Pronósticos cautos con cierto optimismo
Uno de los aspectos más sorprendentes del informe Global trends 2030 –elaborado, tras consultar con expertos de todo el mundo, en la Dirección Nacional de Inteligencia de Estados Unidos– es su optimismo.
El informe no obvia la crisis actual, y algunas hipótesis sobre el futuro de la Unión Europea y los efectos de una crisis más aguda en la economía global son sombríos. Pero Global trends 2030 abre el foco, mira más allá: en lo que los norteamericanos llaman el big picture –la panorámica– la humanidad sigue progresando, según la Inteligencia de Estados Unidos.
Los autores son, en general, cautos en sus pronósticos, pero en una de las previsiones dejan poco margen para la duda: en las próximas décadas el número de pobres se habrá reducido, hasta el punto de que en el año 2030, “por primera vez, la mayoría de la población no estará empobrecida”.
La reducción de la pobreza en países en desarrollo y subdesarrollados –queda excluida el África subsahariana– y el ascenso de las clases medias, concentrado sobre todo en China e India, es uno de las cambios sistémicos de los próximos años.
El número de personas que viven en una situación de pobreza extrema –mil millones ahora– podría descender en un 50%. Algunos cálculos, citados en el informe, apuntan que el número de personas que por su poder adquisitivo podrán considerarse de clase media se doblará: de mil a dos mil millones.
“El crecimiento rápido de la clase media tiene consecuencias importantes –se lee en el informe–. La demanda de bienes de consumo, incluidos coches, aumenta de forma”.
La Inteligencia de EE.UU. también ve efectos políticos: cita la cifra e ingresos per cápita de 12.000 dólares anuales como “el nivel por encima del cual las democracias no dan marcha atrás hacia sistemas autoritarios”.
El ascenso de la clase media en Asia, paralelo a la urbanización, disparará la demanda de agua, energía y comida en un 40%, 50% y 35%, respectivamente.
“El mundo ha consumido más comida de la que produce en siete de los últimos ocho años”, dicen los autores. El cambio climático, que sucesivas administraciones de EE.UU. no han querido o logrado afrontar, representa una de las variables que “empeorará las perspectiva de que estos recursos necesarios estén disponibles”.
No abundan las hipótesis apo- calípticas en el documento, pero una de ellas tiene en su centro a la Unión Europea. Una salida “desordenada” de Grecia de la eurozona sería lo que los autores llaman un “cisne negro”, un evento inesperado que alteraría las hipótesis de futuro más probables.
La salida de Grecia –la de España no aparece como una posibilidad– “podría causar un daño colateral ocho veces mayor que la bancarrota de Lehman Brothers, y provocaría una crisis más amplia respecto al futuro de la UE”. El derrumbe del banco Lehman Brothers, en septiembre del 2008, fue el detonante de una crisis financiera de la que EE.UU. y Europa no se han recuperado.
No es esta, sin embargo, la hipótesis más probable para la UE y el euro, según Global trends 2030. Los efectos de la crisis del 2008 –entre ellos una reducción de la deuda que será larga y penosa– “suscitan la posibilidad de una crisis prolongada que podría socavar el tejido social y político en muchos países occidentales y provocar efectos desestabilizadores a largo plazo”.
Europa arrastra otro problema que, aunque supere la actual crisis de la deuda, puede lastrar el crecimiento futuro: el envejecimiento de la población. “Anteriores crisis financieras y económicas, como la gran depresión de los años treinta, ocurrieron cuando la población era joven, lo que proporcionó una ventaja demográfica durante el boom de la posguerra mundial”, dice el informe.
¿La solución? Un aumento de la productividad. En EE.UU. el proble-
Según el informe, en 2030, por primera vez, la mayoría de la población no estará empobrecida Europa arrastra otro problema que puede lastrar su crecimiento: el envejecimiento de la población
ma demográfico es menos agudo. Y este país disfruta de otra ventaja: la perspectiva de alcanzar la independencia energética en los próximos años gracias a la explotación del gas de pizarra y al aumento de la producción de petróleo. Este es uno de los “cambios tectónicos” que, según Global trends 2030, definirá el mundo en las próximas décadas.