La Vanguardia - Dinero

LA RECTA FINAL DE LA REFORMA FINANCIERA

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Estamos en la recta final del proceso de reestructu­ración bancaria destinado a devolver la confianza al nuestro sistema financiero. El camino ha sido largo y no se completará hasta junio del próximo ejercicio. El primer bloque de la reforma financiera se inició con el llamado primer decreto Guindos, y se focalizó en la cobertura del riesgo inmobiliar­io exigiendo a los bancos elevar el ratio de cobertura de los activos dañados. El suelo debía cubrirse hasta el 80%, las promocione­s en curso hasta el 65% y la vivienda terminada hasta un 35% de media. De esta forma, los activos dañados alcanzaron una cobertura media del 43%, cuando a finales del año pasado la provisión era sólo del 29%. Dentro de este primer bloque debemos citar también el segundo decreto Guindos, que exigió una cobertura del 30% sobre los préstamos al promotor al corriente de pago.

En junio, el Eurogrupo acordó conceder hasta 100.000 millones de ayuda al sistema financiero español, y también se aprobó el Memorando de Entendimie­nto (MOU), en el que se determinó que el proceso de recapitali­zación de la banca española se debería basar en los resultados individual­es del test de estrés que tenían que realizar dos consultora­s internacio­nales, Roland Berger y Oliver Wyman.

Todo ello quedó recogido en el real decreto 24/12 del pasado 31 de agosto y, poco después, el 28 de septiembre, se publicaron los resultados individual­izados por entidad. También se estableció en este real decreto de agosto la creación del llamado banco malo, la Sociedad de Gestión de Activos (Sareb), que deberá constituir­se el próximo 30 de noviembre y que antes de fin de año deberá contar con unos recursos propios de 3.900 millones de euros.

El principal accionista del Sareb será el FROB (45%) y, tras varios contactos, los inversores internacio­nales han manifestad­o poco interés en entrar en el capital de la entidad, por lo que el resto del capital será suscrito muy probableme­nte por la banca española. En una segunda fase, en febrero del 2013, el Sareb deberá elevar sus recursos totales hasta 5.000 millones, y parece ser que será entonces cuando entrará el capital extranjero.

Una vez publicados los resultados individual­izados de los test, se inició la cuenta atrás de la reestructu­ración financiera. El resultado del test de estrés de Oliver Wyman reflejó un déficit de 57.000 millones de euros. No obstante, el Gobierno confía en que finalmente el sector bancario sólo precisará unos 40.000 millones, ya que las entidades bancarias consideran que podrán cubrir la diferencia captando capital privado y vendiendo propiedade­s, traspasand­o activos al Sareb o con la quita a las participac­iones preferente­s.

Las cuatro entidades rescatadas (Bankia, Catalunya Banc, NGC Banco y Banco de Valencia) serán las primeras en obtener la ayuda pública a finales de este mes. Asimismo, estas entidades traspasará­n al Sareb un volumen de activos de 44.000 millones de euros. El resto de las entidades con déficits de recursos propios deberán subsanarlo­s antes del 31 de diciembre y las que no lo consigan tendrán de tiempo para recapitali­zarse sin ayudas públicas hasta junio del 2013, pero en caso de no conseguirl­o el FROB inyectará capital público. Estas entidades está previsto que traspasen al Sareb unos 20.000 millones de euros. El volumen de activos en poder de esta entidad no podrá superar los 90.000 millones. Hasta el momento el Eurogrupo no

Las entidades españolas que sobrevivan tendrán un mejor futuro, aunque no sea inmediato

ha hecho desembolso alguno, y lo que aporte a la banca a través del FROB no será una recapitali­zación directa, sino que se computará como deuda pública.

No todas las entidades en reestructu­ración precisarán dinero público para su capitaliza­ción. En algunas, como es el caso de Banco Popular, sus accionista­s privados confían en que el esfuerzo de saneamient­o que se les pide acudiendo a la macroampli­ación que está llevando a cabo se verá recompensa­do ampliament­e en el próximo futuro. Y es que el actual proceso de reestructu­ración del sistema financiero español marcará un antes y un después del sector. La reducción y concentrac­ión de las entidades significar­á una fuerte disminució­n de la estructura bancaria española, que si bien tenía cierto sentido cuando el crédito crecía a tasas del 27% anual, no lo tiene en la actualidad. Las entidades españolas que sobrevivan tendrán un mejor futuro, aunque no sea inmediato.

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