En su propia salsa
Pudiera parecer prosaico, pero vean. En español existe una locución adverbial coloquial, en su propia salsa, que refiere las circunstancias que más realzan lo típico y característico que hay en algo, en este caso concreto, en la pintura. Canogar, en un texto programático que acompaña a esta ambueza de magia, habla de “pintura desnuda”, “pura”, de vuelta a la pintura...
En esta nueva entrega, hasta el 5 de enero, Rafael Canogar se reinventa, se deja llevar por la pintura apasionada; de forma libertaria, arbitraria, lúcida, y nos propone espacios para el deleite y la belleza, para el descubrimiento.
Alterna lo barroco y la austeridad, un gentío de colores y superficies monocromas, la eclosión de las cromías y la parquedad cromática. Unos cuantos cuadros, ocho, diez, bastan para evidenciar un estado de forma y un momento creativo efervescentes. Una búsqueda de la esencia, sin referencias que no sean a la materia, admirada, que se gusta, en una lucha de arco iris y delirios, de serenidad y desasosiego.
No hace falta mencionar el bagaje cultural, la trayectoria asombrosa del miembro más joven del grupo El Paso, su cotización internacional, su representación en museos prestigiosos.
Rafael Canogar se destruye y se conforma en cada etapa. Nunca pinta el mismo cuadro sin salirse de su devoción por esa sublimación de la naturaleza, sin idealizarle ni reproducirla. Actúa por impulsos trascendentes, sin renunciar a su andadura, abriendo caminos nuevos o distintos.
Sus precios: de 12.000 a 85.000 euros.