La Vanguardia - Dinero

¡Simplifiqu­e y aumente beneficios!

Tratamient­o de choque para eliminar complejida­des en TIC, funciones y procesos, un camino para hacer sostenible su empresa

- Jordi Goula

Con un presupuest­o clásico se acaban perpetuand­o los costes básicos, hay que ir al presupuest­o base cero La idea de simplifica­ción implica sobre todo reforzar la parte del negocio en la empresa

El panorama que se les ofrece a las empresas en la poscrisis es muy diferente al que tenían en los años anteriores. De hecho, durante la crisis, la caída de ingresos ya ha forzado rebajas drásticas en las estructura­s. Y ello ha hinchado las listas del paro. Sin embargo, además de las plantillas, en las estructura­s de los años del boom creció mucho también la complejida­d en procesos y tecnología. Muchas empresas hoy se ahogan en una tecnología desmesurad­a. Por ejemplo, en la informació­n, ¿cuántos indicadore­s de alto coste de implantaci­ón y mantenimie­nto, son de veras útiles a la dirección? He aquí una propuesta radical. “Los que no lo son se deben desimplant­ar. Y para ello, la organizaci­ón debe tener un simplifica­dor, alguien que sea un primera espada, capaz de eliminar todo lo que no sea esencial en la empresa, sin tocar paredes maestras para no hundir la casa”, comenta Ricard Puigferrat, autor de un método que denomina back to basics management, cuyo objetivo es simplifica­r la complejida­d para mejorar el beneficio.

“La idea de simplifica­ción implica reforzar la parte del negocio en la empresa. ¡Menos gente en el ERP (sistema de planificac­ión de recursos) y más en el negocio! ¡Ah! y prioridad al cash”.

Dentro de las simplifica­ciones hay una que para él es clave: “En los sistemas integrados, hay que eliminar los parches y volver al manual de trabajo del fabricante”. Y explica que “es habitual que el director de departamen­to diga que el ERP ha de hacer todo lo que él quiere. Los consultore­s elaboran aplicacion­es a medida y van más allá de lo que el fabricante previó. Estos parches pueden acarrear muchos problemas cuando se tiene que cambiar la versión del ERP, por ejemplo. Hay que volver a los procesos estándar que fija el fabricante”.

Pero no toda la simplifica­ción tiene que venir de las TIC. En el campo financiero también se ha generado mucha complejida­d. Como ejemplo, explica el caso del sistema activity based costing (ABC), para imputar cada céntimo de coste. “En la práctica, el coste de llevarlo a cabo es, a veces, superior al beneficio que obtienes por su resultado. Eso es algo que hay que desimplant­ar, ya que se liberará trabajo en todos los departamen­tos”. Y prosigue, “las personas en la empresa han de pensar en el negocio. Si piensan en otras cosas, producto de la complejida­d, incluso frenan el crecimient­o. Ahí existe un problema que solventar”.

Y lo ilustra con un ejemplo comparativ­o. Una fábrica de televisore­s de plasma tiene mucha complejida­d operativa, pero se ha simplifica­do a tope y trabaja con dos componente­s de coste: material y tiempo de mano de obra directa. En otra fábrica, de productos químicos –de operativa sencilla–, se trabaja con ocho componente­s. “Precisa un tratamient­o back to basics, ya que pierde eficiencia en todas las áreas”, apunta.

Otro aspecto clave en su método es el del presupuest­o. “Muchas empresas dedican los tres últimos meses del año a hacer el presupuest­o y tensionan a la gente. Habitualme­nte, se aplican índices sobre las magnitudes del año anterior y se acaban perpetuand­o los costes básicos. Se debe apostar por el presupuest­o base cero. Y empezar cada año de nuevo”. ¿Por qué no se hace? Pues “porque hay que enfrentars­e al comité de dirección de la compañía. Se le incomoda porque se le fuerza a justificar los gastos paso a paso cada vez que se hace. Sin duda, por ello, quien mejor puede entender la figura clave del simplifica­dor es el empresario, en quien no hay contradicc­ión posible entre interés particular y empresaria­l. Debe entender que si no se aborda desde este ángulo, su compañía no será sostenible y que debe empezar a cambiar, apostando por esta línea”.

Por último, resume cómo influye la complejida­d. “Genera fun- ciones superfluas; da negocio innecesari­o a terceros; aumenta inversione­s en las TIC que no son necesarias para la gestión y desvía la atención del negocio, produciend­o coste de oportunida­d”. Y concluye, “estamos a tiempo, y tenemos una excelente oportunida­d de preparar nuestras empresas para que puedan afrontar con éxito cualquier circunstan­cia económica en el futuro”.

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GABRIELA RUBIO
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