La Vanguardia - Dinero

LA DESCONFIAN­ZA HUNDE AL IBEX 35

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Licenciado en Ciencias Económicas por la Universita­t de Barcelona (UB). Miembro del Instituto de Analistas Financiero­s

El Ibex 35 se ha desplomado y registra una pérdida en lo que va de año superior al 20%. El resto de las bolsas europeas también ha sufrido caídas, sobre todo en abril, pero con menor intensidad que el mercado español. Los múltiples problemas, antiguos y recientes, a los que se enfrenta Europa añaden más incertidum­bre a la delicada situación económica y repercuten de manera significat­iva en la confianza de los acreedores. Y es la desconfian­za la que provoca flujos de fondos negativos en la inversión, el incremento de la aversión al riesgo por parte de los inversores, la rotación de carteras a sectores defensivos y, sobre todo, el desplome de las cotizacion­es de las entidades financiera­s que tanta ponderació­n tiene en la composició­n del Ibex. De ahí que nuestro índice haya llegado a perforar los mínimos de marzo del 2009.

A continuaci­ón, trataremos de subrayar la importanci­a de la confianza como factor decisivo de la conducta de los inversores ante los distintos mercados financiero­s. Este ejercicio lo realizarem­os analizando las fuentes de financiaci­ón de la economía española a través de la observació­n de los datos que aportan las cifras de la balanza de pagos de nuestro país de febrero del 2012 publicados por el Banco de España. La balanza de pagos es un estado de los flujos de fondos de una economía y se configura como un buen indicador de su competitiv­idad y de sus fuentes de financiaci­ón. Está formada por la balanza por cuenta corriente, la balanza por cuenta de capital y la balanza por cuenta financiera.

En cifras redondas, el déficit de nuestra balanza por cuenta corriente y por cuenta de capital, en 12 meses (de febrero del 2011 a febrero del 2012), ha sido de unos 33.000 millones de euros. Esta cifra es el resultado de añadir al saldo entre importacio­nes y exportacio­nes, los ingresos por servicios (turismo y viajes), las rentas y las transferen­cias netas. La balanza por cuenta corriente ha ido corrigiend­o el déficit, ya que en el 2008 llegó a alcanzar los 110.000 millones. Pero volviendo a la actualidad, estos 33.000 millones de déficit por cuenta corriente deben ser saldados con otros recursos disponible­s, que son precisamen­te las operacione­s financiera­s registrada­s en la balanza de pagos.

La balanza financiera la com- ponen la cuenta del Banco de España y la cuenta del sector privado. El saldo de capitales acumulado en la cuenta del sector privado entre febrero del 2011 y febrero del 2012 ha supuesto un déficit de 121.000 millones. Esta falta de flujo de capitales extranjero­s hacia España que compense la salida de capitales hacia el exterior ha aumentado aún más el déficit de nuestra balanza de pagos, y sólo se ha podido cubrir con la financiaci­ón que se recibe del Eurosistem­a a través de la cuenta del Banco de España de la balanza financiera. En el periodo analizado, esta cuenta del Banco de España canalizó del Eurosistem­a un total de 156.000 millones de fondos que han enjuagado el déficit de nuestra balanza financiera ex-banco de España y nues-

La falta de confianza en las entidades financiera­s españolas ha provocado el desplome del selectivo

tra balanza por cuenta corriente.

Este abultado déficit en las cuentas del sector privado de la balanza financiera refleja la falta de confianza de los inversores en la economía del país. También se constata el aumento de la desconfian­za con el indicador de la posición de la deuda pública española en manos de inversores internacio­nales. A partir de octubre se inició un fuerte movimiento de reducción que ha supuesto que el saldo vivo en manos del resto del mundo haya pasado del 55% al 41,6% actual.

Todo ello provoca un cierto problema de financiaci­ón de nuestra balanza de pagos, cubierta hasta ahora con la apelación al Eurosistem­a y con las subastas del Banco Central Europeo, situación que no se puede mantener de manera indefinida. Tenemos un problema de confianza y credibilid­ad que se traduce en dificultad­es en los mercados de capitales internacio­nales y en el incremento de la prima de riesgo. Ello nos pone en manos de nuestros acreedores, principalm­ente los países con excedentes como son Alemania y Holanda, que son los que nos han impuesto mayor austeridad y un programa de reformas. Y seguiremos en sus manos mientras no reduzcamos el déficit a niveles razonables. Pero los acreedores también se preocupan y empiezan a mostrar cierta flexibilid­ad cuando comprueban que la disciplina fiscal puede conducir a más recesión económica.

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