UNA BANCA QUE GANA CUOTA
La asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas ha declarado 2012 año internacional de las Cooperativas bajo el lema “Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor”.
Esta declaración parte de una realidad muy evidente y probablemente poco conocida: el amplio alcance mundial de la actividad económica de base cooperativa. En todo el mundo, 1.000 millones de personas son miembros de una empresa cooperativa y los 300 mayores grupos empresariales cooperativos alcanzan una facturación de un billón de dólares –cifra equivalente al PIB español– y dan ocupación a 100 millones de personas. El fenómeno de las empresas basadas en valores es una palanca incontestable para la ocupación y la generación de riqueza en épocas de grandes retos económicos, tanto en los países en desarrollo como en las economías avanzadas.
Este desconocimiento se hace también patente cuando hablamos de la banca cooperativa. En este caso, el fenómeno cooperativo tiene unas características específicas muy relevantes que, a raíz de la crisis financiera iniciada en el 2007, se está valorizando como resultado del diagnóstico y medidas que las instituciones internacionales (G-20, FMI y Consejo Europeo, entre otras) han desarrollado para transformar el sector en el futuro y –bajo la premisa de un nuevo modelo de intermediación financiera menos arriesgado, más próximo a las personas y/o a la economía “real”, más capitalizado y, quizá, no tan “sistémico”– evitar que una crisis como la actual pueda volver a producirse el día de mañana.
Hablábamos al empezar de las cooperativas como empresas con valores. En el sector financiero las cooperativas se definen concretamente a partir de seis valores: confianza , gobernanza (los socios controlan las actividades), resiliencia ( capacidad para adaptarse a los cambios de circunstancias), proximidad, implicación social (definida por su actuación local o sectorial) y solidaridad (definida en base a la acción social).
En este sentido, una banca menos arriesgada, con unos valores firmes, más capitalizada, donde los conflictos de interés y morales estén perfectamente identificados y una contribución a la estabilidad financiera que –entre otros– nos aporte se- guridad en los ahorros y garantía de retorno a los inversores, son palancas sobre las que se asienta el futuro del modelo financiero.
De hecho, a lo largo de la crisis actual el sector menos afectado por la reestructuración financiera ha sido, precisamente, el de las cooperativas de crédito. Se hace patente en la reducida incidencia de estas entidades en los procesos de recapitalización pública, en la evolución de sus cuentas de resultados o en el volumen de negocio que están gestionando. En Canadá las cooperativas de crédito controlan una cuota de mercado del 43% en depósitos y del 32% en crédito; en Japón alcanza un 10% y un 7%, respectivamente; mientras que en Europa, la cuota de depósitos y créditos de los más de 3.800 bancos cooperativos se sitúa en el 21% y el 19%, con un crecimiento del 1% y el 5%, respectivamente, desde el año 2006. En Europa la correlación entre desarrollo económico y fortaleza del modelo financiero cooperativo es más evidente, como lo reflejan los casos de Holanda (con cuotas del 40% y el 29%), Alemania (20% y 17%) y Finlan-
Las entidades de modelo financiero cooperativo alcanzan una cuota del 7% de los créditos en España
dia (33% en créditos y depósitos), o Francia, donde supera el 50% en ambos segmentos.
En nuestro país estas entidades alcanzan el 7% y el 5% de cuota de mercado y nos encontramos ante una tendencia general de concentración y “sistemización” del sector financiero. Las cooperativas han ganado cuota de mercado y es un fenómeno que no se explica por una tendencia hacia la concentración, que existe, sino por que la banca cooperativa española –y Caixa d’Enginyers, entre otras– está siendo fiel a su principio de “cuanto más cerca del cliente, mejor”. También destaca un elemento favorable a su dimensión “humana” como palanca fundamental para cumplir con los principios de una banca menos arriesgada, evitando conflictos de interés, ofreciendo servicio a sus socios con la mejor calidad y manteniendo unos niveles de solvencia que hacen esta banca sostenible, es decir, y en definitiva, contribuyendo a la estabilidad financiera y a construir un mundo mejor. Nos lo merecemos.