La piel de plata de Tina
En cualquier historia de la fotografía Edward Weston (18861858) tiene un lugar destacado y figura como uno de los grandes maestros. Tina on the Azotea (1923) es uno de sus iconos, lo mismo que Shell 1S (1927) y Pepper (1930). Son tres de las obras que se incluyen en la excelente exposición que la galería Manuel Barbié dedica al fotógrafo estadounidense. Son tirajes póstumos, pero realizados bajo el control de su familia, donde abundan los buenos fotógrafos.
El desnudo de Tina Modotti con los ojos cerrados y arqueada sigue siendo, noventa años después, un modelo de composición
y de sensualidad. Imágenes así confirman que la piel humana y también otras texturas y lugares quedan mucho mejor en blanco y negro, en gelatina de plata. Pero Weston sabía obtener belleza fotográfica también de los temas aparentemente más anodinos (una berenjena, un trozo de col) o incluso despreciados.
En este sentido, sería interesante confrontar el Excusado de Weston (1925) con el célebre urinario de Duchamp. Conceptualmente Duchamp no tiene rival, pero Weston tiene todo lo que a él le falta: intensidad plástica, poética, realista, metarrealista. ¿Cómo es posible lograr tanta belleza en el retrato de un retrete? Weston tenía el secreto, que se encontraba en su modo de expresarse mediante la luz y en su visión asociativa, capaz de evocar unas formas y objetos mediante otras y otros.