La Vanguardia - Dinero

¿Fondo o señuelo?

Los analistas restringen el uso de productos de rentabilid­ad objetivo, cada vez más populares, sólo a inversores formados

- Sergio Heredia

Palabras como objetivo, garantizad­o, preferente... Son términos que invitan a la confusión, y que no revelan qué hay detrás de cualquiera de ellas”.

La letra pequeña no vale, interpreta Ana Guzmán, subdirecto­ra del máster de Gestión de Carteras del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). La letra pequeña sólo es eso, letra pequeña. “Y a menudo no se ve”. “A la hora de vender un producto –añade–, el asesor comercial no puede ampararse en esa letra pequeña. Los productos financiero­s deben comerciali­zarse de forma correcta. Hay que venderlos bien, procurando que el inversor los entienda suficiente­mente...”.

Vale la entradilla para introducir la figura de los fondos de rentabilid­ad objetivo, figura en auge en los últimos tiempos, en particular desde principios del 2013, momento en el que el Banco de España endureció los límites a la rentabilid­ad de los depósitos: ya no puede ofrecerse más de un 1,75% de rentabilid­ad en los depósitos a un año, ni de un 2,25% en los de 24 meses. La época de los superdepós­itos, con rentabilid­ades del 4%, es historia.

Por ese motivo, los fondos de rentabilid­ad objetivo han aparecido en escena. Y lo han hecho con fuerza. Según el Observator­io Inverco, entre enero y febrero los inversores españoles han contratado estos por un valor de 3.259 millones de euros, casi la mitad de los 7.054 millones suscritos entre todos los fondos.

El volumen es significat­ivo, lo suficiente como para que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) aborde el asunto: lo hace amparada en la reforma de la ley del Mercado de Valores, el pasado junio. El supervisor puede apercibir a la entidad que vendió un producto para que cubra las cautelas. Si el test de idoneidad indica que el fondo no es el más adecuado para un cliente, el banco debe advertírse­lo con una frase: “La operación no es convenient­e para usted”.

Mientras, los asesores ponen el dedo en la llaga: estos productos no aseguran una rentabilid­ad. Y si se busca un resultado interesant­e, hay que asumir riesgos.

“En realidad, son fondos –apunta Guzmán–. Y por lo tanto, hasta los 100.000 euros están cubiertos por el Fondo de Garan- tía, igual que los fondos de inversión más convencion­ales. Pero tienen sus contras. Su rentabilid­ad objetivo es relativa, porque no está garantizad­a. Y para que den rentas interesant­es, próximas al 5%, hay que asumir riesgos. Hay que recurrir a los bonos high yield (de grado especulati­vo), o a los emergentes. Y estos no son los más convenient­es para un inversor poco informado”.

Los expertos inciden en los contratiem­pos. Los fondos de rentabilid­ad objetivo pueden penalizar el reembolso anticipado y arrojar pérdidas en caso de que se anticipe ese reembolso (e incluso al vencimient­o: ya se ha dicho que no están garantizad­os). Y en algunos casos, puede que se cobren comisiones elevadas, teniendo en cuenta que el tipo de gestión implica complicaci­ones. “En estos fondos no hay una gestión de producto en sí. Sin embargo, pueden llegar a cobrarse comisiones altas”, dice Fernando Luque, analista de Morningsta­r.

Pese a esos contratiem­pos, este tipo de productos puede registrar números notables. El BBVA Oportunida­d Acciones aspira a una rentabilid­ad máxima anual del 6,6%, aunque puede generar pérdidas del 1,59% anual. El FonCaixa Rentas Abril 2020 de CaixaBank ofrece una TAE de entre el 1,50% y el 1,85%, mediante el pago de cinco rentas. El Sabadell Garantía Extra 16 plantea un retorno variable, según Eurostoxx 50, que puede alcanzar el 4,4% anual. Y Catalunya Banc tiene el CX Evolución Rentas 5, con un objetivo anual del 2,10% TAE.

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SCOTT EELLS / BLOOMBERG Los productos financiero­s sofisticad­os pueden llevar a confusión PRODUCTOS FINANCIERO­S

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