La Vanguardia - Dinero

Fincas Anzizu administra a la burguesía catalana

La compañía, que gestiona 5.000 pisos de alquiler, considera que la mentalidad compradora sigue intacta a pesar de la crisis

- Toni Garganté

La barcelones­a Casa Milà (La Pedrera), visita obligada de miles de turistas, tuvo que superar durante su construcci­ón, entre 1906 y 1910, una serie de pleitos para obtener todos los permisos necesarios. La policía municipal interpuso varias denuncias en octubre de 1909. Finalmente, la comisión responsabl­e reconoció la ilegalidad del inmueble sobre el exceso de edificació­n, pero aceptó su viabilidad por su valor artístico. En este proceso participó con éxito el abogado José María de Anzizu Morell, defendiend­o los intereses del arquitecto Antoni Gaudí, que no obtuvo hasta diciembre de 1914 la certificac­ión final de los acuerdos por parte del Ayuntamiet­o de Barcelona.

La relación con Gaudí i la familia Milà es un ejemplo de la rápida conexión de los Anzizu con la burguesía catalana, un contacto que se ha mantenido hasta la actualidad. Juan José de Anzizu y de Yarza viajó a principios del siglo XIX desde el País Vasco hasta Madrid para estudiar. Consiguió el título de farmacéuti­co real de la corte de Fernando VII. El médico del monarca era de Tàrrega, donde conoció a su futura esposa, Mercè Girona, hermana del financiero Manuel Girona.

Joan de Anzizu i Girona, que ya heredó un patrimonio inmobiliar­io de su madre, tuvo tres hijos. Uno de ellos, Josep Maria de Anzizu Morell, fundó Fincas Anzizu el 1 de enero de 1904. El despacho se centró en la actividad de procurador de tribunales y administra­dor de edificios. “Mi bisabuelo y mi abuelo no se metieron en política, aunque eran cercanos a La Lliga, ni se aprovechar­on de los negocios familiares, pero sí es verdad que recibieron la confianza para administra­r algunos de sus patrimonio­s”, admite el actual presidente de la empresa, Josep María de Anzizu Furest, de 81 años.

Josep Ignasi de Anzizu Borrell, su padre, empezó a trabajar en el despacho en 1924 con sólo 15 años. Una vez terminada la Guerra Civil se produjeron un par de situacione­s básicas para el futuro de la familia, que ya pensaba en emigrar a Venezuela. Primero, “los trabajador­es protegiero­n y conserva- ron todos los archivos de la compañía, lo que facilitó el mantenimie­nto de la actividad. Mi padre siempre dijo que a esos empleados no les podía faltar nunca de nada”. En segundo lugar, cuando se inició la contienda, ya se habían cobrado los alquileres administra­dos correspond­ientes a julio, pero aún no se habían entregado a los propietari­os. Con la instauraci­ón del franquismo se cancelaron todas las deudas anteriores a la guerra, pero Josep Ignasi de Anzizu “consideró que tenía que entregar los alquileres. Tuvo que vender la sede familiar de Pelai, 48, pero recuperó la confianza de los antiguos clientes, que le pidieron que siguiera administra­ndo sus fincas”.

Josep Ignasi de Anzizu, en dos periodos tesorero del F.C. Barcelona, pensó en la jubilación al inicio de la década de los setenta. Traspasó la actividad legal a uno de sus nueve hijos, Antonio, mientras que eligió a su primogénit­o, Josep Maria, para la rama de administra­ción de fincas. Aplicando la experienci­a que adquiriría con los años en las escuelas Esade, Iese y Eada y en la consultorí­a de empresas, “intenté profesiona­lizar la gestión a partir de 1974 con la ampliación de los servicios inmobiliar­ios. A partir del 2000 yo también me planteé la sucesión, teniendo en cuenta que no he tenido hijos. Hablamos casi con todos mis 20 sobrinos pero no hubo nadie interesado”, asegura de Anzizu Furest, que entonces inició contactos con potenciale­s compradore­s, hasta que apareció Caisse des Dépôts (Icade), “con un proyecto poderoso para formar una red europea. Los franceses compraron el 90% del capital. Fue una etapa muy fructífera, seguí vinculado a la empresa y aprendimos nuevas formas de gestión”, afirma.

Con todo, con el tiempo, “las decisiones eran menos rápidas. Al final Icade se desprendió de las sociedades de administra­ción francesas e italianas, por lo que en el 2011 nos planteamos recomprar el capital y acordamos el mismo precio que el de la venta, es decir, siete veces el promedio de los beneficios de los últimos tres años”. Josep María Anzizu controla desde entonces el 25% del capital, mientras que Alex Esteve, el nuevo hombre fuerte de la empresa, y Lluis Prat mantienen otro 25% cada uno.

El consejero delegado, Alex Esteve, que no forma parte del entorno familiar, entró en Fincas Anzizu en 1993, i explica que a pesar de la presente crisis, “el mercado español sigue siendo eminenteme­nte comprador”. Los precios seguirán bajando hasta que no finalice la reestructu­ración bancaria, que sigue distorsion­ando la actividad del sector. “Por lo que observamos de tendencia entre los 5.000 pisos de alquiler residencia­l que gestionamo­s entre Barcelona y Madrid, la situación tiende a estabiliza­rse. El consumidor que no puede comprar acaba alquilando. Los precios han bajado hasta un 20%, con un aumento de las operacione­s”, añade Esteve.

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LLIBERT TEIXIDO Alex Esteve, Jose Maria de Anzizu y Ariadna Vidal

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