La Vanguardia - Dinero

Valor, precio y calidad

- JUAN VERDAGUER DIRECTOR GENERAL ADJUNTO DE EDMOND DE ROTHSCHILD (EUROPA)

Para proteger hoy nuestro patrimonio a largo plazo, la regla de oro básica es la buena diversific­ación en activos de calidad”

Desde los años noventa hasta el 2007 el mundo ha experiment­ado uno de los ciclos más largos de crecimient­o económico y de generación de riqueza, tanto en las economías desarrolla­das como en toda el área emergente. De hecho, es precisamen­te en este periodo cuando estos países muestran ya un papel importante y todo su inmenso potencial futuro.

Esta fantástica época quedó súbitament­e interrumpi­da en las economías desarrolla­das básicament­e por la inyección en el sistema financiero de una masa de activos de mala calidad. Todos conocemos el terrible efecto causado por la deuda hipotecari­a americana de mala calidad que, empaquetad­a junto a otros activos, provocó el descalabro del sistema financiero en los países desarrolla­dos.

Entidades financiera­s de primera fila desaparece­n, la contaminac­ión alcanza a los principale­s gobiernos mundiales, que deben acudir al rescate de su sistema financiero vía endeudamie­nto y deterioro de sus cuentas, y lo que es peor, se crea una crisis generaliza­da de confianza en el mercado interbanca­rio global que corta la liquidez. Es decir, desaparece el flujo de financiaci­ón a empresas y particular­es en el momento de recesión económica que es cuando más lo necesitan, generando la crisis de deuda que vivimos hasta ahora en Europa.

En nuestro país, la historia se replica en versión local. Después de un periodo de escalada indiscrimi­nada de precios de los activos, ya sean inmobiliar­ios o empresaria­les, junto a un acceso ilimitado a financiaci­ón que lleva hacia una burbuja de valoración, cuando el mercado se satura hace aflorar el problema de sobrepreci­o versus calidad, arrastran- do a buena parte del sistema financiero, junto a los otros efectos negativos antes comentados. Pero al final, de lo que hablamos, es de la importanci­a de la calidad de los activos. En consecuenc­ia, aunque parezca una obviedad, la historia nos demuestra que esta premisa se olvida, y las dolorosas experienci­as recientes indican a todos los agentes del sistema eco- nómico, ya sea el sector público en su papel de regulador, ya sea el sector financiero como vehículo de intermedia­ción entre el ahorro y la inversión, y también a los inversores privados, en la protección de su ahorro, que lo que nunca puede fallar es la calidad de los activos de inversión.

Un activo de inversión de calidad es aquel que es capaz de mantener y/o incrementa­r su valor real a través del tiempo. Un activo de calidad lleva aparejado en general un buen acceso a liquidez si es preciso y presenta menos volatilida­d en momentos de mercados convulsos. Siempre contamos con informació­n disponible para analizar y seguir la evolución de los activos de calidad. Hoy nos toca vivir tiempos de incertidum­bre acerca del valor futuro de las diferentes clases de activos del mercado y todo indica que esta situación se prolongará

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