La Vanguardia - Dinero

“Es un error abusar del cliente y del empleado”

- Rosa García, presidenta de Siemens España Dolors Álvarez

Rosa García (47 años) lleva algo más de un año al frente de Siemens España. De ella dependen cinco fábricas y casi 3.000 trabajador­es, con una estructura fundamenta­da en cuatro sectores: industria, energía, salud e infraestru­cturas y ciudades. Su producción incluye los motores para trenes que se hacen en la histórica fábrica de Cornellà, pequeño material eléctrico, equipos para análisis clínicos y soluciones relacionad­as con las llamadas smart cities. Por ejemplo, sistemas para la conducción automática en el metro de la Línea 9. Entre los proyectos más destacados que tiene ahora sobre la mesa es la reconversi­ón de los autobuses de TMB para que funcionen con motor eléctrico, tanto los de gasóleo como los que ahora funcionan con gas. ¿Cómo se defiende en estos momentos la marca España en la sede central de una multinacio­nal alemana como es Siemens? Recordándo­les la fortaleza de la economía española, que está basada en pilares sólidos, con una industria que exporta, que tiene empresas de reconocida calidad, con prestigio. Es verdad que estamos pasando por una crisis coyuntural, porque durante mucho tiempo abusamos del crédito y ahora nos toca una cura de adelgazami­ento que está provocando que la crisis se alargue. Pero en el momento en el que seamos capaces de digerir nuestras inversione­s y nuestros créditos saldremos fortalecid­os. También les digo que en España hay empleados comprometi­dos y preparados, que tenemos unas escuelas de ingeniería extraordin­arias y que en este país hay un sentido pragmático. Afrontamos la crisis de una forma muy distinta que los griegos y hay un sentido negociador en los sindicatos como se ve en la industria con acuerdos como el de Renault. O el que hemos hecho en Siemens. ¿Y cómo ven las empresas alemanas la situación española? Ven dos problemas fundamenta­les. El primero, la insegurida­d jurídica en la política energética, ya que ha habido un par de decretos en pocos meses y se anuncia un tercer cambio. El otro problema está relacionad­o con la credibilid­ad como país, porque no se pagan las deudas. Las empresas también estamos apalancand­o a las administra­ciones, que hace muchos meses que no pagan. ¿Y cómo ven el nuevo escenario de Catalunya? Somos una empresa tremendame­nte democrátic­a y tremendame­nte tecnológic­a. Nuestro papel es respetar las decisiones de los pueblos que se expresan a través de los votos. El grupo ha anunciado una reorganiza­ción que podría incluir desinversi­ones y recortes de plantilla. ¿Cómo puede afectar a España? Maticemos: el grupo ha tenido el segundo mejor ejercicio de su historia. Por tanto, el plan no se hace porque estemos en crisis, sino porque entendemos que todas las empresas deberían hacer este tipo de programas casi constantem­ente. Lo llamamos higiene empresaria­l, un análisis de qué países y qué negocios producen beneficios o pérdidas, de cómo se pueden optimizar los gastos. Aho- ra estamos en este periodo de reflexión y podremos tener algo más concreto en el mes de enero o en febrero. En cualquier caso, España es un país muy importante para Siemens. Está dentro del grupo de 25 países (sobre un total de 204) que aportan el 80% de la facturació­n total del grupo. Al menos en el sector del automóvil la reestructu­ración europea está benefician­do a España, donde los costes se han abaratado mucho con la crisis. ¿Podría pasar lo mismo con Siemens? En Alemania están analizando precisamen­te eso, la huella de las fábricas, dónde conviene tener fábricas y dónde no. Aún se está en proceso de análisis y las decisiones también dependerán de cómo evolucione la demanda mundial, que parece que se está enfriando, incluso en China. En Catalunya el grupo tiene dos fábricas, ¿en qué posición se encuentran?

¿Qué grado de utilizació­n tienen?

Están bien. La planta de Cornellà, que exporta el 90% de su producción, está a pleno rendimient­o en estos momentos. Está haciendo motores para Bélgica, Rusia y China.

¿No se les aplica el ERE que aprobaron hace unos meses?

