La Vanguardia - Dinero

ACERTAR CUÁNDO HAY QUE COMPRAR

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Economista responsabl­e de estrategia de los diferentes negocios de Citigroup en España

En la bolsa española, los precios de las acciones son bajos, bajísimos en algunos valores, existe una menor tensión en la deuda, hay una clara decisión por parte del Gobierno sobre cuáles son las medidas de ajuste que hay que tomar (fiscal y estructura­l) y también se percibe un fuerte apoyo (verbal) internacio­nal. Además, están los primeros indicios de debate en Europa sobre el énfasis a futuro entre crecimient­o y ajuste fiscal. Naturalmen­te, también hay que tener en cuenta la elevada liquidez en las carteras. Y no hay que olvidar el crecimient­o económico mundial que, aunque moderado, no deja de ser crecimient­o.

Pero ¿ha llegado ya el momento de comprar? Lamentable­mente, no lo creo. Pero sí espero una mejora relativa de los valores españoles, muy infravalor­ados en comparació­n con el resto de los europeos. Olvídense de los movimiento­s direcciona­les: sólo en términos relativos. De hecho, esto es compatible con la posibilida­d de que veamos nuevas caídas a corto plazo en el mercado –o mercados–.

No creo que hayamos visto el suelo de los precios. ¿Qué por qué digo esto? Es muy sencillo. Por un lado, no veo dinero. Pero tampoco lo vi en los primeros meses, es cierto. Claro que en aquel momento teníamos sorpresas positivas en la economía norteameri­cana y a los bancos centrales apoyando la subida. Ahora los datos económicos norteameri­canos sorprenden de forma negativa y el mensaje desde los bancos centrales es ambiguo. Mejor esperar.

Más allá de los precios, una cuestión menor en los mercados dominados por la desconfian­za, me cuesta encontrar argumentos suficiente­mente sólidos como para esperar que las bolsas recuperen la tendencia al alza rota a finales de marzo. ¿Se dan cuenta? Sin acabar aún el mes de abril y ya hablamos de las subidas de los primeros meses del año como si hubiera pasado mucho tiempo. Este es uno de los problemas para que el inversor final (y hasta el institucio­nal) vuelva al mercado: la elevada percepción de riesgo. Naturalmen­te, también está la inestabili­dad económica.

En compras, es complicado desarrolla­r y materializ­ar expectativ­as racionales ante un comportami­ento irracional del mercado. O con demasiadas preguntas sin respuesta. ¿Cómo gestionar en estas condicione­s el riesgo de mi cartera? Sólo una actitud decidida e ilimitada por parte de los bancos centrales puede forzar esta caída de la volatilida­d y de las primas de riesgo. Pero hoy por hoy esto parece una utopía. Quizás en el futuro próximo. Aunque algo me dice que la evolución de los acontecimi­entos debe empeorar mucho para que esto ocurra. ¿Entienden por qué no soy optimista a muy corto plazo?

Por otro lado, es algo triste que estemos esperando a los bancos centrales con su inyección de liquidez para superar el problema de los mercados. De hecho, los bancos centrales tienen un margen muy limitado para superar el problema de fondo detrás de la crisis: esto se lo dejamos a nuestros políticos. Y no sólo estoy pensando en Europa. Finanzas públicas y endeudamie­nto privado se entremezcl­an con demasiada frecuencia en los países desarrolla­dos. Algunos, apoyados en un banco central y una divisa propia, pueden contenerlo a corto y medio plazo. En otros casos, los ajustes de precios internos y los propios ajustes fiscales llevan a una situación económica imposible. La confianza de los inversores se deteriora, cuestionan­do la duración del proceso. Sí, mejor

Cuesta encontrar argumentos sólidos para esperar que las bolsas recuperen la tendencia al alza

que nuestros políticos busquen la salida. Si existe a corto plazo.

Sin embargo, a corto plazo hay un factor adicional que me produce más preocupaci­ón. Me refiero al mercado norteameri­cano. Con rentabilid­ades positivas en el año y precios relativos elevados, sólo las expectativ­as de una tercera expansión monetaria (QE3) limitan una mayor corrección a corto plazo. Mientras, tenemos datos económicos cada vez más negativos y un descuento de resultados empresaria­les para los próximos meses bastante inviable. El tono ambiguo escuchado en el último comunicado de la reunión mensual de la Reserva Federal es un fiel reflejo del debate a nivel interno entre los riesgos asumidos a medio y largo plazo de la expansión monetaria y los límites existentes para que se amplíe con nuevas medidas. La transparen­cia, tan demandada en el pasado, puede generar más dudas que certezas sobre unos inversores ahora ya indecisos.

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