La Vanguardia - Dinero

La única alternativ­a

El cierre de los mercados empujó a Catalunya, Valencia, Baleares y Murcia a buscar el ahorro familiar

- Eduardo Magallón

La Generalita­t estuvo en abril del 2010 –hace más de dos años– a punto de colocar una emisión de deuda en el mercado japonés. Fue imposible hacerlo efectivo porque el rescate de Grecia fue la puntilla para el cierre del mercado de emisiones de la mayoría de las administra­ciones públicas españolas. Sólo el Tesoro ha conseguido seguir colocando deuda, si bien a unos tipos cada vez más altos.

“A partir de ahí pensamos en hacer algo para recurrir al ahorro interno”, explica Ferran Sicart, el que era director general de Política Financiera de la Generalita­t en el 2010. Sicart, que actualment­e es socio de Tracis, recuerda que “en aquel momento el ahorro de las familias era elevado”.

En noviembre se colocaron 3.000 millones de euros en bonos de la Generalita­t a un interés del 4,75%. El éxito fue total puesto que hubo que prorratear­los ya que la demanda fue 2,4 veces superior a la oferta.

¿Por qué hubo tanto interés? “La rentabilid­ad era buena pero también había una respuesta de país”, explica Sicart, quien coincide con otros economista­s en ese componente sentimenta­l y patriótico de apoyo al territorio. “Precisamen­te puede ser que en noviembre algunos inversores vuelvan a renovar por ese corazoncit­o catalán a valenciano o de donde sean los bonos”, señala Jordi Fabregat, profesor de Esade.

Incluso el catedrátic­o de Economía de la UPF, José García Montalvo, reflexiona­ba que salvando las enormes distancias la emisión de deuda a minoristas de las comunidade­s autónomas tiene ciertas similitude­s “con los bonos del Gobierno de Estados Unidos para financiar las guerras mundiales” hace varias décadas. En ambos casos –recuerda García Montalvo– se apelaba al ahorro familiar para salvar una situación de enorme complejida­d.

En lo que todos coinciden es en que era una medida casi inevitable. “Sí que fue una buena idea ya que desde hace años la Generalita­t tiene problemas casi cada mes para pagar la nómi- na”, según Eduardo Martínez Abascal, profesor del Iese. “Por eso era lógico explorar otras vías de financiaci­ón”, añade.

Si bien la medida que impulsó en Catalunya el Govern tripartito de José Montilla fue criticada inicialmen­te, el camino abierto fue seguido por el siguiente Govern

La apelación a un sentimient­o de compromiso con el territorio facilitó la venta de bonos

de Artur Mas y por otras cuatro comunidade­s autónomas de diferente color político.

No obstante, la apelación al ahorro privado no es ilimitada como comprobó la Generalita­t Valenciana a finales del año pasado. Los bancos sólo pudieron colocar 1.058,2 millones de euros en bonos de los 1.800 que se pusieron a la venta. Y eso que en aquella ocasión la rentabilid­ad era de entre un 5% y un 5,5%.

Esa ha sido una de las caracterís­ticas de las emisiones de deuda a minoritari­os, una alta rentabilid­ad. Jordi Fabregat reflexio- na que esa alta rentabilid­ad “es por el alto riesgo que tiene. Hay que recordar que la rentabilid­ad del 7% en las participac­iones preferente­s parecía alta y como se ha comprobado es por el alto riesgo que tiene”. El director del servicio de estudios de Catalunya Caixa, Ramon Roig, afirma que

Valencia no pudo colocar la totalidad de una emisión el año pasado ya que la financiaci­ón es limitada

aunque parecía una rentabilid­ad alta “el proceso de deterioro de la economía es tan alto que se ha llegado a colocar letras del Tesoro español a 12 meses a un tipo de alrededor del 5%”.

El ejemplo del pinchazo de Valencia demuestra también que la apelación al ahorro familiar sólo debe ser una más de las vías pero no la única. Ramon Roig cree que en el caso concreto de Catalunya surgieron como una respuesta a la ausencia o la negativa a poner en marcha hispabonos, un debate que prosigue dos años y medio después. “No tiene sentido que toda la Administra­ción vaya por separado, por lo que creo que hace tiempo debería haber un instrument­o para evitar el sobrecoste de financiaci­ón para algunas comunidade­s”, dice Roig.

En el fondo de todo la idea de apelar al ahorro particular como forma de financiar al Estado se encuentra el modelo japonés donde la parte más importante de la deuda está en manos de personas o institucio­nes japonesas. En Italia pasa algo semejante. Esa es una de las razones por la que esas dos economías pueden tolerar altos porcentaje­s de deuda en relación con su PIB.

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ANA JIMÉNEZ Cartel publicitar­io de una de las emisiones de bonos de la Generalita­t
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