El éxito de los cruceros boutique
La empresa Variety Cruises de la familia Venetopoulos apuesta por barcos pequeños y exclusividad
Ala familia Venetopoulos le gusta navegar contra dirección. Así, mientras que la tendencia imperante en el sector de los cruceros es la construcción de buques cada vez más grandes, como por ejemplo el Allure of The Seas, ellos siguen apostando por lo pequeño. El espectacular mastodonte de Royal Caribbean se ha construido para llevar hasta 6.300 pasajeros y 2.300 tripulantes. Por su parte, los armadores griegos que botaron su buque más moderno en el 2012, juegan con cifras mucho más asequibles, pues el barco, con perfil de megayate, se diseñó para que viajaran 72 pasajeros atendidos por 30 tripulantes, convirtiéndose, aun así, en el más grande de su flota.
El origen de Variety Cruises se remonta a la Grecia posterior a la Segunda Guerra Mundial; una época en que se empezaba a recuperar el turismo en los mares Mediterráneo, Adriático y Egeo. A partir de los años sesenta, Diogenis Venetopoulos, el patriarca, añadió a su cartera de servicios la organización de pequeños cruceros entre la península y las islas.
Por entonces, viajar en uno de sus barcos era una aventura casi de película: se navegaba en pequeños veleros de madera y se ofrecían servicios básicos para ir recalando en playas o embarcaderos de islas prácticamente inexploradas. A bordo primaba un estilo informal y muy auténtico que se hizo célebre entre viajeros de todo el mundo que aterrizaban en el viejo aeropuerto de Atenas-Hellinikon para embarcarse después en busca de una experiencia netamente griega. Tras casi veinte años de travesías, Zeus Tours and Cruises –su nombre original– buscó modernizarse y reforzarse fusionándose con otra naviera más moderna: Hellas Yachts, que aportó su flota a la nueva sociedad.
La segunda y tercera generación Venetopoulos se encargó de ir refinando el producto, sin perder autenticidad, poniéndolo al día y adaptándose a los gustos de los viajeros hasta encontrar la clave: los cruceros boutique a bordo de megayates o veleros de nueva construcción, transportando entre 30 y 70 personas, adoptando en el 2006 la marca actual.
“Nosotros buscamos atraer a unos clientes que no quieren sentirse números sino que buscan una experiencia personalizada, viajar en barcos que tienen una dosis de sofisticación y donde se disfruta de un buen servicio a bordo. Para mí son las tres claves que hacen que quien navegue en nuestra compañía se sienta un viajero y no un turista”, indica desde Atenas a Dinero Yiannis Vontas, director de desarrollo y marketing de Variety Cruises.
“Tenemos muy claro cuál es el producto que vendemos: algo único, que hace sentir a nuestros pasajeros como si estuvieran viajando en su propio barco a un precio competitivo y no carísimo, que es lo que en realidad costaría alquilar un yate con las características de nuestros barcos para uso personal”, comenta Vontas. Actualmente la compañía cuenta con una flota de 11 barcos: siete son veleros con motor y motonaves dedicados a los cruceros, mientras que otros cuatro son yates de entre 25 a 30 metros, que se alquilan con tripulación.
“El reparto de nacionalidades es muy curioso: tenemos un porcentaje alto de clientes estadouni-
En el más grande de la flota viajan 72 pasajeros que son atendidos por 30 tripulantes
denses. Buena parte son de edad avanzada aunque son gente viajada y muy dinámica que nos ha descubierto y se han convertido en repetidores año tras año; sin embargo el mercado español tiene una edad media mucho menor: se sitúa entre los 40 y 50 años y algunos llevan también a sus hijos cuando ya saben disfrutar de la navegación”, dice Eva Bretos Cano, directora de Varie- ty Cruises para España. “Yo diría que nuestro cliente no busca un lujo despampanante, sino exclusividad, relax y calma. También poder ver lugares sin tener que ir en un autobús o alquilar un coche y sobre todo evitar la masificación de los grandes cruceros, algo que les ha hecho renegar de este sector. Yo diría que comercializamos cruceros para anticruceristas”, concluye.
Variety tiene dos fórmulas para la comercialización de sus viajes: cruceros con fechas programadas, vendidos por la propia compañía y agentes o bien el alquiler de barcos enteros en los que el fletador puede elegir los puertos que se toquen, fórmula elegida por familias, organizaciones como National Geographic o sociedades como BMW, Ferrari u otras marcas de dife- rentes sectores para sus viajes de incentivos.
En la actualidad se sigue ofreciendo el atractivo de ir fondeando en las islas griegas, tanto las célebres como las menos concurridas, aunque lo que diferencia a Variety de otras es su especialización en travesías exóticas: un barco está basado permanentemente en Seychelles. Otro viaja entre Gambia, Senegal y Cabo Verde, mientras que un tercero navega seis meses al año recalando únicamente en puertos de la isla de Cuba, mercados prácticamente vírgenes por los que la compañía apuesta al tener buques de pequeño formato, apropiados para el viajero en busca de destinos poco frecuentados. Otros también navegan por Panamá, Costa Rica o el Mediterráneo occidental, evitando siempre grandes puertos.
Viajar con Variety cuesta una media de 2.000 a 4.500 euros por persona y semana, un precio que según los responsables de la compañía, es más que ajustado para viajar apartado de los circuitos turísticos más concurridos.