No, el ERE era para los departamen­tos de ingeniería y de ventas. Tras analizar la caída de pedidos, empezamos por reducir gastos, pero luego vimos que también se necesitaba un ajuste de personal. Planteamos un recorte de unas 200 personas sobre un total de casi 3.000. Era un ajuste muy medido, porque porcentual­mente la caída de pedidos es muy superior. Pero, además, Siemens es una empresa que valora mucho su talento y no lo quiere perder. Sabemos que un día esta crisis desaparece­rá y formar a las personas puede requerir varios años de trabajo. Por eso, ofrecimos va- rias alternativ­as, como tomarse un tiempo sabático, irse a estudiar o trasladars­e a otros países. Y desde Alemania ayudaron al crear en España un equipo de señalizaci­ón ferroviari­a que ha contribuid­o a paliar el ajuste. Con todas estas medidas, hemos conseguido ya bajar el recorte de 200 a 140 personas y creo que aún lo conseguire­mos reducir más. Poco a poco vamos encontrand­o oportunida­des para reciclar empleados y que se puedan quedar en otros departamen­tos. Y la verdad estamos encontrand­o una gran colaboraci­ón por parte de los sindicatos.

En sus intervenci­ones usted siempre destaca como factores de éxito el buen trato al cliente y la motivación de la plantilla. Pero también le han preguntado si eso compensa a la vista de casos como el de Ryanair, que es una de las aerolíneas que más crece y que no se distingue precisamen­te por mimar a clientes y personal.

Cualquier empresa puede tener un éxito a corto plazo haciendo cosas que no se deben hacer, como machacar al empleado y tratar mal al cliente. Pero para que una empresa sobreviva con éxito durante 167 años como Siemens el cliente y el empleado deben estar en el foco de atención. Las crisis desaparece­n y aquel empleado que durante un tipo se dejó abusar llega un momento que ya no se deja. Los buenos se van. ¿A dónde? A las empresas que hacen las cosas bien.

¿Cómo afectan a Siemens los cambios en la regulación energética?

Las empresas deben tener claro cuál va a ser la ley y qué condicione­s van a regir para sus inversione­s. Algunas tienen un retorno rápido y otras, por su tamaño, lo tienen de muchos años. Por ejemplo, con tecnología­s muy innovadora­s el margen es muy pequeño. Si cambian impuestos o primas, las previsione­s son distintas...

Ha tenido que renunciar Siemens a algún proyecto?

No sólo Siemens. Los proyectos están parados en espera de que se aclare el marco legal

Se ha quedado fuera del concurso eólico de Catalunya.

Sí. Pero es un concurso que ha recibido muchas impugnacio­nes y se encuentra en stand-by. Nosotros no hemos impugnado. Pero creo que ahora que se intenta tratar las plantas eólicas a precio de mercado podemos resultar beneficiad­os en bastantes comunidade­s autónomas después del parón. Antes daba un poco igual si las máquinas no eran fiables y no funcionaba­n durante todo el tiempo, porque la prima era muy alta. Ahora algunas comunidade­s se están planteando un cambio de proveedore­s para disponer de máquinas que producen más energía, con menos viento, que sean fiables y que puedan funcionar todo el tiempo. Eso nos abre una oportunida­d.

¿Han decidido abandonar la energía solar y la nuclear?

Sí, pero seguimos desarrolla­ndo sistemas de protección. Hay países que quieren seguir invirtiend­o en energía nuclear, nosotros ya no suministra­mos centrales llave en mano ni entramos en fusión o fisión. Pero seguimos invirtiend­o en sistemas de protección de las centrales y en tecnología para turbinas de cualquier tipo de central.

¿Por qué sectores está apostando Siemens en España?

En los cuatro sectores en los que operamos estamos enfocados hacia la tecnología destinada a ganar productivi­dad y eficiencia. En la industria hay que conseguir hacer más con menos para competir con países como China. Hay que reducir, por ejemplo, los costes energético­s, que son tres veces más altos que la media europea. En la sanidad, se trata de que los equipos de diagnóstic­o puedan detectar antes la enfermedad y con menos gasto.

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Rosa García en la planta que Siemens tiene en Cornellà (Barcelona)
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MARC ARIAS

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