DEBEMOS VOLVER A LO BÁSICO
Crecimiento e inflación: estos son los dos factores básicos a la hora de plantear la inversión en bolsa. O lo eran. Crecimiento, resultados empresariales, al final el principal determinante del sentimiento del inversor y su estimación de la valoración del mercado. Inflación, como indicador de riesgo, tensionando los tipos que más tarde pasarán factura en la propia valoración de las compañías. Sí, en el pasado eran las variables clave a la hora de replantearse tomar posiciones en bolsa. De hecho, siempre tenías que tener posiciones en bolsa. Invertir en el futuro. Así ha sido en el pasado.
En las presentaciones a clientes, ahora buena parte del análisis se centra en el fiscal cliff (el precipicio fiscal estadounidense), en la crisis del euro, también hablamos de los riesgos geopolíticos. Y hasta de la caída libre del yen japonés (JPY), de la competencia por depreciar su moneda desde algunos gobiernos. Del difícil equilibrio entre países desarrollados, acuciados por la deuda, y los emergentes, obligados a ajustes rápidos en su modelo de crecimiento.
En mitad del discurso, en ocasiones ya directamente al final, aludimos al atractivo en valoración de las bolsas, la elevada liquidez en las carteras y la falta de alternativas de inversión en mundo de tipos de interés nulos (o incluso negativos en algunos casos).
Consideramos que, en un escenario de estancamiento económico y hasta recesión, las empresas lo han hecho bien a la hora de proteger sus resultados y cuota de actividad. Sólo un rato para hablar de estos temas, para volver a hablar de Grecia, de la petición o no de asistencia por parte de España y, de forma más reciente, del dilema político en Italia entre Silvio Berlusconi y Mario Monti.
Como ven, los analistas de empresas son una especie en vías de extinción. Como de hecho también es evidente el proceso de deequitización que vemos en las bolsas mundiales, con cada vez más limitada liquidez entre la apatía y la desconfianza de los inversores. Y el proceso se retroalimenta.
Reconozco que el año 2013 es un ejercicio que me produce mucho respeto. Apenas me reconforta algo el optimismo que observo entre autoridades y economistas sobre el 2014. Mi opinión en este tema es clara: para ser optimista en lo macroeconó- mico en el 2014 debemos serlo con fuerza en los ámbitos financiero y de mercados en el 2013.
Si decidiéramos volver a lo básico, las bolsas deberían adelantar la mejora del crecimiento mundial (emergentes y Estados Unidos) entre seis y nueve meses. Aunque esto no es una ciencia matemática, pero parece incomprensible que se repita un año tan complejo como el actual en los mercados siendo un ejercicio de transición en lo económico. ¿Y la inflación? La inflación no es un problema. Y la desinflación a la que asistimos está lejos, por el momento, de amenazarnos con deflación.
Si volviéramos a lo básico deberíamos también considerar la posibilidad de operaciones corporativas que puedan dar valor a una compañía. O poner en precio a otra. También deberíamos considerar, naturalmente, la retribución por dividendos. Piensen que en estos momentos, a nivel mundial, superan un 3% en promedio frente al 1,7% de la rentabilidad que ofrece la deuda de Estados Unidos a diez años (la inflación en el país es del 2%).
Por qué no, también deberíamos considerar la recompra de acciones por las compañías también en promedio (los promedios pueden ser engañosos en ocasiones) con elevada liquidez en sus carteras. Deberíamos valorar también la creciente presión de
El crecimiento y la inflación han dejado de ser las variables clave para la toma de decisiones en bolsa La crisis del euro, el ‘fiscal cliff’ de EE.UU. y los riesgos geopolíticos son el centro de todos los análisis bursátiles
grandes compañías por hacer un spin-off de sus negocios, entre la infravaloración actual del mercado y la necesidad de prepararse (en deuda, en liquidez) a un mundo tan complejo como el actual.
Si consideran todos estos factores, probablemente se reafirmen en que el 2013 debería ser positivo para las bolsas. Lamentablemente, no todas las bolsas. Y es que la aversión al riesgo en algunos casos puede seguir siendo elevada. Y me refiero a Europa… más allá de lo básico.