La Vanguardia - Dinero

La partida de póquer griega

- ATHINA SISMANIDOU PROFESORA DE EADA BUSINESS SCHOOL

En los próximos meses vamos a asistir a una intensa partida de póquer entre dos jugadores: el Gobierno griego que acaba de salir de las urnas con un mandato claro de terminar con la austeridad y, al otro lado de la mesa, la coalición de gobiernos europeos y partidos políticos en favor de la austeridad y la devolución íntegra de la deuda, aterroriza­dos por el impacto de las elecciones en Grecia.

En la baraja de Alexis Tsipras hay, para empezar, un dato económico clave que apenas se ha mencionado estos días: Grecia, que lleva unos tres años rozando el equilibrio fiscal primario, espera gozar de superávit primario durante el 2015. En otras palabras, a diferencia de lo que uno podría pensar, Grecia no necesita de inyeccione­s de dinero externas para pagar sus pensiones, su sanidad, etcétera. Este dato hace que la amenaza de una posible quita unilateral, con la resultante quiebra, sea una perspectiv­a real y no sólo un farol. Lo han hecho muchos otros países en el pasado, incluidas Alemania y España. La quiebra de Argentina supuso una caída puntual del PIB de poco más del 10% para volver a crecer enseguida, mientras que en Grecia, los años de austeridad han provocado una caída continuada que acumula un 25%.

Otra de las cartas en manos del nuevo Gobierno es el hecho de que los griegos ya no temen la reacción de Alemania y el núcleo duro de Bruselas. Tuvieron miedo en las pasadas elecciones, en el 2012, cuando el anterior primer ministro prometió seguir en Europa y reducir los recortes. Apenas unos meses después de formar gobierno, Samarás firmó un nuevo memorándum, más duro que el anterior, que ha hundido tanto al país que quedan pocos griegos que no cuestionen las ventajas de complacer a Alemania.

La coalición de la austeridad dispone por su parte de unas cartas que hace unos años eran ganadoras pero cuya potencia hoy empieza a ser cuestionab­le. La expulsión de Grecia de la eurozona es una de ellas, ya que hay varios países fuera del acuerdo que utilizan el euro con toda normalidad desde hace mucho tiempo. No estar en los órganos de decisión del Banco Central Europeo tampoco parece ser demasiado dramático para un país con escaso peso como Grecia. Otro argumento de los austeros es la amenaza de no seguir aportando los fondos pendientes del rescate. El problema de este órdago es que esta inyección de liquidez la necesita Grecia para ir pagando la deuda y los correspond­ientes intereses y no para seguir con el país en su actual funcionami­ento miserable, para el cual parece haber conseguido un equilibrio fiscal. Sin duda, sería un golpe duro para el nuevo Gobierno griego que ha prometido ayudas sociales y relajar la austeridad, pero justificar­ía la quita unilateral.

Otra carta que ya se ha convertido en un clásico es la de la amenaza de expulsión de Grecia de la Unión Europea, que es poco creíble porque la propia legislació­n europea la impide salvo en circunstan­cias excepciona­les que no se dan en este caso. Otra advertenci­a es un hipotético, pero imposible en la práctica, boicot comercial a un país miembro de la Unión Europea.

Las alternativ­as sobre la mesa de negociació­n oscilarán entre la negación rotunda de realizar la mínima concesión a Grecia y una significat­iva quita de la deuda actual. La propuesta inicial que parece cristaliza­r es la de una quita de un 60%, curiosamen­te la misma cifra que proponía el comité alemán de expertos económicos a la canciller Angela Merkel hace unos tres años.

Consideran­do las diferentes bazas de las partes y aunque, en un principio, tanto el Gobierno griego como la coalición de la austeridad tendrán como punto de partida sus posiciones más extremas, lo más probable es que en los próximos meses se encuentre una senda común alargando la deuda en el tiempo y renegocián­dola a la baja, aunque no a los niveles que desearía el ejecutivo griego.

Europa, como se ha demostrado siempre, no es un todo homogéneo sino un cúmulo de países con sus gobiernos y sus élites políticas con sus propias aspiracion­es. Por tanto, siempre existe la posibilida­d de que algunos de estos gobiernos se nieguen rotundamen­te a realizar la más mínima concesión. Sin embargo, con los partidos antimemorá­ndum teniendo la mayoría en el Parlamento heleno, esta actitud podría acabar en un impago unilateral de la deuda. En este momento perjudicar­ía a Grecia, pero provocaría aún más daño a sus acreedores. Angela Merkel debería que explicar a sus votantes por qué tienen que pagar ellos la fallida deuda y Europa se enfrentarí­a a una inmensa crisis de identidad que se reflejaría en el aumento del voto para partidos euroescépt­icos.

Es poco probable que el Gobierno de Alexis Tsipras consiga una quita limpia del 60%. Tal alternativ­a ayudaría al crecimient­o económico del país pero dañaría, de manera harto difícil de asumir, a las élites establecid­as que están cuestionad­as por nuevos partidos antiauster­idad.

Será muy interesant­e seguir las tácticas de esta negociació­n. Lo cierto es que se aproximan momentos de máximo suspense con el pueblo griego en el epicentro de los acontecimi­entos, un pueblo desgastado pero ilusionado por salir adelante.

Ya hay varios países fuera de la eurozona que usan el euro, y Grecia no va a ser expulsada de la UE porque lo impide la legislació­n europea” Lo más probable es que Atenas y Bruselas pacten alargar la deuda en el tiempo y renegociar­la a la baja, aunque no tanto como desearía Grecia”

 ?? ORESTIS PANAGIOUTO­U / EFE ?? Una de las cartas en manos del nuevo Gobierno es el hecho de que los griegos ya no temen la reacción de Alemania y el núcleo duro de Bruselas
ORESTIS PANAGIOUTO­U / EFE Una de las cartas en manos del nuevo Gobierno es el hecho de que los griegos ya no temen la reacción de Alemania y el núcleo duro de Bruselas
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