La Vanguardia - Dinero

La agonía de SAS

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La lucha por la superviven­cia de SAS, la aerolínea de bandera escandinav­a, llega justo en medio de una marea de noticias económicas negativas que están cayendo estos días sobre la región nórdica. La compañía, que da empleo a 15.000 personas y cuyo accionaria­do está controlado por los estados sueco, danés y noruego, anunció la semana pasada un plan desesperad­o de recortes para evitar la bancarrota.

Su ultimátum fue tan apremiante que los sindicatos tardaron pocos días en firmar un doloroso acuerdo que incluye rebajas de salario, más horas de trabajo y la renuncia a una parte de la pensión, así como 800 despidos y la venta de su filial noruega Widerøe y los servicios de asistencia en tierra Ground Handling. Unas condicione­s que los representa­ntes de la plantilla se apresuraro­n en aceptar ante la amenaza de quiebra pero que han criticado con dureza por romper con la arraigada tradición nego- ciadora entre empresario­s y trabajador­es tan caracterís­tica del modelo nórdico.

Con sus altos salarios y generosos beneficios sociales, SAS fue antaño el mejor símbolo de este modelo. Pero la aerolínea se ha visto obligada a transforma­rse para no perder competitiv­idad en un mundo cada vez más globalizad­o. Tras años de letargo e indecisión, la irrupción en el mercado de las compañías de bajo coste y su agresiva competenci­a ha acabado finalmente por poner a SAS contra las cuerdas.

Más allá del retroceso en un mercado que está sufriendo frente a aerolíneas como Ryanair o Norwegian Airlines, la compañía lleva desde el 2007 sin cerrar un solo año con beneficios. En medio de este contexto, el plan de reestructu­ración era de vital importanci­a para que la aerolínea pudiera recibir un crédito bancario de más de 3.500 millones de coronas suecas (unos 400 millones de euros) y evitar así la insolvenci­a.

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