“Vénganse a Chile: ¡tenemos trabajo para todos ustedes!”
La Suiza de Latinoamérica. Muchos empresarios califican así a Chile. Hay más sobrenombres: El milagro de Latinoamérica. Este último lo registró Milton Friedman. Lo hizo apoyándose en la privilegiada situación del país, un hecho muy recurrido en los últimos 25 años, el tiempo en el que Chile ha firmado centenares de acuerdos internacionales de libre comercio y ha liberalizado su economía. Bajo el gobierno del multimillonario Sebastián Piñera (marzo del 2010), primer presidente de derechas elegido democráticamente desde 1958, Chile sigue firmando tratados bilaterales y postulándose como escenario floreciente. Así se muestra Pablo Longueira (54 años, Osorno, ingeniero civil de profesión y con siete hijos a su cargo), su ministro de Economía desde julio del 2011, en una acelerada entrevista que concede a La Vanguardia en la sede de Agbar, en la torre del mismo nombre –de forma intermitente, su responsable de gabinete, sentada a su vera, señala el reloj–. “Somos el país más abierto del mundo –dice Longueira–. Tenemos tratados con el 94% del comercio mundial...”. ¿Por qué tienen ustedes tantos tratados internacionales? Hace treinta años, adoptamos el camino de ser ese país tan abierto del que le hablo. Se nos reconoce como un país serio, con una democracia y unas instituciones sólidas y con un bajísimo índice de corrupción. Todo eso les permite tener las cuentas saneadas. Pronto, nuestra renta per cápita se situará entre los 22.000 y los 25.000 dólares anuales (entre 17.000 y 19.500 euros), la más alta de la región. En la actualidad, ronda los 18.000 dólares (14.000 euros), más que la renta per cápita de Argentina.
Y están también las posibilidades del cobre, su valor más preciado. La industria del cobre nos permite disponer de un superávit de 25.000 millones de dólares (17.000 millones de euros). Ese dinero está en nuestros bancos. Somos un país sin deudas. Otra cosa es la imagen que, en ocasiones, da el país. El caso de la mina San José (el rescate de los 33 mineros atrapados bajo tierra durante 70 días hace un año y medio) dejó un poso agridulce: se resolvió bien, pero destapó muchos agujeros en sus infraestructuras mineras. Chile es un país minero, eso ya se sabe. El 15% de su producto interno proviene de allí: Antofagasta es una de las grandes regiones mineras del mundo. Allí, el ejercicio de la minería es extraordinariamente seguro. No era así en el caso de San José. Era una mina de dimensiones medianas que vivió una situación inevitable. Se podía haber previsto, eso es cierto. Pero el accidente tuvo un impacto mundial, al tratarse de 33 mineros y al haberse resuelto de forma satisfactoria y gracias a un rescate yo diría que cinematográfico. Lo bueno es que, de allí, han salido medidas que nos han permitido reforzar la seguridad en el ámbito de la minería. Situaciones como aquella provocan que algunos sigan asociándoles con un país emergente: razonablemente saneado pero todavía deficiente en aspectos logísticos y también de infraestructuras... La escala de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es muy distinta a la chilena. Dada su magnitud, aquellos tienen unos mercados internos muy significativos. Nosotros tenemos 17 millones de habitantes. Y otros emergentes, como Singapur o Nueva Zelanda, han convertido sus naciones en plataformas de emprendimiento. Nosotros funcionamos a través de los acuerdos con nuestros vecinos. Hay países avanzando en un acuerdo en el Pacífico: México, Colombia, Perú y Chile. Será la mayor zona de comercio de la región, un gigantesco espacio de libre circulación de bienes y personas. ¿No les pesa la crisis que viven la UE y España? En Santiago se habla mucho de la crisis. Ya le dije que tenemos centenares de tratados internacionales. Y por eso mismo, la crisis también nos afecta. Aunque de momento, la vamos sorteando. Sebastián Piñera, su presidente, dijo: “La crisis se quedará un buen tiempo”. ¿Cómo la combatirán? Tenemos un comité de urgencia liderado por el ministro de Economía y el de Hacienda para monitorizar la crisis. Se creó el año pasado, pensando en que la crisis ya llegaba. Sin embargo, el empleo sigue creciendo (la tasa de desempleo es del 6,4%) y el país, también (lo hará al 5,2% durante este año). Y además, nos estamos reenfocando. ¿Ya no miran hacia Europa? Antes, repartíamos nuestro comercio en cuatro partes: un 25% con Latinoamérica, un 25% con Estados Unidos, un 25% con la UE y un 25% con Asia. Ahora, vamos al 50% con Asia. ¿No les interesa España? Siempre nos pareció que algunos países iban a ser incapaces de mantener su ritmo de gastos y déficits. Creo que España, al final, pagará cara su decisión de reducir el gasto público y la inversión en educación. Nosotros hemos elevado el gasto público en un 5% y la educación en un 10%. Y nos ha ido de maravilla. En 30 años, hemos pasado de 120.000 a 1.200.000 jóvenes titulados en educación superior. ¿Se equivoca España? Tenía que enfrentarse a la reducción del gasto y entiendo que ese ajuste en educación era inevitable. Pero cuanto antes pida el rescate, mejor para ella. Y sus ciudadanos, ¿qué? ¡Vénganse a Chile! Tenemos trabajo para todos. Nos hacen falta ingenieros para la minería, para infraestructuras, para servicios globales. Hay oportunidades en Chile para los españoles. Se lo dice un nieto de españoles.