (2011). No es fácil gobernar una nave con pasajeros tan dispares. Por eso, para cumplir su misión, el BCE cuenta con el consejo de gobierno, que decide sobre la política monetaria de la zona del euro. El primer jueves de cada mes, el BCE celebra su reunión para decidir sobre los tipos de interés oficiales. En su segunda reunión, el consejo considera asuntos relacionad­os con otras funciones y competenci­as del BCE y del Eurosistem­a.

Este último punto ha resultado crucial en la actual crisis de la deuda soberana. El colapso que siguió a la caída de Lehman Brothers en septiembre del 2008 puso de manifiesto la necesidad de los bancos centrales de coordinars­e para proveer de liquidez al sistema y evitar un hundimient­o total de la economía. Para esto, el BCE se apoya en el Sistema Europeo de Bancos Centrales, integrado por el propio BCE y los bancos centrales de todos los países de la Unión Europea. Coexisten así el Eurosistem­a –con el BCE y los bancos centrales del euro– con el SEBC. Uno y otro se mantendrán operativos mientras continúe habiendo países de la Unión Europea fuera del euro.

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