Escenarios para después del 9-N
El Estado impedirá la consulta y, por lo tanto, esta no se podrá realizar con garantías suficientes para la comunidad internacional”
¿Y después del 9 de noviembre qué? Es la pregunta que muchos nos hacemos y a la que nadie contesta por la imprevisibilidad de factores que la condicionan. La fecha cada vez está más próxima y creo que es bueno empezar a hacer algunas hipótesis verosímiles.
Es un hecho que Mariano Rajoy y el PP no tienen margen de maniobra para atender mínimamente las aspiraciones catalanas. Durante muchos años han sembrado la idea de que los catalanes querían tener privilegios a costa de los otros españoles y ahora están atados de pies y manos. Los barones del PP nunca consentirán un trato especial para Catalunya y menos hablar de un pacto fiscal. Ya lo dijo bien claro el presidente del PP de Extremadura, el señor Monago: Catalunya aporta al Estado 16.000 millones de euros anuales a los que de ninguna manera se puede renunciar. Por lo tanto, olvidémonos de esperar ningún ofrecimiento por parte del PP.
Haciendo un gran esfuerzo, Rubalcaba desenterró el federalismo para tratar de encajar las aspiraciones catalanas dentro de España. Pero cuando se habla de federalismo asimétrico a muchos socialistas españoles se les ponen los pelos de punta. Ahora, sin el padrino de la idea y mandando en el PSOE Susana Díaz, a la presidenta del PSOE andaluz, seguramente propondrán sustituir el café para todos por el federalismo para todos y volveremos a la casilla de salida.
Para la sociedad española no es fácil renunciar a una Catalunya moderna, dinámica, innovadora y exportadora, con un PIB de 200.000 millones de euros, muy superior al de muchos países miembros de la UE. No hay duda que Felipe VI hará esfuerzos por hallar una tercera vía que permita la continuidad de Catalunya dentro del Estado español.
Y ahora viene la pregunta. ¿Qué pasará después del 9 de noviembre? Todo parece indicar que el Gobierno español impedirá como sea la consulta y, por lo tanto, esta no se podrá realizar en condiciones que ofrezcan suficientes garantías a la comunidad internacional. La consecuencia será que el presidente Artur Mas, para hacer honor a su compromiso de consultar a los catalanes, se verá obligado a anunciar que en los próximos meses convocará elecciones anticipadas que tendrán un carácter plebiscitario.
Las elecciones europeas, a pesar de sólo ser europeas, han supuesto una aproximación sobre la voluntad del pueblo catalán. Han votado unos 2.500.000 catalanes, el 47,6% del censo. Los partidos políticos a favor del derecho a decidir han conseguido el 61% de los votos y los claramente contrarios, un 30%. Los partidos partidarios de la independencia, ERC y CiU, han sumado el 45%, aunque en otros partidos tam- bién hay partidarios del sí, sí.
La hora de la verdad llegará en las próximas elecciones catalanas, en las que unos 5.300.000 catalanes serán convocados, pero quienes tendrán que tomar la gran decisión serán los 135 diputados del Parlament de Catalunya. ¿Cuántos votos y cuántos diputados se necesitarían para tomar una decisión tan trascendente como es la de declarar la independencia? Democrática y jurídi-
Si el referéndum no se puede hacer con garantías, Artur Mas se verá obligado a elecciones anticipadas de carácter plebiscitario”
camente con un resultado favorable del 50% más un voto es suficiente, pero desde un punto de vista político tendría que haber una mayoría clara, ¿cuántos diputados conforman una mayoría clara? Seguramente un mínimo del 55% o del 60%, lo que representa entre 75 y 81 diputados.
En el actual Parlament catalán los partidos partidarios de la independencia obtuvieron 74 diputados y algo más de 1.700.000 vo- tos. En las nuevas elecciones al Parlament, con una participación que podría superar el 70%, para tener un resultado bien claro habría que conseguir un 60% de votos, unos 2.250.000. Ya se ve que a quienes optan por esta opción les queda tarea que hacer.
Una buena movilización la podrían conseguir preparando bien las elecciones municipales de mayo del 2015, que seguramente permitirían a los partidarios de la independencia una buena implantación en el territorio. Seguiría la Diada del 11 de septiembre, y por qué no, la convocatoria de elecciones plebiscitarias el 9 de noviembre, pero del 2015.
Será en las próximas elecciones catalanas cuando los catalanes decidan, por muchos años, su futuro político. Según cuál sea la contundencia de los resultados, la independencia será posible. Si no. se abrirá la opción a una tercera vía y, si los resultados son malos, podría ir peor que ahora.
Sólo en la hipótesis de que el nuevo Parlament consiguiera una mayoría clara de diputados partidarios de hacer una declaración unilateral de independencia, una vez se hiciera ésta, el mundo económico español y la presión internacional obligarían a los Gobiernos español y catalán a negociar la salida. Ya se ve la trascendencia del resultado y la importancia de un debate sereno, veraz y riguroso en el que no sólo juegan los aspectos económicos sino también los sentimientos, los agravios y la ilusión.