Con banco malo pero sin unión bancaria
España tendrá banco malo pero para una tortuosa unión bancaria habrá de esperar al 2014. Esta batalla es intraeuropea, se dirime entre un BCE aliado con Bruselas y el Bundesbank, y es a cara de perro. Quizá por ello, la evolución ahora en los mercados de la deuda española preocupa menos que su banca.
El último enfrentamiento entre el patrón del BCE, Mario Draghi, y el del banco central alemán, Jens Weidmann, tuvo lugar en el Congreso Bancario Europeo del 23 de noviembre. Fue sonado.
Allí, Draghi dijo que es necesa- ria una unión bancaria, porque a causa de las divergencias causadas por la deuda soberana, los bancos españoles o italianos deben financiarse a precios más altos y así no canalizan los impulsos expansivos de la política monetaria, contrapeso de una política fiscal restrictiva. “Enfrentados a presiones de financiación –dijo Draghi– reaccionan endureciendo las condiciones de crédito para las empresas y los hogares”.
Weidmann no se quedó corto en su respuesta: “El BCE ha obsequiado a largo plazo a los bancos con generosa liquidez” y agregó: “Los bancos están utilizando esa liquidez adicional no para conceder crédito, sino para aumentar sus tenencias de bonos del Gobierno”. De ese modo, según la posición alemana, mientras a la economía real no le llega el crédito los gobiernos tienen menos presión para hacer reformas.
Bruselas, esto es la Comisión y el Parlamento europeo, se ha unido a Draghi en la batalla por alcanzar una unión bancaria cuanto antes, dentro de los planes de transformación de la arquitectura europea. El jueves, el Parlamento europeo votó a favor de que el BCE sea el supervisor de la unión bancaria y que su ámbito se extienda a todos los bancos europeos, punto que no acepta Alemania. Esto es, que su autoridad prevalezca sobre los reguladores y bancos centrales nacionales, incluido el Bundesbank.
Pablo Zalba, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, afirmó que esto “es fundamental para terminar con el círculo vicioso de deuda soberana y banca”.
Según la agencia Fitch, pasarán “varios años” antes de que la banca se financie en el mercado internacional
En esa línea, la CE aprobó los planes de reestructuración de cuatro bancos nacionalizados en España, que recibirán 36.965 millones de euros, conforme al plan de ayuda a nuestro sistema financiero acordada en julio. Esto se completó el viernes con la fundación de la Sareb (el banco malo), a donde irán los activos inmobiliarios de la banca nacionalizada.
Siendo muy importantes, estos pasos son juzgados insuficientes. Según la agencia Fitch, la reestructuración que supondrá (con su secuela de fusiones y adquisiciones) dará más confianza a los ahorradores y los bancos mejorarán sus depósitos, pero pasarán “varios años” antes de que se financien en los mercados internacionales. Básicamente, porque el saneamiento del conjunto no está completado ya que el mercado estima que las necesidades reales son de unos 120.000 millones.
Y esa financiación es clave porque el sistema bancario español tiene una deuda externa de 892.000 millones de euros, el 83% del PIB. Esa carga –y su devolución– hará que en el 2013 empresas y familias sufran un déficit de financiación, lo que debilitará la recuperación y con ello los fundamentales de la deuda soberana, que posiblemente crezca para tapar nuevos agujeros bancarios.
Paradójicamente, la prima de riesgo ha caído por debajo del umbral de los 400 puntos. El comodín Draghi asegura eso, pero más lejos no puede llegar.