Belén napolitano del siglo XVIII
Ansorena subasta un Nacimiento compuesto por más de 600 piezas
Los investigadores no se ponen de acuerdo a la hora de situar el origen del belenismo –Alemania, Italia, Catalunya– pero lo más probable es que naciera en Nápoles a finales del siglo XVII. Durante la siguiente centuria esta tradición formó parte del florecimiento cultural del barroco en la corte de Carlos III que proyectó su afición belenística por la Provenza, Catalunya, Valencia y Murcia. Apasionado de los nacimientos, este monarca hizo mucho por su difusión e incluso realizó los suyos ayudado por artistas y escenógrafos, mientras la reina María Amalia diseñaba vestidos para ser producidos en las fábricas reales. Carlos III regaló a su hijo, el futuro Carlos IV, el denominado Belén del Príncipe que llegó a contar con más de seis mil figuras.
Las figuras del belén napolitano son especialmente frágiles. El cuerpo está formado por un armazón de alambre forrado con estopa, materiales muy flexibles, que permiten crear figuras en muy diversas posiciones siguiendo la expresividad estilística del dinamismo barroco. Las extremidades son de ma- dera; la cabeza, de terracota policromada con los ojos de pasta vítrea, trabajados con notable minuciosidad para conseguir la máxima expresión del rostro, y los vestidos, de sedas o tejidos de la época, con pasamanería, y las mujeres adornadas con puntillas, joyas y abalorios.
Las piezas raramente van firmadas porque en la elaboración de cada figura intervenían múltiples artistas: escultores, pintores, plateros, sastres y hasta arquitectos para diseñar toda la ciudad, con sus casas y montañas. Y si finalmente se optase por la atribución de la autoría, esta siempre se le otorgara al que haya elaborado la cabeza. Para las ofrendas y la caracterización de los personajes se utilizaba el barro, la plata, el cristal, el marfil y el ébano.
En la última década, la sala Retiro de Madrid ha subastado cuatro belenes napolitanos, todos procedentes de colecciones particulares. El Estado adquirió, a través del Ministerio de Cultura, el de mayor relevancia en 2002 por 330.000 euros, que hoy se exhibe en el Museo de Cerámica y Artes Suntuarias de Valencia.
La firma Ansorena (teléfono 91-532-85-15) subasta el próximo 10 de enero un belén napolitano del siglo XVIII procedente de una colección privada que cuen- ta con un precio estimado de 1,5 a 2,5 millones de euros. El adjudicatario tendrá que adquirirlo completo porque la venta será en un único lote. Propiedad de la familia García de Castro y conformado tras décadas de coleccionismo e investigación, es, junto al Belén del Palacio Real y el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, uno de los ejemplos de nacimientos más sobresalientes del mundo. Se trata de la primera vez que sale a la venta en nuestro país una obra de tal envergadura, exponente fundamental del barroco escultórico, compuesto por más de 600 piezas del siglo XVIII, algunas de ellas firmadas por los mejores creadores de la época.
Uno de los artistas de mayor renombre en esa etapa de florecimiento artístico de Nápoles es Giuseppe Sanmartino (Nápoles 1720- 1798). Los pastores de Sanmartino emanan una extraordinaria viveza y un impresionante verismo. Los Reyes Magos con su comitiva constituyen un fuerte contraste muy barroco, con la realidad de los ambientes populares, pajes y cabalgaduras que, junto con la rica indumentaria exótica, ofrecían amplias posibilidades de expresión a la fantasía de los artistas. Además, la presencia de comerciantes y embajadores de Oriente Próximo en los ambientes napolitanos permitió a los artistas captar imágenes directas del fausto oriental.
Antes de su licitación del 10 de enero, este belén será exhibido, durante las fiestas navideñas, en CentroCentro Cibeles de Cultura y Ciudadanía de Madrid (plaza de Cibeles, 1) para que los visitantes tengan acceso al conocimiento de un tipo de objeto artístico y religioso que ha tenido muchos seguidores.
Estos nacimientos, muy buscados por los coleccionistas en la última década, reflejan de forma única la fusión entre lo cortesano y lo religioso, lo sofisticado y lo popular y, gracias a la transcripción detallada de la realidad, suponen un verdadero documento de la historia de aquel siglo.