La Vanguardia - Dinero

La segunda caída al abismo de la familia Ruiz-Mateos

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Eterno agraviado por la intervenci­ón que el primer Gobierno socialista realizó sobre Rumasa en el año 1983, José María Ruiz-Mateos trató de rehacer su imperio con la compra de diferentes empresas alimentari­as en dificultad­es a mediados de los años 2000. Clesa, Garvey, Dhul, Elgorriaga, Trapsa e incluso el equipo futbolísti­co Rayo Vallecano fueron algunas de las más conocidas. Su aventura llegó hasta febrero de 2011, cuando el propio patriarca de los Ruiz-Mateos rodeado de sus hijos anunciaba el concurso de acreedores para 10 de ellas.

No obstante, ya en 2009 había comenzado a lanzar al mercado pagarés con una rentabilid­ad del 8%, dando claros síntomas de que existían serios problemas financiero­s en el seno del holding. Los reiterados mensajes públicos de la CNMV advirtiend­o incluso a través de anuncios en la prensa de que los pagarés de Nueva Rumasa estaban fuera del sistema regulado y, por tanto, no gozaban de ninguna clase de garantía, no evitaron que 4.110 personas invirtiese­n en el grupo de los Ruiz-Mateos más de 385 millones de euros, de los que dejaron sin pagar casi 290 millones. A los últimos llegaron a ofrecerles rentabilid­ades de hasta el 10%. El empresario aseguró reiteradam­ente que pagaría e incluso pidió ser ingresado en prisión hasta ese momento sin que los jueces lo aceptasen.

Nueva Rumasa también dejó en el aire las deudas contraídas con los bancos y la Seguridad Social por importes que agregados alcanzaban los 1.500 millones de euros. De nada sirvió que José María Ruiz-Mateos exhibiese el músculo de sus empresas, cuyo patrimonio afirmaba que estaba valorado en cerca los 6.000 millones de euros. Sólo unos meses más tarde, el propio empresario anunciaba la venta del grupo a un fondo buitre por importe de 1.500 millones de euros. Un fondo propiedad precisamen­te del mismo empresario que había liquidado Viajes Marsans.

Ruiz-Mateos volvió a despertar los fantasmas de estar siendo perseguido por oscuros intereses, tal y como sucedió en los años 80. Pero los bancos, los inversores y muchos de sus empleados siguen en los juzgados, donde varios miembros de la familia jerezana han sido ya condenados y afrontan numerosas acusacione­s por delitos de estafa, administra­ción desleal, manipulaci­ón de cuentas y otros. Las empresas son tantas y su situación tan diversa que los Ruiz-Mateos afrontan pleitos por toda la geografía nacional.

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José María Ruiz-Mateos

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