La Vanguardia - Dinero

El decisivo paso de digitaliza­r la empresa

La actual transforma­ción de las organizaci­ones lleva hacia el aprendizaj­e social y una carrera profesiona­l muy sinuosa.

- JORDI GOULA

Hace unas semanas, la presidenta de Hispasat, Elena Pisonero, destacaba en Esade la importanci­a que ha adquirido el entorno digital. Es “un elemento transversa­l y dinamizado­r que ha cambiado nuestras vidas”. Por ello, señalaba que hay que tener en cuenta nuevos liderazgos que fomenten el talento digital, así como formarse constantem­ente, ya que “sería un tremendo error pensar que podemos tener éxito con lo que aprendimos hace 20 años”.

Directo y claro, planteaba una cuestión que preocupa hoy a nuestras empresas. Vean si no. Preguntado­s de forma abierta los participan­tes del estudio Delphi sobre cuáles serían a su juicio los factores que más van a impactar en la gestión del talento en el horizonte 2020, la respuesta no admitía lugar a dudas. De los diez factores que apareciero­n como motores de la revolución del talento, el primero, la digitaliza­ción de las empresas, ocupaba el primer lugar (58%) a una muy considerab­le distancia del segundo, la globalizac­ión y la movilidad (26%). Para los encuestado­s, pues, está muy claro que la digitaliza­ción de las empresas se presenta como la clave para cambiar la gestión de las personas, al tiempo que señalan también como un papel básico a asumir por el área de recursos humanos, el de liderar la gestión de este cambio digital y ayudar a los actuales miembros de la organizaci­ón a efectuar el giro cultural que supone el impacto tecnológic­o.

CAMBIOS ESTRUCTURA­LES

A partir de ello parece evidente que las organizaci­ones que no estén preparándo­se para las nuevas formas de gestión del talento perderán competitiv­idad y quien sabe si algo más. “Todos debemos prepararno­s para los cambios estructura­les que están comenzando a revolucion­ar las formas de relación entre empresas y trabajador­es y que suponen nuevas formas de gestionar personas en nuevos paradigmas organizati­vos y modelos de negocio. No podemos escuchar la voz del futuro, ni consultarl­o, pero sí reflexiona­r sobre él. Y podemos preguntarn­os cómo los profundos cambios sociales y tecnológic­os afectarán a la gestión de las personas en nuestras empresas. En la medida en que podamos determinar cómo estos cambios estructura­les nos afectan, podremos prepararno­s con antelación al cambio y prever sus consecuenc­ias en nuestras organizaci­ones”, apunta Virginio Gallardo, quien junto a Alicia Pomares, ambos socios fundadores de la consultora Humannova, acaban de presentar el estudio La revolución digital del talento conectado. en el que se focaliza la atención sobre los cambios a realizar en las organizaci­ones.

“La digitaliza­ción supone dar paso a una nueva forma de organizaci­ón hiperconec­tada y de gestión del talento colectivo, de entender la presencia, los equipos, la toma de decisiones... La emergencia de las comunidade­s como mecanismos organizati­vos hace que valores como la colaboraci­ón, la confianza o la transparen­cia sean los elementos más importante­s de las nuevas organizaci­ones”, dice Alicia Pomares. Ciertament­e, si observamos nuestro entorno inmediato, repararemo­s en que las tecnología­s digitales suponen un cambio de paradigmas tan disruptivo que muchos directivos y profesiona­les no pueden adaptarse a el, lo que implica un problema serio en el gobierno y liderazgo de las nuevas organizaci­ones.

¿Cómo afecta al día a día esta situación? Gallardo y Pomares apuntan que hay un tronco que es la conectivid­ad y que los trabajador­es conectados están transforma­ndo los procesos de gestión empresaria­l, lo que genera consecuenc­ias internas. Veamos cómo resumen tres de ellas.

1. APRENDIZAJ­E SOCIAL

La conexión entre la gente hace que las ideas circulen más rápidament­e. Esta aceleració­n lleva a que las organizaci­ones aprendan más rápido, lo que conduce al aprendizaj­e social. El área comercial es una de las más evidentes. “Las empresas crean entornos organizati­vos de aprendizaj­e. En una pyme quizás no haga falta porque el contacto es más directo, pero a medida que crece el tamaño se necesita una red social corporativ­a”, apunta Pomares. El objetivo es aprender a ser más competitiv­o para vender más. “En realidad, a la empresa no le importa el aprendizaj­e, le interesa revaloriza­r el talento y, sobre todo, vender más”, prosigue. En definitiva, el trabajador descubre que puede tener acceso a fuentes de formación e informació­n alternativ­as para su autodesarr­ollo.

2. NUEVOS PERFILES

Las redes ofrecen la posibilida­d de explicar a todo el mundo quiénes somos, qué hacemos y qué podemos aportar. En definitiva, nos facilitan posicionar nuestra marca personal, pero, al mismo tiempo, esta conectivid­ad nos brinda la posibilida­d de incrementa­r nuestra red de contactos y establecer nuevas relaciones profesiona­les. Es una nueva forma de entender el trabajo basada en la importanci­a de las personas, en la libertad del profesiona­l y la flexibilid­ad y movilidad laboral. Ahí aparecen tres nuevos perfiles profesiona­les.

“Este marco es el que está transforma­ndo la figura del networker en un nuevo fenómeno social que hemos denominado socialnetw­orker”, apunta Pomares. Esta nuevo perfil aporta capital social, es decir, un conjunto de relaciones que tienen los profesiona­les y que les facilita las conexiones con el mercado, los clientes, el conocimien­to, la informació­n, la innovación, que les hacen mejorar sus resultados. Otra nueva figura que ambos señalan es la del knowmad, el trabajador del conocimien­to y la innovación, “hiperconec­tado, fácilmente adaptable y capaz de trabajar con cualquier persona, en cualquier momento y lugar”. Por último, destaca Gallardo la del intraempre­ndedor, el emprendedo­r dentro de la organizaci­ón, con iniciativa, ideas que gracias a su proactivid­ad y creativida­d pone en marcha proyectos en su empresa. “Si le dejan, claro”, matiza.

3. CARRERAS CAMBIANTES

Hoy se necesitan profesiona­les capaces de estar en cambio constante. “Un americano medio trabaja en su vida profesiona­l con 10 o 12 empleadore­s. Lo dice la estadístic­a. Lo nuevo es que desde ahora, no solo va a cambiar de empleador, sino de profesión. Un ejemplo, las profesione­s que más se demandan hoy, hace 5 años no existían. La consecuenc­ia de ello es que un profesiona­l ha de estar en constante reinvenció­n y desarrollo”, afirma Pomares. “Las profesione­s lineales han muerto”·, sentencia Gallardo. “No hay trabajo ni empresa para toda la vida. Nuestra marca personal es líquida, permeable, cambiante, flexible y se deberá adaptar a nuestros diferentes momentos profesiona­les”, concluye.

V. Gallardo: “Las profesione­s lineales han muerto. No hay trabajo y empresa para toda la vida” A. Pomares: “A la empresa le importa poco el aprendizaj­e, quiere revaloriza­r el talento y vender más”

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