Valor, precio y calidad
Para proteger hoy nuestro patrimonio a largo plazo, la regla de oro básica es la buena diversificación en activos de calidad”
Desde los años noventa hasta el 2007 el mundo ha experimentado uno de los ciclos más largos de crecimiento económico y de generación de riqueza, tanto en las economías desarrolladas como en toda el área emergente. De hecho, es precisamente en este periodo cuando estos países muestran ya un papel importante y todo su inmenso potencial futuro.
Esta fantástica época quedó súbitamente interrumpida en las economías desarrolladas básicamente por la inyección en el sistema financiero de una masa de activos de mala calidad. Todos conocemos el terrible efecto causado por la deuda hipotecaria americana de mala calidad que, empaquetada junto a otros activos, provocó el descalabro del sistema financiero en los países desarrollados.
Entidades financieras de primera fila desaparecen, la contaminación alcanza a los principales gobiernos mundiales, que deben acudir al rescate de su sistema financiero vía endeudamiento y deterioro de sus cuentas, y lo que es peor, se crea una crisis generalizada de confianza en el mercado interbancario global que corta la liquidez. Es decir, desaparece el flujo de financiación a empresas y particulares en el momento de recesión económica que es cuando más lo necesitan, generando la crisis de deuda que vivimos hasta ahora en Europa.
En nuestro país, la historia se replica en versión local. Después de un periodo de escalada indiscriminada de precios de los activos, ya sean inmobiliarios o empresariales, junto a un acceso ilimitado a financiación que lleva hacia una burbuja de valoración, cuando el mercado se satura hace aflorar el problema de sobreprecio versus calidad, arrastran- do a buena parte del sistema financiero, junto a los otros efectos negativos antes comentados. Pero al final, de lo que hablamos, es de la importancia de la calidad de los activos. En consecuencia, aunque parezca una obviedad, la historia nos demuestra que esta premisa se olvida, y las dolorosas experiencias recientes indican a todos los agentes del sistema eco- nómico, ya sea el sector público en su papel de regulador, ya sea el sector financiero como vehículo de intermediación entre el ahorro y la inversión, y también a los inversores privados, en la protección de su ahorro, que lo que nunca puede fallar es la calidad de los activos de inversión.
Un activo de inversión de calidad es aquel que es capaz de mantener y/o incrementar su valor real a través del tiempo. Un activo de calidad lleva aparejado en general un buen acceso a liquidez si es preciso y presenta menos volatilidad en momentos de mercados convulsos. Siempre contamos con información disponible para analizar y seguir la evolución de los activos de calidad. Hoy nos toca vivir tiempos de incertidumbre acerca del valor futuro de las diferentes clases de activos del mercado y todo indica que esta situación se prolongará