La Vanguardia - Dinero

Internet rompe las reglas fiscales internacio­nales

La Agencia Tributaria creará una oficina de fiscalidad internacio­nal para poner la lupa en la actividad que realizan las multinacio­nales tecnológic­as en España

- Conchi Lafraya

La Agencia Tributaria se ha enfrascado en una nueva aventura fiscal con el objetivo de incrementa­r la recaudació­n: cazar a las multinacio­nales que realizan ingeniería financiera para pagar menos impuestos en España. Difícil tarea.

Estas compañías, que normalment­e cotizan en distintos mercados bursátiles, buscan a toda costa maximizar beneficios para sus accionista­s y reducir la factura de impuestos, con independen­cia de los países desde donde operen y vendan sus productos.

Internet permite comerciali­zar con mercancía, sobre todo electrónic­a de consumo, desde cualquier parte del mundo sin constituir una plataforma de ventas en el país de destino. Es más, el catálogo de venta lo constituye la propia red. Estas

Las multinacio­nales no necesitan abrir una sede en cada país para llegar al cliente final

empresas apenas hacen publicidad. Y lo que venden, se cobra a través de una transferen­cia bancaria. Y punto.

Según distintos abogados (especialis­tas en la materia, pero que prefieren mantenerse en el anonimato porque, entre otras cosas, asesoran a este tipo de firmas), “las multinacio­nales pocas veces cruzan la legalidad”. Otro comenta: “No cometen irregulari­dades, sino que siguen la ley con más o menos agresivida­d”. Y un tercero apunta: “Incluso, miran sentencias que crean jurisprude­ncia para cumplir con la ley”. Otra cosa es, dicen, “que aprovechen todas las disposicio­nes generales de los tratados de doble imposición”.

Es decir, en muchas ocasiones cumplen la normativa internacio­nal y los acuerdos bilaterale­s firmados a pies juntillas, pero se sirven de los instrument­os que les proporcion­a la propia ley para que sus factura tributaria­s se reduzcan a la mínima expresión. Otras, sí que hacen trampas para pagar menos impuestos.

Y con la crisis económica, todos los países tratan de incrementa­r sus recaudacio­nes. ¿Es un problema legal o moral? Europa empieza a tomar cartas en el asunto.

En realidad, no constituye una dificultad exclusiva de España, sino que la situación preocupa en el Reino Unido, Francia, Alemania, Grecia... de manera que organismos internacio­nales como la OCDE tendrán que tomar cartas en el asunto tarde o temprano. Incluso, es un tema que se va a tratar en la próxima reunión del

La forma de hacer negocios en la red cambia las reglas del juego y la normativa fiscal queda antigua

G-20, que se celebrará en Rusia en febrero.

No se descarta que los próximos días, meses o semanas la Agencia Tributaria española destape algún caso emblemátic­o de una empresa extranjera como medida de presión hacia el resto. De hecho, se está inspeccion­ando a más de una y se ha puesto la lupa sobre ellas para ver si cometen irregulari­dades tributaria­s o no. Se trata de procesos de investigac­ión largos, puesto que toca pedir informació­n a terceros países, con lo que las inspeccion­es duran de media unos dos años.

Compañías multinacio­nales extranjera­s, sobre todo del sector tecnológic­o como Google, Apple, Google, Facebook, Microsoft, Yahoo, eBay o Amazon, entre otras, están en el ojo del huracán. Han extendido su negocio por toda Europa –también en España–, pero siguen pagando el impuesto de sociedades en su país de origen o en el más ventajoso. Y las diferencia­s son notables. El tipo general del impuesto de socieda-

des en España se sitúa en el 30%, frente al 12,5% que ha fijado Irlanda para atraer inversione­s extranjera­s y jugar a volumen. Según algunos expertos, Irlanda ha optado por reducir el tipo de forma significat­iva para que, “dentro de la legalidad” de la Unión Europea, las compañías estadounid­enses se instalen allí desde el punto de vista tributario”. Aunque otras optan por abrir sucursal en Holanda u otros países diferentes con reducida tributació­n.

Una tarea que tienen los inspectore­s españoles es demostrar que usan esas bases fiscales sólo para declarar beneficios y que allí no se encuentra el equipo directivo de la compañía, o que el valor generado no emana sólo desde el país donde tributan.

Según Ramsés Pérez, presidente de la Organizaci­ón Profesiona­l de Inspectore­s de Hacienda, “existen tres conceptos que hay que tener en cuenta y diferencia­r en estos casos: economía de opción, elusión y evasión”. A su juicio, la economía de opción “es legal”, ya que significa que una compañía decide dónde instalarse y, por lo tanto, al mismo tiempo dónde paga su factura tributaria mundial. Fraude de elusión se produce, dice, “cuando una empresa hace ingeniería empresaria­l para tributar menos en un determinad­o país”. Mientras que, a su juicio, evasión fiscal, “sí constituye realmente fraude”.

En este último caso, el del fraude fiscal, sí que entra en juego otro concepto fundamenta­l en tributació­n internacio­nal, “el de los precios de transferen­cia”.

Esta técnica consiste (en pocas palabras) en que una matriz estadounid­ense monta una filial en España, pero le vende los productos a un precio muy próximo al de venta al público para evitar declarar grandes beneficios y así tributar menos en el país instalado.

Por principio, tendrían que venderse los productos por valor de mercado, como si fueran dos empresas independie­ntes. Pero como dice el refrán, hecha la ley, hecha la trampa.

“Existe una gran discrecion­alidad para fijar los distintos márgenes en las distintas jurisdicci­ones”, explica el especialis­ta Santiago Díez Rodríguez, de Marimón Abogados. A lo que añade: “En materia industrial resulta más fácil medirlo, pero en los temas tecnológic­os resulta mucho más complicado”.

Díez Rodríguez insiste “en que la forma de hacer negocio a través de internet, cuyas fórmulas ahora empiezan a tener éxito, va a dar más de un quebradero de cabeza a los distintos países en materia tributaria”.

El tema, apuntan las fuentes consultada­s, “no es tanto cuánto ganan esas empresas, que sí suele ser un dato público, sino qué países se reparten las ganancias desde el punto de vista fiscal”. Es decir, este problema trasciende a las competenci­as del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y se ha convertido en un dilema mundial. En este contexto, los distintos países europeos compiten, además, con paraísos fiscales como Suiza, Panamá o las islas Caimán, donde todavía resulta más difícil obtener informació­n.

“Este tipo de negocio no tiene componente aduanero, con lo que resulta difícil fijar qué parte del margen de la venta desde el punto de vista fiscal tendría que venir a España y cuál al país de origen”, dice otro experto.

Los abogados explican que la clave es cómo se estructura­n las multinacio­nales; dónde fijan a su equipo directivo, el que crea valor y, sobre todo, la apertura de sucursales o no en España.

En definitiva, la guerra entre jurisdicci­ones por el reparto de los beneficios mundiales de las ventas on line está abierta.

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