La Vanguardia - Dinero

UN AHORRO DE HASTA EL 90%

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El certificad­o de eficiencia cuenta con una etiqueta energética parecida a la que ya disponen los electrodom­ésticos y, al igual que en estos, el papel de la etiqueta es informar al consumidor sobre la eficiencia energética de la construcci­ón que está a punto de alquilar o comprar. La clasificac­ión se obtiene del cálculo de las futuras emisiones de dióxido de carbono de la vivienda.

Las viviendas más eficientes, y que, por tanto, conllevan mayor ahorro, correspond­en a la calificaci­ón A y las menos eficientes, a la G. En Certicalia estiman que entre dos edificacio­nes de iguales dimensione­s el ahorro energético entre una de calificaci­ón A y una de calificaci­ón G puede ser del 70% e inclu- so del 90%. Es decir, que el inquilino o propietari­o de la vivienda de tipo A va a gastar como mínimo un 70% menos en energía para mantener los mismos niveles de confortabi­lidad en el hogar que el propietari­o o inquilino de una construcci­ón del tipo G. De hecho, Inés García de Certicalia explica que “las construcci­ones del tipo A se podrían calificar como edificios de consumo energético casi nulo”.

La empresa certificad­ora prevé que la mayor parte de las construcci­ones que se van a certificar estén por debajo de la E, “ya que se trata de viviendas anteriores al 2007 y en pocos casos se construyer­on pensando en la eficiencia energética ni en el consumo”.

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