Primer año Mariano: 800.000 parados más
El primer año del Gobierno de Mariano Rajoy se ha saldado con 800.000 desempleados más; una tasa de paro del 26%; más de la mitad de los jóvenes sin empleo, y 1,6 millones de hogares en los que no entra ningún sueldo. Los salarios se han recortado. Los pensionistas han perdido capacidad adquisitiva. Los desahucios se han disparado. El Estado de bienestar se ha reducido drásticamente. Los derechos laborales se han recortado significativamente y los impuestos han subido en 27 ocasiones diferentes. Nadie puede discutir que tras este periodo somos más pobres.
Cuando Rajoy fue designado presidente por el Congreso de los Diputados el día 20 de diciembre en España había 5,273 millones de parados, lo que representaba una tasa de desempleo del 22,8%. Cuando se publique la EPA correspondiente al cuarto trimestre el próximo 24 de enero el gran titular será: España supera los 6 millones de parados, con una tasa de desempleo del 26%, la más alta de la democracia española doblando la media europea.
Este año ha estado marcado por una profunda crisis, la segunda recesión en menos de dos años. La temible double deep, una doble uve que refleja la gráfica del crecimiento desde que se inició la Gran Crisis (con mayúsculas) hace cinco años, que ha arrasado la economía del país y la vida de las personas. Sin duda son días que vivi- mos peligrosamente. Dos huelgas generales, cientos de conflictos gremiales, ciudadanos indignados... Una recesión que ha agudizado la crisis institucional, que se ha visualizado con el deseo de Catalunya de independizarse.
En estos 365 días el sistema financiero fue rescatado para evitar un credit crunch. Fue el sábado 9 de junio cuando el ministro de Economía, Luis de Guindos, anunció que España había solicitado y obtenido un préstamo de la Unión Europea de hasta 100.000 millones que utilizaría para sanear el sistema financiero español. A mediodía del día si- guiente, el presidente del Gobierno evitó la palabra rescate y explicó que la línea de crédito era un éxito de su política. Pero lo cierto era que España había sido intervenida por los hombres de negro desde hacía mucho antes.
Ha sido una especie de intervención a plazos que comenzó en mayo del 2010, cuando el anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue obligado por Europa a aprobar el mayor recorte social de la democracia; continuó el 4 de agosto del 2011 cuando recibió una carta secreta del BCE imponiéndole un nuevo ajuste para seguir facili- tándole crédito, y que le llevó a una reforma exprés de la Constitución, y siguió, ya con el Gobierno Rajoy, con el rescate condicionado de la banca y un duro MoU. Pero aún no ha terminado. El presidente está siendo muy presionado para que pida el rescate formal, lo que podría pasar en febrero, para que el Parlamento alemán pueda aprobarlo antes de su disolución en julio por la convocatoria de elecciones.
A pesar de todo, ¿alguien puede dudar que el Gobierno de Rajoy ha suspendido estrepitosamente su primer año? La respuesta para una buena parte de los analistas es positiva. Rajoy aprueba por los pelos. La razón es que, a trancas y barrancas, ha puesto las bases de una futura recuperación que podría producirse al final del 2013. En el último trimestre del próximo año la economía podría dejar de caer y en el 2014 podría crecer lo suficiente para crear empleo neto.
Si esta hipótesis se confirma estará en condiciones de salvarse e instaurar un largo ciclo de gobiernos conservadores. De lo contrario será barrido del mapa, como le ha pasado a 23 gobiernos europeos de diferentes colores. Por eso su apuesta es ganar la confianza de sus socios europeos y de los inversores. Esta es la razón por la que la prioridad de este primer año de legislatura ha sido reducir
Si no consigue que la economía crezca y genere empleo en el 2014, será barrido del mapa político
el déficit del 9% al 6,3% del PIB. Un recorte de 27.000 millones a los que hay que añadir un desplome de los ingresos fiscales en más de 36.000 millones. Un esfuerzo fiscal sin precedentes que está siendo muy bien valorado, aunque al final el ejercicio se cierre con cinco o seis décimas por encima de lo previsto.