Crear empresas desde la escuela primaria
En La Maquinista, un centro del barrio del Bon Pastor de Barcelona se lleva a cabo un proyecto de emprendimiento desde el nivel P4
El mercado laboral no necesita repetidores de acciones que trabajen en una cadena de montaje
Me di cuenta que a los universitarios les cuesta mucho crear una empresa, porque nunca nadie antes les ha enseñado cómo hacerlo ni se les ha preparado para ello”, declara Ana García, doctora en economía, profesora de la Universidad de Barcelona (UB) y maestra de la escuela La Maquinista. Ha sido Ana García quién ha impulsado un proyecto de creación de empresas para niños. “El mercado laboral no necesita repetidores para que trabajen en una cadena de montaje porque ahora se produce en China. Necesitamos empresarios capaces de crear empleo y es lo que tratamos de conseguir con el proyecto”, explica.
La iniciativa se lleva a cabo cada año, en todos los cursos de la escuela, de manera que cuando los alumnos de La Maquinista terminan la educación primaria habrán creado ocho empresas. “No se constituyen legalmente pero sí ejecutamos los pasos que un empresario debería seguir”, aclara García, y puntualiza: “los resultados que me han presentado los universitarios se parecen mucho a los que hemos conseguido con estos niños”.
Es fundamental aprender matemáticas o lengua, pero estos conocimientos se pueden adquirir de muchas maneras y una de ellas es a través de proyectos que además inculquen valores como la cooperación, la creatividad, la capacidad de decisión o la superación personal. “Hay competencias que se adquieren a través de la experiencia, eso explica que algunos alumnos que sacan excelentes en la escuela después son incapaces de encontrar empleo”, observa el profesor de la escuela de ESO y Bachillerato de Súnion, Rubén Wasenberg, quién enseña una asignatura de libre elección en la que pide a los estudiantes que lleven a cabo un proyecto real.
“Este curso estamos preparando el videoclip del grupo de música La Pegatina. Mi objetivo es mo- tivar a los estudiantes y creo que lo consigo porque se apuntan ochenta alumnos y solo puedo conceder treinta plazas”, dice Wasenberg. “De hecho, el curso ha finalizado y ya han aprobado la asignatura, pero como el videoclip está a medias, seguimos reuniéndonos para trabajar”,
“Que los alumnos trabajen en equipo para conseguir un objetivo común es muy positivo para su crecimiento”, explica Rosabel Hernández, miembro del proyecto Cultura emprendedora en la escuela impulsado por la Diputación de Barcelona. Siguiendo las directrices marcadas por la UE en materia de emprendimiento, la diputación puso en marcha esta iniciativa que se encuentra en fase piloto y que se desarrolla en 31 municipios y en 53 escuelas del área metropolitana. En este caso, tan solo participan los alumnos de quinto y cuentan con el “apoyo de la estrategia local –especifica Hernández– quién añade: “porque el Ayuntamiento de cada municipio se implica y pone en contacto alumnos con empresarios de cada ciudad para que los apadrinen o colaboren de alguna forma”.
“El Gobierno apuesta por la cultura del emprendimiento y anima a elegir este camino. Sin embargo, hay una realidad engañosa, porque crear una empresa es difícil, arriesgado y no todo el mundo es capaz de hacerlo”, formula el director de Creable, Jordi Soler Martí, quién ha constatado este comportamiento desde su experiencia en su propia empresa, una consultoría estratégica y gestora cultural que asesora a emprendedores.
Eso explica que la escuela La Maquinista haya comunicado su proyecto al resto de escuelas del distrito y les haya ofrecido su ayuda para llevarlo a cabo y que, de momento, ninguna se haya animado. Desde la diputación se han encontrado ante la misma situación de desconocimiento y han requerido de los servicios de la empresa Valnalon para que formara los docentes y les explicara cómo se crea una empresa.
El emprendimiento puede ser una forma de vida. “Se debe incentivar la intraemprendeduría, que estimula el surgimiento del espíritu emprendedor dentro de las organizaciones –propone Soler y Martí– quién matiza, “o también el emprendimiento en asociaciones sin ánimo de lucro”. Eso es lo que necesita un país en crisis en el que el tejido industrial está muy debilitado, como es el caso de España. Si el emprendimiento se empieza a trabajar desde la infancia, probablemente los resultados en la edad adulta serán más fructíferos. “Estas lecciones son una manera de prepararlos para el futuro que les espera, en el que seguramente tendrán que cambiar muchas veces de empleo”, comenta Soler Martí.
“El proyecto de creación de empresa para niños de La Maquinista, una escuela ubicada en el Bon Pastor, también es una manera de romper tópicos y de hacer entender que todos somos capaces de convertirnos en empresarios, vengamos de donde vengamos. Tan solo hace falta tener conocimiento sobre la materia, ilusión y ganas de trabajar”, apunta García. Como resume Soler y Martí: “Sobre todo hay que luchar contra el miedo al fracaso”,