La Vanguardia - Dinero

Despejar las dudas por el inmobiliar­io

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ponderados por riesgo (la cartera de créditos cuyo deterioro puede mermar el capital). Para las entidades que no tuvieran accionista­s o cuya financiaci­ón mayorista superara el 20%, el mínimo se puso en el 10%. El tiempo para conseguir el capital fue medio año y el resultado, cuestionab­le. Tres cajas –Nova Galicia, Catalunya Caixa y Unnim– fracasaron y fueron nacionaliz­adas en septiembre. Y dos de las que salieron a bolsa para lograr fondos –Bankia y Banca Cívica– están controlada­s por Caixa Bank y el Estado sólo unos meses después. El ministro de Economía y Competitiv­idad, Luis de Guindos, lo tenía clarísimo: era preciso acabar con las dudas de los inversores hacia la banca española y para eso las entidades tenían que reconocer sus pérdidas en el inmobiliar­io de una vez por todas. Dicho y hecho. Apenas dos meses después de la llegada del nuevo Gobierno, se decretó el primer incremento brutal de las provisione­s para cubrir el riesgo de la banca por los promotores. El objetivo era triple: obligar a la banca a realizar 53.000 millones en dotaciones; estimular las fusiones tras poner al descubiert­o a los más débiles y que fluyera el crédito. Los efectos han sido muy notorios ya en las cuentas de resultados del primer trimestre (por las mayores provisione­s). Pero la confianza no ha vuelto y varias entidades –Caja 3, Bankia, Banca Cívica– arrojaron la toalla, mientras otros se las ven y se las desean para subsistir.

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