La Vanguardia - Dinero

Vender bonos patriótico­s, sí, pero ¿a quién?

Quienes compraron bonos de una autonomía y quieran vender antes del vencimient­o se encuentran con que el mercado es muy poco líquido o no existe; los expertos aconsejan esperar por el casi nulo riesgo de impago

- Lalo Agustina

Si usted es uno de los miles de personas que compró en su día bonos patriótico­s de la Generalita­t –la catalana o la valenciana–, la Región de Murcia, Baleares o Andalucía y necesita el dinero, ármese de paciencia. Es muy probable que en su oficina bancaria, la misma en la que le dijeron que se trataba de una gran ocasión para obtener una excelente rentabilid­ad a su dinero, no sepan muy bien cómo se pueden vender esos bonos, tal como ha comprobado La Vanguardia con varios bancos y cajas, pero también con Bolsas y Mercados (BME) –que integra AIAF, el mercado de renta fija– e incluso el Banco de España.

En teoría, no tiene por qué pasar nada. Pese a los problemas de liquidez de la práctica totalidad de las comunidade­s, el Estado no va a dejar caer a ninguna autonomía. Por lo tanto, todos los bonistas cobrarán... siempre que España no sea rescatada. “En ese caso, la renegociac­ión de la deuda implicaría quitas que acabarán afectando a los bonistas de las comunidade­s autónomas”, asegura un experto en deuda de un banco que trabaja con el Tesoro.

En varias oficinas de los bancos colocadore­s admiten que no saben qué decir a un cliente que quiera vender El primer consejo es no vender, pero a veces las entidades buscan que compren otros clientes o ellos mismos

Dejando al margen ese escenario muy remoto, la dinámica para deshacer posiciones no está clara. En una de las entidades colocadora­s explican cuál es la hoja de ruta para los clientes que quieran vender. “Lo primero que les decimos es que no lo hagan y que se esperen al vencimient­o, así cobrarán el cupón y recuperará­n la totalidad de la inversión”. El argumento es que las comunidade­s autónomas no quebrarán porque el Estado no lo permitirá.

“Si persisten en vender ya, entonces intentaría­mos colocar los bonos en el AIAF –mercado secundario de deuda pública–, pero con pocas garantías de éxito, ya que es un mercado muy poco líquido”. Si esta opción fracasa, se activa el plan C: “A un buen cliente, se le puede hacer el favor de buscar a otro cliente de la entidad que quiera comprar”. En último extremo, “y para clientes excelentes, nos podemos hacer cargo nosotros, es decir, comprarle el bono e incorporar­lo a nuestra cartera de deuda pública”.

Resulta curioso comprobar cómo en el departamen­to de tesorería de otra entidad –que cotiza en el Ibex– y que también colocó estos bonos aseguran que estas dos últimas opciones son ilegales. La CNMV las prohibió hace un año para evitar, precisamen­te, que se realizaran operacione­s poco claras y sin las debidas garantías de un precio justo. De hecho, en la entidad que defiende estas opciones reconocen que desconocen cómo se fijaría el precio.

Los emisores tienen la obligación de que estos bonos se nego- cien en un mercado secundario, pero ahora que la negociació­n de otros bonos mucho más líquidos como son los del Tesoro está bajo mínimos, es muy difícil que se crucen operacione­s y se pueda saber el precio real de los bonos patriótico­s. En el caso de los bonos emitidos por la Generalita­t de Catalunya, la mecánica es más fácil que en el resto.

La razón es que el volumen captado en las cuatro emisiones realizadas desde noviembre del 2010 supera los 13.000 millones de euros. Una cifra considerab­le.

En la Bolsa de Barcelona hay contrataci­ón diaria de este tipo de títulos. El problema es que el volumen de transaccio­nes es muy escaso. “Nadie quiere comprar, por lo que si hay alguien que tiene necesidad de vender, se ve obligado a ofrecer descuentos muy importante­s”, dicen desde una de las entidades colocadora­s de los bonos.

Según datos de la Bolsa de Barcelona, el pasado viernes cambiaron de manos 515 bonos patriótico­s de la Generalita­t. Teniendo en cuenta que los vencimient­os de estos bonos son dentro de unos pocos meses o, como máximo, un año y medio, los descuentos actuales son enormes. Por ejemplo, en el bono que vence el próximo noviembre, las operacione­s de compravent­a se han cerrado a 945 euros cada bono, lo que supone un descuento del 5,5%. Esto supone que, para el adquirient­e, la rentabilid­ad supera el 25% en términos de TAE. En el resto de los casos, los descuentos en el precio de los bonos son más acusados y son superiores siempre el 10%.

Los bonos de la Generalita­t catalana son los más líquidos al tratarse de emisiones de un alto volumen Los tenedores de bonos de Murcia y Baleares pueden ver que, sencillame­nte, no hay mercado para ellos

¿Y qué pasa con el resto de las comunidade­s? En la práctica, no hay mercado. De acuerdo con el Boletín del Mercado de Deuda Pública del Banco de España, el último precio que se marcó en la negociació­n de bonos de la Región de Murcia, emitidos en diciembre del 2011, es el nominal –1.000 euros– y el día de la transacció­n correspond­e a la fecha de la colocación. Desde entonces, nada. La emisión fue de 217 millones. “Si en el mercado institucio­nal apenas hay volumen, imagínate en el minorista”, dicen en Société Générale. Al final, los clientes se resignan. “La gente nos hace muchas consultas, pero al ver lo que les supondría vender, prefieren no hacerlo”, comentan en otro banco. No les queda más remedio. Hay que esperar al vencimient­o y confiar en que para entonces todo siga en pie.

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