El empleo, en el centro de la discusión
El presidente francés, François Hollande, planteó esta semana a los principales actores del caso Alstom las condiciones que el Estado –que aunque ya no es accionista, sigue siendo un cliente fundamental– reclama para facilitar la operación: la salvaguarda del empleo y el mantenimiento de los centros de decisión en Francia. El grupo Alstom tiene en total alrededor de 92.000 empleados en todo el mundo, de los cuales 18.000 en Francia –sólo un poco más de los 11.000 que tiene General Electric en el país– y 4.000 en España. El objetivo de Alstom es vender toda la división vinculada a la producción eléctrica, repartida entre las sociedades Thermal Power, Renewable Power y Grid, así como una parte de los servicios centrales. En este ámbito, que representa el 70% de la cifra de negocios del grupo, trabaja la mayor parte de la plantilla, esto es, 65.000 personas, mientras que en la división de transporte ferroviario trabajan unas 27.000 personas. El grupo norteamericano General Electric, el único que hasta ahora ha presentado una oferta de adquisición en firme –valorada en 12.350 millones de euros–, ha asegurado que no sólo mantendrá los puestos de trabajo, sino que pretende incluso ampliarlos. Sus actividades son muy complementarias respecto a las de Alstom. El grupo Siemens, en cambio, compite directamente con Alstom en todos los terrenos, del eléctrico al ferroviario. Los alemanes, que hasta ahora sólo han presentado una carta de intenciones, proponen quedarse con la división eléctrica y ceder a Alstom su división ferroviaria, lo quedaría lugar a dos grandes grupos europeos. Pero eso, forzosamente, comportará a medio plazo reducción de empleos.