Una “mujer dura” que pone firmes a los banqueros
Dijo Rousseff en sus tiempos de ministra de Lula que ella era “una mujer dura rodeada de hombres suaves”. Aunque hablaba medio en broma, lo primero nadie puede dudarlo: la presidenta es una mandataria dura, también en comparación con el resto de dirigentes del mundo capitalista. Sobre todo a la hora de tratar con el poder económico y, si hace falta, denunciar sus excesos. El 1 de mayo, Rousseff abroncó sin miramientos a la banca privada por su “inaceptable y perversa” resistencia a secundar el recorte oficial de tipos de interés pese a las pingües ganancias que obtienen con sus exagerados spreed o márgenes de beneficio. Tras caer la tasa oficial del 12,5% de agosto hasta el 9% actual, los tipos bancarios del crédito al consumo siguen superando los 40 puntos en préstamos personales. Después del rapapolvo del 1-M, un economista de la patronal bancaria osó replicar a Rousseff que “usted puede llevar el caballo al río pero no obligarlo a que beba”. El equipo de la presidenta le respondió que “el caballo puede morir de sed”, y preguntó a la organización si asumía la postura de su técnico. La patronal lo negó, y el economista tuvo que tragarse sus palabras. Los bancos, presionados no tanto por las palabras de Rousseff como por su decisión de recortar los réditos del ahorro y sobre todo por los mejores intereses que ya estaban ofreciendo las entidades públicas Caixa y Banco do Brasil, empezaron a dar señales positivas.