Díaz Ferrán, de presidente de la CEOE a la cárcel
Gerardo Díaz Ferrán acaba de cumplir un año y medio en la prisión de Soto del Real (Madrid) a la espera del juicio por la quiebra del grupo Marsans. Aunque ya ha sido condenado a 26 meses por un delito fiscal en relación con la venta de Aerolíneas Argentinas en 2001, lo que el expresidente de la CEOE espera realmente es el juicio que se celebrará por la quiebra del grupo turístico que presidía junto con su socio ya fallecido Gonzalo Pascual. La Fiscalía pide para él 15 años de prisión por alzamiento de bienes, concurso fraudulento, blanqueo de capitales y, quizá lo que peor suena de todo, integración en grupo criminal. Y es que la investigación policial que terminó con su arresto le acusa de haber planificado una operación financiera para vaciar las cuentas del grupo que dirigía y eludir así el pago de las deudas que, por importe de unos 1.000 millones de euros, mantenía con diferentes empresas como AC Hoteles, Meliá, Pullmantur y Orizonia. Díaz Ferrán y Pascual vendieron las empresas en junio de 2010 al también detenido Ángel de Cabo justo antes de declarar el concurso de acreedores con la intención de ocultar los fondos con los que aún contaba el grupo, según recogen las diligencias judiciales. El magistrado sigue buscando bienes del empresario en diferentes paraísos fiscales con los que resarcir a los más de 10.000 perjudicados en que se estima la estafa de Marsans.
Con todo lo expuesto, lo más sorprendente del caso no fue la rapidez con que se precipitó ni desvelar las intenciones de los detenidos, sino que el principal protagonista fuese precisamente un empresario de un dilatadísima trayectoria en la gestión de com- pañías relacionadas con el turismo y presidente de todos los empresarios españoles. La detención y envío a prisión de Díaz Ferrán supuso un tremendo mazazo para la CEOE, de la que el dueño de Marsans se había servido para hacer valer su condición de protagonista de la economía española. Había alcanzado la presidencia en 2007, sucediendo al eterno José María Cuevas y transformando el perfil técnico de su antecesor por el de un verdadero patrón con miles de trabajadores a su cargo. El suyo no era el caso del meteórico triunfador sino todo lo contrario. Llevaba mucho tiempo al frente de compañías de éxito como el grupo Trapsa, que contaba con 27.000 empleados. Además, había sido vicepresidente de la aerolínea Spanair y primer ejecutivo de otras empresas del sector. Hasta que la Policía llamó a su puerta.