EL MALDITO CONTRATO A TIEMPO PARCIAL
El contrato a tiempo parcial es un buen termómetro para conocer el grado de flexibilidad que hay en las economías europeas. En España, con la mayor tasa de paro de la zona, el 26,2%, esta clase de contrato ocupa al 14% de la población, claramente por debajo de la media europea. En Holanda, donde el desempleo es del 5,5%, esta fórmula da trabajo al 49%.
Un trabajo a tiempo parcial es aquel en que el empleado trabaja menos de 30 horas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de trabajadores de esta clase no ha hecho sino aumentar en los países más desarrollados. En Alemania representa cerca del 26%, al igual que en el Reino Unido, Dinamarca o Suecia.
En España, el contrato a tiempo parcial está mal visto porque se juzga que es un empleo precario y que, en gran medida, es una trampa laboral para las mujeres, diseñado para que trabajen fuera y dentro de casa. La última versión sería la de un contrato marginal ofrecido en una situación catastrófica provocada por los mercados financieros.
Ciertamente, este tipo de jornada laboral implica una remuneración menor, pero en cualquier caso es un ingreso que puede resultar crucial a una economía familiar.
Además, su rechazo no se debe sólo a sus limitaciones. En los años 80, el contrato a tiempo parcial fue reivindicado por la izquierda, como fue el caso del presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, que veía en él una vía interesante para vivir de una manera distinta –esto es, menos centrada en el trabajo y más en el desarrollo personal– dentro de una economía de mercado. Pero ese trabajador distinto no respondía al arquetipo del asalariado sindicalizado. En aquellos años, Felipe González y miembros de su gobierno socialista se alinearon con Jacques Delors y quisieron desarrollar el trabajo a tiempo parcial en España como una fórmula moderna e innovadora de corte europeo.
Pero no pudo ser, porque el rechazo que mostraron los sindicatos CC.OO. y UGT fue de tal magnitud que dejaron congelado el proyecto hasta que la sociedad española evolucionara y se pudiera aplicar. Como se ve, no han cambiado demasiado las cosas, y seguimos con un paro masivo.