¿Bienvenido míster Marshall?
Después de la Segunda Guerra Mundial España no pudo participar en el Plan Marshall. Su posicionamiento político se lo impedía. La riada de prosperidad que representó el Plan Marshall para Europa quedó fijada en el imaginario popular. En España, la ausencia del Plan Marshall fue un fracaso doloroso del régimen del General Franco. La película de Berlanga recordaba, en tono irónico, la ausencia española. Míster Marshall no se detenía en el pueblo que tanto lo esperaba, pasaba de largo.
Desde que el 7 de noviembre la Conselleria d’Economia y Coneixement de la Generalitat recibió la petición del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas de hacerle llegar una lista de proyectos para cumplir con la petición de la task for
ce creada por la Comisión Europea para identificar necesidades de inversión, hemos estado dudando si la historia se repetiría y diseñando como evitarlo.
En sólo cinco días (incluidos dos de fin de semana) se tenía que llenar un formulario detallado con una lista de proyectos de inversión claves, que tenían que cumplir una serie de condiciones: inversión mínima de un millón de euros, ser económicamente viables, que se pudieran empezar a ejecutar antes del 2018, que tuvieran inicialmente barreras financieras o regulatorias que dificultaran su realización, con especial énfasis en proyectos privados y en colaboraciones público-privadas, en sectores que fomentaran la productividad, la competitividad, el crecimiento sostenible y el empleo. La hoja de solicitud se acompañaba de una lista de sectores elegibles.
La rápida movilización técnica cristalizó en una lista de 185 proyectos con una inversión global de 16.000 millones de euros. Una lista que habrá que ir modificando sensiblemente a lo largo del tiempo a medida que se vayan concretando las muchas incertidumbres que todavía hay sobre el plan, con el objetivo de optimizar los recursos a los que Catalunya puede tener acceso. Mientras, la lista de proyectos permanece abierta a todas las iniciativas que puedan llegar desde el sector privado catalán, incluyendo las pymes.
El presidente Jean-Claude Juncker ha desplegado una intensa actividad para impulsar su plan de inversiones. Ha conseguido que todo el mundo hablara del Plan Juncker. Desde el Gobierno de Madrid, ninguna reacción. Un mutismo profundísimo que no augura la defensa de los intereses de Catalunya. Desde Bruselas la atención está puesta en cómo se pondrá en marcha el Plan. Las incertidumbres todavía son muchas pero la Comisión Europea ya ha presentado una propuesta de Reglamento para la creación de un Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas, que se prevé aprobar y poner en marcha en verano del 2015. No habrá una distribución previa de recursos ni por países ni por sectores. Los proyectos serán escogidos por un comité de expertos independiente, en base a criterios técnicos y no políticos. Se creará una Reserva europea de proyectos de inversión y un Centro europeo de asesoramiento a la inversión, para hacer más visibles y más atractivas las oportunidades de inversión existentes en la UE y atraer así en los potenciales inversores...
El Plan Juncker pretende movilizar una inversión de como mínimo 315.000 millones de euros, pero sólo 21.000 serían aportaciones comunitarias (16.000 millones en forma de garantías con cargo al presupuesto de la UE y 5.000 millones de aportaciones del Banco Europeo de Inversiones). El resto de recursos los tendría que aportar principalmente el sector privado. El presidente Juncker quiere obtener los 16.000 millones que aportaría el presupuesto de la UE de ahorros a realizar en otros planes como los de investigación e innovación, lo que ha causado la alarma al Parlamento europeo: ¿se quiere potenciar la inversión física en detrimento de la inversión en capital humano? Eso iría en contra de todo lo que sabemos que se tiene que hacer para promover crecimiento y competitividad.
La movilización frenética inicial de proyectos que el Estado nos pidió a las comunidades autónomas no generó una lista combinada de todas ellas presentada por el Estado a la Comisión Europea. Al contrario, el Gobierno español, a diferencia del resto de países europeos, no presentó una lista detallada de proyectos. Simplemente una única hoja con un cuadro resumen por sectores, con una inversión global a ejecutar en el periodo 2015-2017 por importe de 53.000 millones, sin que se haya podido averiguar si en este cuadro están o no incluidos, total o parcialmente, los proyectos presentados por las comunidades autónomas. La impresión de que jugamos en campo contrario se refuerza cuando el Gobierno del Estado que nos tendría que defender como motor económico actúa con criterios dudosos y opacidad.
El Govern de la Generalitat trabaja en mejorar y reforzar la selección de proyectos públicos, privados o público-privados con la evaluación económico-financiera y el análisis coste-beneficio. Se trata de escoger los más atractivos de cara a las exigencias de la Comisión Europea y de recibir todas las propuestas y ayudar en que los mejores proyectos se impongan en los procesos selectivos europeos por su valía, cuenten o no con el apoyo político del gobierno español.
Los procedimientos de selec- ción que hasta ahora se han diseñado ofrecen esperanzas que los mejores proyectos ganarán. Nos estamos preparando para poder ofrecer los proyectos más atractivos, mejor estudiados y más sintonizados con los principios que quiere impulsar la Comisión Europea. Eso implica huir de las consideraciones estrictamente políticas y reforzar las consideraciones técnicas de calidad de las inversiones, que son las que nos pueden permitir ganar.
Una economía como la catalana, empresarialmente densa y dinámica, que está funcionando con todo tipo de limitaciones por falta de inversiones apropiadas, podrá -estamos convencidos– presentar proyectos atractivos a escala europea. Trabajamos para ganar el desafío, para evitar que míster Juncker pase de largo.