LA NUEVA PROVINCIA GASISTA DEL ÁFRICA ORIENTAL
En apenas tres años, la región del África Oriental se ha convertido en un punto caliente en el mapa mundial de los descubrimientos de gas natural y las expectativas son que, en el plazo de 10 o 15 años, la región podría situarse entre las tres principales exportadoras de gas natural licuado.
La historia comenzó a principios del 2010 en las aguas marinas de Mozambique (cuenca de Rovuma) con la perforación del pozo Windjammer, operado por la petrolera Anadarko. Este sondeo exploratorio dio el pistoletazo de salida a una cadena de nuevos descubrimientos, no sólo en Mozambique, sino también bajo las aguas marinas de Tanzania y Kenia. Unos hallazgos que en conjunto arrojan un volumen de recursos de gas natural de unos 5,6 billones de metros cúbicos que algunos cálculos más optimistas multiplican por dos. De la relevancia de estos números da cuenta el hecho de que en el 2011 el consumo mundial de gas fue de 3,2 billones de metros cúbicos.
Sin duda, la explotación de estos vastos recursos, localizados a no gran distancia de tierra firme y bajo un espesor de lamina de agua que no puede considerarse extrema para los estándares tecnológicos actuales, podría contribuir a satisfacer la demanda mundial de gas natural licuado y reportar grandes beneficios a Mozambique, Tanzania y Kenia (por este orden). Un sueño que sólo se hará realidad si los gobiernos de dichos países son capaces de superar una serie de desafíos.
Entre estos destaca el imperativo de concretar inversiones que resultan enormes para el tamaño de las economías de la región. Las compañías extranjeras están dispuestas a arriesgarse, pero no ocultan su inquietud ante la falta de experiencia de las administraciones gubernamentales en la tramitación y gestión de grandes proyectos gasistas. No en vano, a fecha de hoy todavía tienen que tomarse decisiones clave en materia legislativa, fiscal y de infraestructuras. Otros desafíos a superar por los gobiernos son los derivados de la necesidad de recurrir a mano de obra extranjera ante la carencia de personal cualificado local, lo que puede generar tensiones sociales, así como los asociados a la denominada maldición de los recursos, es decir, a que la promesa de la riqueza del gas acabe, como sucede en otros países de África, por exacerbar viejas rivalidades, la corrupción y los conflictos.
Ciertamente, los descubrimientos en Mozambique, Tanzania y Kenia se han producido en un momento en que la demanda mundial de gas natural licuado evoluciona al alza. Dicha demanda ha crecido a una media del 8% anual desde el 2000.
Sin embargo, los hallazgos de gas citados quizás no han llegado en el momento óptimo para su comercialización, ya que, con anterioridad al boom del África Oriental, el crecimiento de la demanda de gas natural licuado había suscitado en todo el mundo una oleada de inversiones para el desarrollo de nueva capacidad de producción. Durante el periodo 2012-2017 se espera que los nuevos proyectos en curso podrían añadir una media de 110.000 millones de metros cúbicos por año, lo que supondría casi un tercio de la actual capacidad de producción de gas natural licuado.
Además, muchos de esos proyectos vieron la luz con anterioridad a la reciente expansión del suministro de gas a partir de fuentes no convencionales ( shale gas), fenómeno que ha invertido las expectativas sobre el mercado de gas natural licuado en Estados Unidos, que ha pasado de ser considerado un importador neto a un posible exportador.
En cualquier caso, pese a estos inconvenientes, la viabilidad de la comercialización del gas natural licuado del África Oriental dependerá en última instancia del precio y los exportadores confían en que su producto será competitivo en los mercados de Japón y Corea del Sur, los dos mayores mercados de gas natural licuado del mundo. En este sentido, algunos analistas prevén que los planes de Australia para la expansión de la producción y la exportación de gas natural licuado a los dos mercados citados, tendrán que ser revisados a la baja porque sus costes resultaran superiores a los provenientes de África Oriental.
Una bonita historia que se ve amenazada por los piratas que con base en el fallido estado de Somalia infectan las aguas de Mozambique, Tanzania, Kenia y Madagascar. La piratería en la región, ya de por si muy intensa, podría dispararse en la medida que el auge de la nueva industria gasista supondrá un incremento del flujo de objetivos de alto valor, como navíos de exploración geofísica, barcos y plataformas de perforación, plataformas de producción flotantes y, finalmente, metaneros.
Nadie en la industria subestima en estos momentos el riesgo de ataques piratas, especialmente tras el sufrido el pasado año por el barco de perforación Posei
dón, de la compañía Ocean, frente a las costas de Tanzania. Un incidente que, aunque no es el primero, ha hecho tomar conciencia a las compañías que trabajan en la zona de la necesidad de incrementar y mejorar sustancialmente las medidas de seguridad en todos sus barcos e instalaciones.